por Xavier Valiño-
Bob Dylan. Cuando Dave Stewart, componente de Eurythmics y, también, productor, conoció a Bob Dylan, le habló de su estudio de grabación en una antigua iglesia en Crouch End y le invitó a conocerla si pasaba por Londres, seguramente creyendo que nunca vería tal cosa. Un buen día, Dylan quiso aprovechar la oportunidad, aunque las indicaciones que tenía no eran muy completas. Se pasó por aquel barrio y encontró una antigua iglesia. Nadie le respondió, así que llamó a la puerta de al lado. “¿Está Dave por aquí?” La señora de la casa lo invitó a pasar y le dijo que Dave había salido, pero que volvería a la hora de la comida. Cuando Dave, un fontanero, regresó a casa, su mujer ya empezaba a ser consciente de quién era aquel tipo que llevaba unas horas sentado en la cocina. “Que no te entre el pánico querido, pero creo que Bob Dylan está en la cocina”, le dijo a su marido. Después de unos minutos de confusión, el incrédulo fontanero y su mujer condujeron a Dylan hasta el estudio del Dave músico que andaba buscando.
Bob Dylan. En diciembre de 1963, el Comité de Emergencia de las Libertades Civiles le concedió a Bob Dylan un galardón por su contribución a la causa de los derechos civiles. Dylan se presentó a la cena, pero estaba tan borracho que acabó vomitando en los baños. Cuando por fin subió al estrado a recoger su premio, el ‘políticamente correcto’ cantautor sorprendió a su audiencia asegurando que veía en sí mismo algo de Lee Harvey Oswald, el supuesto asesino del Presidente John F. Kennedy. Fue abucheado. Unos minutos más tarde reflexionaba en voz alta: “Si digo la verdad, ni siquiera sé lo que es la política”.
Bobby Darin. Puede que entre los casos de parentescos descubiertos más bien tarde, el más conocido sea el de la actriz Liv Tyler a quien se le reveló un buen día que su padre no era Todd Rundgren, como había creído desde su nacimiento, sino Steven Tyler, cantante de Aerosmith. Pero lo de Bobby Darin, descubriendo que la mujer que creía su hermana era, en realidad, su madre, y que su madre era, en realidad, su abuela, no deja de ser el caso más chocante. Nunca logró superar aquella confesión.
Bow Wow Wow. Malcom McLaren había sido el mánager de The New York Dolls y los Sex Pistols, y había cobrado un millón de libras de la época a Adam & The Ants por su asesoramiento para triunfar, así que sabía bien cómo epatar a los medios y conseguir lo que quería. Con su siguiente proyecto, puso en práctica todos sus conocimientos, aunque de qué manera... En una lavandería contrató a una cantante de 14 años llamada Myant Myant Aye, a la que cambió el nombre por el de Annabella Lwin, le montó una banda a su medida, le escribió letras sugerentes y la hizo posar desnuda para el debut de su grupo Bow Wow Wow, a pesar de la oposición de su madre y de la acusación de pornografía infantil. Aquel disco, que en los Estados Unidos apareció con un vestido blanco transparente cubriéndole el cuerpo, se iba a titular Ronnie Reagan, Sue Ellen, Cassanova, Botticelli, In A Time, Never, Never, Queen Diana, Rockefeller, aunque al final su título fue See Jungle! See Jungle! Go Join Your Gang Yeah! City All Over, Go Ape Crazy (¡Mira la jungla! ¡Mira la jungla! ¡Ve y únete a tu pandilla, sí! Por toda la ciudad, vuélvete loco como un mono). Así de barato se vende el éxito.
Brian Wilson (Beach Boys). Tras años desaparecido en combate por su adicción a las sustancias prohibidas y el daño que éstas le habían infringido a su cerebro, Brian Wilson reapareció en 1988 con un disco en solitario. Al psiquiatra que lo había recuperado, Eugene Landry, no le pareció suficiente las facturas que le pasaba por sus servicios, así que consiguió aparecer acreditado en el disco como coautor de las canciones y productor ejecutivo, controlando cada movimiento del recordado compositor de los Beach Boys.
