August 29, 2006

Demandan al fabricante que mostró a Barbie como lesbiana



(Periodismo.com) - El fabricante de juguetes Mattel evalúa entablar una demanda contra un artista brasileño porque retrató a la popular muñeca "Barbie" en situaciones lésbicas.

Según el periódico Jornal de Sao Pablo, Karin Schwarz realizó la exhibición fotográfica "Mujeres Increíbles" en un bar de Curitiba, donde Barbie posa en situaciones comprometedoras. Por ello, Mattel lo intimó a cerrar la muestra en 24 horas o iniciará acciones legales.

Pero Scharz afirma que "Barbie es explotada por Mattel: usa bikini, muestra su trasero, sus enormes pechos, y siempre tiene novio". Por su parte, un vocero de Mattel declaró que "Barbie es una mujer recatada y no le agrada que la retraten como ella no es. Además, tiene 46 años y merecen que la respeten".

Las Diez Cosas que los Hombres encuentran Sexies de las Mujeres!

"Desinhibidas, preocupadas de sí mismas, coquetas, educadas e inteligentes, son sólo algunas de las características que los hombres buscan a la hora de catalogar a una mujer de sensual..."

Sí bien las mujeres intentamos preocuparnos de muchos detalles de nuestra imagen y personalidad, los hombres sólo se preocupan de algunos de ellos para encontrarnos sexies o sensuales.
A continuación, son ellos mismos los que presentan las diez características más importantes para caer en este grupo de afortunadas féminas...

1.-¡DE ROPA INTERIOR FINA!

“A pesar que a los hombres nos cuesta mucho reconocerlo, tengo la sensación que somos un poco clásico en esas cosas. Sin embargo la ropa interior detallista y muy, pero muy fina es algo que se ha convertido con el paso de los años en mi mayor fetiche”, confiesa Gabriel de 29 años.
Gabriel agrega que “es lo que muestra o esconde la ropa interior de una mujer lo que me parece sexy, no es que las tiendas de ropa interior me parezcan sexies, no. En eso me gustaría detenerme, porque una buena combinación de colores, texturas y materiales son cosas que convierten en algo muy sexy la postal de una mujer, que puede no ser muy bella, pero que explota y erotiza su cuerpo a través eso. Sin duda lo más sexy es una muy cuidada ropa interior”.

2.¡DE CAMINAR SENSUAL!

“Hay mujeres que caminan y dejan la sensación como que se saben ricas, que demuestran seguridad en sí mismas, que caminan como diciendo sí, mírenme, soy real...Eso lo encuentro sexy”, comenta Patricio de 32 años.

3.-¡CON SEGURIDAD EN SÍ MISMA!

“Me parecen muy sexies las mujeres seguras e inteligentes, ésas que tienen temas propios y que desprecian la ignorancia, con cierto gesto de desinterés...La inteligencia es básica en lo sexy que me puede resultar una mujer”, agrega Gabriel.

4.-¡QUÉ SEAN OPTIMISTAS!

“Es muy sexy que las mujeres disfruten de cada cosa y que sean muy conscientes de su género... Aquellas que sin ser feministas, pueden traspasar la fuerza que solamente una mujer tiene, en sus gestos y por sobre todo en su sexualidad...” dice Gabriel.

5.-¡QUÉ SEAN INDEPENDIENTES!

“Sexy es una mujer con mundo propio, que sea capaz de interactuar con su entorno, pero que también sea capaz de generarlo e invitarte a convivir ahí, no me refiero a un aspecto literal; sino más bien a algo más de ideas y acciones”, afirma Gabriel.

6.-¡QUÉ SEAN CARISMÁTICAS!

“Esto va ligado al tema de la inteligencia. Siempre va a ser muy atractivo que una mujer pueda hablar mucho más que de sólo hombres y de ropa. Encuentro que una mujer que te hace el peso intelec tualmente, es súper sexy...Es decir, una mujer con opinión sólida y que no tiene miedo de mostrar su inteligencia...O sea, que tenga una posición con argumentos acerca de la política, del divorcio, la religión, etc...”, aclara Patricio.

7.-¡QUÉ DENOTEN SEXUALIDAD!