Carnie Wilson (Wilson Phillips). La hija de Brian Wilson, Carnie Wilson, montó su propio numerito televisivo, no precisamente relacionado con el negocio de la música -en el que su grupo Wilson Phillips ya no tenía mucho que decir-: para dejar claro al mundo que ya no se le podría menospreciar más por sus abultadas dimensiones, decidió prestarse a una retransmisión en directo de su operación de reducción de peso.
David Koresh. Su grupo, Messiah, era habitual de los escenarios de Waco. Él era el guitarrista, pero aprovechaba sus conciertos para captar adeptos para otra causa, el culto de los davidianos. Al responsable del sello Lone Star Music le llegó un buen día una maqueta de aquel grupo titulada Madman In Waco (Hombre loco en Waco). No firmó el contrato e hizo bien en no tener más contacto con aquel chiflado. Meses después, David Koresh se suicidó en su rancho de Waco, matando de paso a los 80 componentes de su particular secta que se encontraban en la vivienda.
Depeche Mode. Por increíble que parezca, Axl Rose, de Guns N’ Roses, siempre se declaró un seguidor de Depeche Mode, tanto que los persiguió hasta conseguir invitarlos a su mansión de Beverly Hills para una barbacoa. Encontrarse con un cerdo muerto no fue del agrado de los británicos, vegetarianos estrictos. Poco después emitían un comunicado de prensa en el que aseguraban que ‘el grupo no quiere asociarse con nadie que vaya por ahí matando cerdos sólo por diversión’.
Dexy’s Midnight Runners. En sus espectaculares inicios, la banda era noticia continuamente por atacar a sus críticos a plena luz del día, imponerse un estricto régimen de entrenamiento diario de 10 kilómetros corriendo, pagarse páginas enteras de anuncios para explicar la razón por la que no hablaban con periodistas… Su acción más recordada tuvo lugar cuando acudieron a la sede de su compañía EMI, cabreados por sentir que el sello tenía paralizada su carrera. Tal y como haría la Mafia, secuestraron las cintas originales de la grabación de su primer disco Searching For The Young Soul Rebels. Su productor, en un último intento de parar el secuestro, se tiró delante de la furgoneta. “¡Acelera!”, le gritó a su conductor Kevin Rowland, el líder del grupo. Lograron lo que querían: doblaron sus ingresos por derechos de autor, firmaron con otra compañía y la industria tuvo muy en cuenta el incidente desde ese momento a la hora de negociar con ellos.
Duff ‘Rose’ McKagan (Guns N’ Roses). El bajista del grupo, tras haber escuchado que unos traficantes habían secuestrado al antiguo batería del grupo, Steven Adler, por no haberles pagado, se subió a un coche y se fue en su búsqueda, pertrechado para su misión como Rambo. Cuando llegó a la casa en la que suponía que se encontraba su amigo, empujó a la señora vietnamita que le abrió la puerta y, a pesar de las protestas de ésta, recorrió todos los rincones de la vivienda golpeando puerta tras puerta. Una vez comprobado que allí no había nadie, y ante las preguntas de la mujer, no pudo recordar a qué había ido allí. Más o menos como el argumento de una película de los hermanos Coen.
Elton John. En una ocasión, mientras compartía techo con su novia Linda y el compositor de sus canciones Bernie Taupin, éstos encontraron a Elton John deprimido y con la llave del gas abierta con intención de suicidarse. Aunque, según ellos, no se trataba de un intento totalmente en serio: la llave del gas estaba al mínimo, la ventana de la cocina abierta y el cantante había puesto una almohada bajo su cabeza para descansar cómodamente mientras intentaba irse al otro mundo.
Elvis Costello. En 1978, cuando Elvis Costello se estaba separando de su primera mujer, Mary, comenzó una relación con la conocida groupie Bebe Buell, modelo que había tenido relaciones con muchos otros músicos. Un año después, Costello decidió volver con su mujer. Más tarde, compuso “Human Hands” de su disco Imperial Bedroom con la intención de recuperar a Buell. Volvieron a unirse y mantuvieron una relación con numerosas interrupciones hasta 1985, fecha en la que Buell supuestamente tuvo un aborto de un hijo de Costello. La separación que le siguió fue aún más agria. Buell aseguró que una gran parte de las canciones de Costello las había escrito para ella, incluyendo la mayor parte de Armed Forces. Costello respondió desde la portada del disco:
“Mientras grababa este álbum apareció una americana en mi puerta. Como mucho llegamos a ser extraños unidos por una aventura teórica y de flirteo. Pensé que venía para una visita corta y que yo podría satisfacer mi curiosidad sobre ella. Pero apareció con ocho maletas como una novia de encargo y se mudó a mi casa. Fui demasiado estúpido y vanidoso como para negarme. Ella después dijo que había inspirado la mayoría de las canciones de este disco, cuando resulta que todas estaban casi acabadas cuando nos conocimos. También dijo lo mismo del disco anterior -algo imposible cronológicamente- y de otras composiciones. Es un engaño trágico sobre el que me gustaría decir ‘No voy a dignificarlo con una respuesta’, pero la ‘dignidad’ no es algo que se pueda aplicar a esta historia”.
Elvis Presley. El rey era también el mayor coleccionista de armas del rock, muchas de las cuales aún adornan las paredes de su mansión, Graceland. Dispararle a los aparatos de televisión era uno de sus pasatiempos favoritos. Cuando le presentaron al Presidente Nixon, Presley le regaló un Colt 45. A sus novias también las agasajaba con revólveres. El día que supo que sus guardaespaldas Red y Sonny West habían publicado un libro titulado Elvis: What Happened? (Elvis: ¿Qué sucedió?), en 1976, Presley, tras esnifar una buena cantidad de cocaína y bien pertrechado con un cinturón cargado de pistolas, despertó a parte de su personal al grito de “¡Arriba! ¡Vamos a cazar cabezas! ¡Vamos a matar a esos hijos de puta!”
Eric Faulkner (Bay City Rollers). Lo mejor para una buena campaña de promoción extra son, sin duda, los escándalos publicados en los medios de comunicación a la mañana siguiente. Así que cuando uno de los componentes de los Bay City Rollers, en concreto el guitarrista Eric Faulkner, tuvo una sobredosis en casa de su mánager, Tom Paton, éste, consciente de tal premisa, llamó primero a la prensa y, una vez asegurada su cobertura, se le pasó por la cabeza que tal vez debería avisar también a una ambulancia.
Eurythmics. Algunas fiestas de presentación de discos se convierten en legendarias, en especial las de aquellos artistas que han tenido grandes éxitos y que quieren repetir la jugada, con la discográfica poniendo a su disposición todo lo que haga falta. Para la presentación de We Too Are One del dúo Eurythmics en 1989, más de 300 periodistas fueron invitados a volar a Niza y alojarse en un hotel de lujo. Aquel concierto se celebró en la playa con un gran despliegue de fuegos artificiales. Aunque la pirotecnia corrió a cargo del alcalde de Cannes, que daba una recepción la misma noche, la presentación de aquel disco le costó a RCA el 90% del dinero destinado a la promoción de todos sus artistas en un año.
Frank Infante (Blondie). Ya se sabe que las resoluciones judiciales son a veces sorprendentes, y más en los Estados Unidos. También no es menos cierto que algunas demandas se las traen. El bajista de Blondie llevó a juicio al resto del grupo por... ¡no invitarle a acompañarlos en su juergas nocturnas! Lo más curioso es que salió victorioso del pleito: un acuerdo extrajudicial le reportó una cantidad desconocida y, por increíble que parezca, siguió formando parte del grupo.
George McRae. El cantante soul estaba ya en antecedentes de los oscuros negocios del responsable de su sello T.K. Records, Henry Stone. La mayoría de los artistas le reclamaban a la discográfica grandes cantidades en concepto de derechos de autor que éste nunca les pagaba. George McRae se presentó un buen día en su oficina para reclamarle unos cuantos miles de dólares que le debía por su éxito “Rock You Baby”. Henry Stone no se intimidó: le dio todo lo que llevaba en aquel momento con él y la llave de un Cadillac que estaba aparcado fuera. George McRae se marchó más o menos convencido… ¡hasta que descubrió que el coche era alquilado!