“Una mujer con una sexualidad sin inhibiciones me parece extremadamente sexy, pero que ojalá ese mundo también sea particular, que se trata de algo muy sexual pero no evidente, sin caricaturas...Que hable poco y haga mucho”, enfatiza Gabriel.

8.-¡QUÉ IRRADIEN BUEN AROMA, OLOR!

“Así como un mal aroma puede ser un súper matapasiones, un aroma agradable en una mujer puede encender pasiones...No hay nada más rico que sentir en la ropa de uno, el aroma de ella y que eso te traiga recuerdos de los momentos ricos que has pasado con ella. A partir de esos recuerdos, se reactiva inevitablemente la pasión”, dice Hernán de 31 años.

9.¡QUÉ SEAN EDUCADAS!

“Esto tiene que ver con que hable bien, no zapatee la sh y que module...Me encantan las mujeres que tienen rica voz, que usan buen vocabulario, limitan la muletilla del garabato y son capaces de mirarte a los ojos mientras hablan...En definitiva, me seduce una mujer educada”, afirma Diego de 28 años.

10.¡QUÉ TENGAN BUEN FUTURO!

“Que con sólo verlas puedas imaginarte que en 10 años más serán igual de estupendas o mejores aún. De esta manera puedes proyectarte enamorado por siempre”, concluye Diego.

August 28, 2006

He entrado en una jaula

" He entrado en una jaula en vez de una bestia salvaje,
quemado mi oración y apodo con una uña en una choza prisión,
vivido junto al mar, jugado a la ruleta,
cenado con el diablo sabe quién vestido de frac.
Desde lo alto de un glaciar he inspeccionado medio mundo,
me he ahogado tres veces, dos veces descuartizado.
Abandonado el país que me nutrió.
Con aquellos que me han olvidado es posible hacer una ciudad.
Me he descolgado por estepas que recuerdan el grito del huno,
vestido con aquello que vuelve a estar de moda,
plantado cebada, cubierto con papel alquitranado el suelo trillado
y no he bebido sólo agua.
He admitido en mis sueños la pupila azul del carcelero,
mordisqueado el pan del exilio sin dejar una miga.
He hecho que mis cuerdas vocales profieran todo tipo de sonidos aparte de un aullido ;
he descendido al susurro. Ahora tengo cuarenta.
¿Qué debo decir de mi vida? Que ha sido larga.
Sólo con el dolor siento solidaridad.
Pero hasta que rellenen con arcilla mi boca, de ella sólo resonará gratitud. "

joseph Brodsky
Linken elpoderdelapalabra

Bob Esponja de Menger

Fases de construccion de la esponja de Menger

August 24, 2006

Qué interesante parece al morir!”

Para relacionar el malestar con el fulgor voy a una vieja anécdota. Cuando era chico y vivía en Bahía Blanca, me impresionaba el mendigo de la plaza. Era un personaje muy flaco y sucio. Yo me compadecí de él durante ocho años, hasta que un día mi padre me dijo: “Es Fulano de Tal, el hombre más rico de la ciudad. Y el avaro más grande. Acercate un poco y vas a ver cómo le brillan los ojos de codicia”. Después agregó: “No te engañe su apariencia. No es oro todo lo que reluce”.

Yo era entonces muy chico para enfrentar tantas paradojas, pero ese pobre hombre rico no sé por qué me fascinó y me iluminó como un modelo alquímico. Como si las penurias de su cuerpo se transmutaran todas en el brillo de oro de sus ojos. Es la primera forma que me permite relacionar malestar con fulgor.

Edgar Poe murió hecho un desastre, dicen de alcoholismo y demencia senil precoz a los 41 años. “¡Ah, pero dejó la luz de ‘El cuervo’, Las aventuras de Arturo Gordon Pym y todos sus relatos!”, agregará la crítica. Paradigmático o como sea, me parece que este caso no nos sirve para la reunión de hoy, porque estar mal como Poe es estar enfermo y tener malestar es, en cambio, sentir simplemente angustia, ansiedad, congoja, desasosiego, desazón, inquietud, intranquilidad, nerviosidad. Es decir, las cosas vulgares (no sé si llamarlas neuróticas) que de a ratos puede tener cualquiera todos los días o incluso todo el día durante un tiempo prudente.