G.G. Allin. Sus actuaciones a principios de los 90 se convirtieron en las más temidas del rock -o las más celebradas, dependiendo de la opinión de cada cual-. Para algunos, G. G. Allin fue el símbolo definitivo de la rebelión del rock, llevándolo hasta sus extremos más peligrosos; para otros, se trataba de un lunático cuyos intentos de escandalizar no debían ser tomados en consideración. En cualquier caso, se convirtió en el mayor degenerado del rock, con más de 50 detenciones, y para el que la música no era más que una excusa para mostrar en escena su comportamiento violento y escatológico. A pesar de su currículo, cuando prometió suicidarse en el escenario en la noche de Halloween, muchos no se lo creían. No pudo cumplir su amenaza, ya que antes, el 28 de junio de 1993, apareció muerto de una sobredosis en el apartamento de un amigo. La noche anterior había abandonado corriendo y desnudo su última actuación, perseguido por la policía y en medio de los disturbios provocados por sus seguidores.
Gloria Trevi. La “Madonna” mexicana se convirtió en la protagonista de una historia bastante truculenta. Tras iniciar una relación a los 14 años con el que se convertiría en su mánager, Sergio Andrade, bastante mayor que ella, Trevi comenzó a proporcionarle muchachas adolescentes. Siempre según la versión judicial, éste las pegaba, les hacía beber de los váteres, las violaba y las forzaba a la prostitución. Cuando se les acusó en 1999, se escaparon a Brasil. Fueron arrestados en Río de Janeiro y pasaron 25 meses en prisión, donde Trevi se quedó embarazada, asegurando que había sido violada por un carcelero. Las pruebas demostraron que el padre era, en realidad, como todos sospechaban, su mánager.
Gregg Allman (The Allman Brothers Band). Tras separarse de Cher, la siguiente pareja conocida de Grez Allman fue Shannon Wilsey, más conocida como Savannah y por su historia como groupie y como actriz en más de cien películas pornográficas. Con el cuarentón y cocainómano Allman estuvo unos años, antes de dejarlo por Vince Neil (Mötley Crüe) -el cantante que no ofrecía un concierto antes de que una mujer le hubiera ‘servido’-. A éste le siguieron Billy Idol, Axl Rose (Guns N’ Roses), Slash (Guns N’ Roses), David Lee Roth (Van Halen) y Mark Walhberg. Cuando Savannah tuvo un accidente de tráfico en 1994 que le deformó la cara, en lugar de ir al hospital se dirigió a su casa y se pegó un tiro. La novia de tantas estrellas del rock prefirió suicidarse antes de perder su único valor seguro: su belleza. Tenía 24 años.
James Brown. En 1959, con sus primeros beneficios en la música, el ‘padrino del soul’ se compró un flamante nuevo Cadillac. James Brown y su banda, The Famous Flames, se paseaban en el coche con las ventanillas subidas para aparentar que tenía aire acondicionado. En una gira por el Sur de los Estados Unidos, entre ciudades del desierto, el coche paró a repostar en una gasolinera. Las ventanillas seguían subidas mientras el dependiente los atendía con calma. Una anciana que se encontraba detrás del vehículo contemplaba atónita lo que sucedía mientras el grupo reía y sudaba, reía y sudaba, reía y sudaba. Finalmente, la señora abrió bruscamente la puerta gritando: “Salgan rápidamente antes de… ¡que se mueran ahí dentro!”
Jerry Lee Lewis. En 1976, el pionero del rock Jerry Lee Lewis fue detenido por la policía a las puertas de la mansión de Elvis Presley, Graceland, bastante borracho y blandiendo un revólver, mientras le gritaba repetidamente al rey del rock que sacara su ‘grasiento culo’ de allí dentro para dilucidar cuál de los dos era el auténtico rey.
Jim Morrison (The Doors). En los años 60, las publicaciones periódicas musicales no tenían los mismos medios que ahora. La semana que Jim Morrison falleció, el New Musical Express, tal vez la revista musical más influyente, apareció con el siguiente titular: ‘El rumor de la muerte de Jim Morrison se ha exagerado’. Cuando Jimi Hendrix murió, Melody Maker, la revista de la competencia, apareció en primera página con el titular ‘Chris Farlowe se une al grupo Colosseum’. El fatídico concierto de The Rolling Stones en 1969 en Altamont, que incluso ellos consideran un gran error y en el que falleció un espectador a manos de Los Ángeles del Infierno, entre otros disturbios, fue saludado en el New Musical Express como ‘el mejor concierto pop que se ha celebrado jamás’, además de declarar el cronista que ‘Los Ángeles del Infierno controlaron la situación en todo momento’.
Jimi Hendrix: Además de estar considerado por muchos como el mejor guitarrista del rock, Jimi Hendrix tiene en su haber otro record: el pene más prominente de los medidos en el mundo del rock. La responsable de la medición fue Cynthia Plaster Caster, quien, más que lo que se le supone a una groupie al uso, se dedicó a hacer moldes en yeso de los penes en erección de aquellas estrellas del rock que le interesaban y se prestaban a su experimento. Paradójicamente, todo empezó como un trabajo académico: su profesor de arte en la Universidad de Illinois les pidió a sus alumnos que confeccionaran un molde de algo duro. Aquel encargo acabó convirtiéndose en la principal actividad de Cynthia, que mantiene una colección que sigue creciendo hasta el día de hoy, aunque hubo un tiempo en el que el socio de Frank Zappa, Herb Cohen, que financiaba la obra, le hurtó las reproducciones y tuvo que recuperarlas tras la correspondiente demanda judicial y el relato en público de sus actividades. Su atípico trabajo fue inmortalizado en la canción “Plaster Caster” de Kiss y en el documental Plaster Caster: A Cockumentary Film.
John Fogerty. John Fogerty contra John Fogerty. ¿Qué puede haber más extraño que una demanda contra uno mismo? Para empezar, John Fogerty había firmado un contrato en su juventud que lo tuvo diez años en dique seco, al impedirle cantar las canciones de su grupo Creedence Clearwater Revival. Después, llegó la demanda de su antigua compañía, Fantasy. Bien es cierto que se trataba de abogados que servían a la misma persona en momentos distintos de su trayectoria, pero también no deja de ser curioso que John Fogerty se demandara a sí mismo por haber plagiado la canción “Run Through The Jungle” de la Creedence Clearwater Revival años más tarde en solitario y titularla “The Old Man Down The Road”. Aunque las canciones son casi iguales, John Fogerty, a través de su antiguo sello Fantasy, perdió la demanda interpuesta contra John Fogerty tras presentarse ante el juez, guitarra en mano, para mostrarle las diferencias.
Johnny Cash. Por raro que parezca, Johnny Cash tuvo unas visitas bastante breves a la prisión, si no contamos sus discos en directo grabados en San Quentin y Folsom Prison -aunque en este caso, por propia voluntad-. En la primera ocasión fue condenado a 30 días tras ser detenido en 1956 por la brigada de narcóticos de El Paso, aunque quedó en libertad condicional. Diez años más tarde sí pasó una noche entre rejas por el delirante delito de… ¡arrancar flores de madrugada junto a una pandilla!
k d Lang. Su participación activa en política no tuvo buena acogida. Se prestó a protagonizar una campaña para PETA, siglas de la organización Gente por el Uso Ético de los Animales, con un anuncio en el que decía ‘La carne apesta’. Los granjeros de su pueblo natal en Canadá, Consort, no se lo tomaron muy bien y decidieron cambiar la señal a la entrada de la localidad que rezaba ‘Consort: pueblo de k d Lang’ por otra en la que se podía leer ‘Come carne de lesbiana’, en relación a las preferencias sexuales de la cantante. Un locutor de radio hizo un comentario en antena un tanto más razonable: “Si piensa que la carne apesta, eso es porque no ha tenido la oportunidad de oler una coliflor que ha estado demasiado tiempo en la nevera”.