Si pensamos las relaciones entre arte y enfermedad la historia es larga y depende de los dictados de la moda. Y tiene que ver con qué se considera salud y qué enfermedad en distintas épocas. Ustedes saben que contra los clásicos sanos, influyentes y canónicos del siglo XIX, el romanticismo tomó una diagonal: “La enfermedad es bella”. La tuberculosis, la anemia, la discreta tos y el suicidio se hicieron símbolos de prestigio. La proximidad de la muerte, un pasaporte a la gloria.

En 1828, Lord Byron se miraba al espejo y decía esto (créase o no): “Estoy pálido. Me gustaría morir consumido, porque entonces las damas dirían ¡pobre Byron, qué interesante parece al morir!”.

En el siglo XX la moda cambió, pasó de la tuberculosis a la locura. Basta con citar a Breton, el surrealismo, las reuniones con Lacan en el Santa Ana de París, las primeras exposiciones y publicaciones de los internos del hospital. Y el nuevo tablero de los ilustres, el Hall of the Fame de quienes murieron en el extravío o la niebla mental, desde Van Gogh, Nietzsche y Artaud a Hölderlin, Gérard de Nerval y Raymond Roussel. Y después acá, en Argentina, a Jacobo Fijman, que deambuló durante años por los pabellones del Borda.

No era malestar sino estar mal lo que Virginia Woolf le escribía en 1941 a su marido, como testamento, porque según ella no soportaba esa alternancia de euforia creativa y depresión cotidiana: “No quiero enloquecer otra vez”, y se tiraba al río con una enorme piedra en el bolsillo. Pero en el siglo XX el suicidio ya no era bello. Byron creía que había un extraño fulgor en su cara pálida que encantaba a las damas. En cambio, el miedo a la locura en Virginia Woolf se encontró no con el resplandor o el brillo intenso, sino con esa variante etimológica de la palabra fulgor que es fulminar, como cuando un rayo aniquila a alguien, lo mata. Es la diferencia entre dos siglos.

Hace poco le pregunté a un pintor cuáles podrían ser los artistas de mucho destello pero de mucho malestar. El me dijo: Bonnard y Soutine, obras de padecer una interminable ejecución, muy reescritas. Y me agregó esta anécdota: uno de ellos –no sé si Bonnard o Soutine– en algún museo de París –no sé si el Louvre u otro– entró un día con pinceles y témperas y empezó a corregir, a retocar uno de sus cuadros que ya estaba colgado en plena exposición. (No hablemos del revuelo que ese hecho produjo.) La excesiva reescritura en busca de un nuevo y nuevo destello, ese excesivo malestar en busca del fulgor podría evocar también el malestar de nuestra cultura, que no puede asumir la vieja receta de la paciencia cuando se trata de producir fuego. Esa receta dice más o menos esto: introducir un palo deslizándolo por una ranura en la madera seca, todo el tiempo que sea necesario hasta que aparezca la chispa. Y si no se logra la chispa, habrá que hablar entonces del malestar sexual en nuestra cultura.

Días atrás, un crítico me decía: “Leer literatura ya me duele un poco”. ¿Será acaso que leer literatura ya duele un poco porque se cumple como un castigo o una dura disciplina física en los patios cerrados de la Academia o de algún Salón, como decir, si no, en los verdes campos de Treblinka? Allí el resplandor de la lectura literaria parece más intenso porque queda recortado como un ghetto en medio de la Aldea Global, la comunicativa. No sé si ese resplandor ocurre porque tiene como aval el padecer típico del ghetto, el incipiente dolor de aquel amigo mío.

Una breve leyenda, no recuerdo de quién, podría haber sido el epígrafe pero termina siendo el colofón de todo esto: “No hay fuego arriba de uno, en el ethos que dice ética, sino abajo, en el pathos que dice patología”.

* Trabajo publicado en la revista-libro Mal Estar: psicoanálisis/cultura, publicación de la Fundación Proyecto al Sur.

Hector Libertella

Prohíben en La Meca tener perros y gatos por impuros

Las autoridades en la ciudad saudí de La Meca, la más sagrada del Islam, decidieron prohibir la venta de perros y gatos como animales de compañía a petición de la policía religiosa, según publica hoy el periódico local Arab News.
La denominada "Comisión para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio" hizo esta petición después de notar que muchos jóvenes saudíes salían a la calle con sus perros en violación de la cultura y las tradiciones del reino, dijo la fuente.

El rotativo añadió que las autoridades de la ciudad de Yeda, en la costa del de Marzo Rojo, han puesto también en vigor esta decisión.

El Islam considera impuros a los perros, por lo que muchas familias tradicionales musulmanas no tienen a estos animales en casa, aunque la misma religión no hace referencia a los gatos en este sentido.

Arabia Saudí aplica una estricta interpretación de la Ley Islámica (Shariya) y la policía religiosa es una fuerza que se encarga de seguir el cumplimiento de los ciudadanos con las estrictas normas sociales de moralidad.


cc/ sgf

August 23, 2006

Un estudio realizado por una neuróloga norteamericana comprobó las diferencias de personalidad entre hombres y mujeres a partir del cerebro. La emocionalidad de ellas y el pragmatismo de ellos
Una neuróloga norteamericana editó el libro The Female Brain, (El cerebro femenino) y concluyó, entre otras cosas, que las mujeres hablan 20 mil palabras por día mientras que los hombres sólo siete mil.
En compensación, los hombres piensan en el sexo cada 52 segundos mientras que ellas una vez al día. Si bien abundaban los chistes al respecto, nunca antes un estudio neurológico lo afirmaba. Las bebas, de hecho, comienzan a hablar antes que los bebés varones.
Louann Brizendine estudió la diferencia entre los sexos desde el cerebro, y la cantidad que hablan es sólo una de las distinciones. En otro punto, ellos se ponen ansiosos al fin de un "proceso" interno, ellas lo demuestran al instante.
Las mujeres comprenden al instante cuando algo no funciona, cuando duele o hace daño, ellos sólo cuando ven lágrimas.
Además, las muchachas recuerdan los detalles, ellos no; ellas se orientan en la noche, ellos precisan la dirección exacta donde deben ir.
La especialista advierte que pelear no sirve, y menos competir, porque estas distancias entre ambos son una cuestión de neuronas. De modo que hay que olvidarse de grandes lecciones de emocionalidad para ellos o de sermones de pragmatismo para ellas.
En suma, la tesis de Brizendine es que los sexos tienen diferencias desde el cerebro. El de las mujeres es más liviano: pesa cien gramos en promedio menos que el masculino, pero que no implica el peso que resulten menos inteligentes, pues el número de células es el mismo, sólo cambia la densidad de éstas.

"Por la resonancia magnética se descubre que las mujeres tienen una especie de ruta directa para desentrañar emociones, mientras los hombres tienen como si fuesen rutas de tierra, de ripio, rurales", explica. "El porcentaje de neuronas en el área del cerebro asociada a las emociones y a la memoria es mayor en las mujeres, un 11%", añadió.

Las mujeres en general recuerdan mejor los eventos de su propia vida y son más capaces de intuir las emociones de los otros, de intuir lo que ocurre a su alrededor.

Los hombres, en cambio, son los que llevan la bandera del autocontrol. En la corteza anterior es que se ubica, y en las mujeres es más activa pero porque allí se activa el ansia y el estrés. El resultado es que el cerebro femenino percibe pequeños inconvenientes como catástrofes y en el hombre se advierten los peligros sólo físicos, que pueden provocarles una reacción similar.
En cuanto al sexo, los hombres piensan más en ello por la cantidad de testosterona que poseen, que en el cerebro femenino es de 10 a 100 veces inferior. Lo que sí hace a la diferencia, y aquí radica la magia para ellas, es el poder de un abrazo: 20 segundos de estímulo les producen a las chicas la oxitocina, hormonas de la atracción, concluyó el reporte en Corriere della Sera.
En suma, dice la científica, ser mujer implica tener una enorme e invisible antena para comprender el mundo, constantemente atentas a las emociones y necesidades a su alrededor.
Brizendine estudió los cerebros de adolescentes, fetos y abuelas, y afirma que en todos los casos los sesos de las mujeres son máquinas creadas para la conexión, que les permitieron predecir qué precisan su ambiente, sus hijos o sus hombres.