Kiss. Todos conocemos las historias de los periodistas que se inventan sus artículos y, antes o después, acaban siendo descubiertos. En este caso, el protagonista fue un mendigo sin hogar que tuvo la genial ocurrencia de hacerse pasar por uno de los componentes de Kiss, Peter Criss, y vender su historia a la revista Star. Tardaron un tiempo en desenmascararlo. Conviene recordar que Kiss siempre se presentaban en escena completamente maquillados y, por lo tanto, sus rostros eran bastante anónimos, así que el mendigo contó con una pequeña ayuda para hacer su relato creíble. Además, el auténtico Peter Criss había desaparecido de la vida pública y se encontraba en una clínica tratando su adicción a las drogas y el alcohol. Al enterarse de la existencia del suplantador, acudió a un programa televisivo para enfrentarse en directo con el impostor.
Kiss: Los cuatro rockeros enmascarados son también conocidos por sus fiestas y relaciones con gran cantidad de groupies. Es más: al igual que Julio Iglesias en nuestro Estado, Gene Simmons presume de haberse acostado con miles de mujeres. En 1980, al ser preguntado el guitarrista de Kiss Paul Stanley por las chicas que el grupo conocía en sus giras, respondió haciendo honor a su reputación: “Las chicas son buenas… ¡pero las mujeres son mejores!”
Led Zeppelin. Peter Grant, el mánager de Led Zeppelin, era un tipo enorme en más de un sentido. Cuando el grupo fue recibido por Elvis Presley en su mansión de Graceland, y mientras los cuatro componentes del grupo saludaban al rey del rock, Peter Grant decidió aparcar su corpulento cuerpo en un sofá cercano, sin darse cuenta de que ya tenía un inquilino: Vernon, el padre de Elvis, un hombre pequeño y delgado. Un leve alarido alertó a todos. Al despedirse, Peter Grant le dijo a su anfitrión: “Encantado de haberte conocido, Elvis. Siento haberme sentado encima de tu padre”.
Led Zeppelin. Sus excesos a la hora de tirar televisiones desde las habitaciones de los hoteles era algo bien conocido por todos en el ramo de la hostelería. Así que ahí está un buen día Peter Grant, su mánager, en la recepción del hotel Hyatt de Los Ángeles pagando a la mañana siguiente, como ya iba siendo costumbre, por una docena de televisores destrozados. “¿Sabe?”, le dice el recepcionista, “siempre he querido tirar una televisión por la ventana”. Grant pone un fajo más de billetes encima de la mesa y le dice: “Aquí tienes, hijo, destroza uno a nuestra cuenta”.
Lee Lewis. Este armonicista sureño, un tanto apurado de dinero, decidió atracar un día la oficina de Correos de su localidad con una pistola de juguete. A la semana siguiente, fue detenido después de pasarse por la misma oficina a comprar unos sellos - lo mismo que le sucedió a Ozzy Osbourne cuando se dedicaba a robar con guantes rotos, con lo que dejaba sus huellas dactilares por todos lados-. No le pareció suficiente: mientras estaba en libertad bajo fianza, esperando el juicio, Lewis se saltó las condiciones de su libertad al aparecer en el concierto benéfico que sus amigos le habían organizado para obtener fondos para su defensa.
Lemmy (Motörhead). Según sus propias palabras en su autobiografía, “me di cuenta que tenía que hacer algo diferente con mi vida el día que me desperté en la playa y me encontré comiendo una lata de alubias frías con mi peine”.
Little Richard. Su fe le llegó en las alturas. Durante un viaje a Australia en 1957, uno de los motores del avión en el que viajaba comenzó a arder. Little Richard se puso a rezar en voz alta, asegurándole al Señor que dejaría su vida en el rock si le permitía salvarse. Tras aterrizar, se dirigió al puente de la Bahía de Sydney y tiró todas sus joyas, convirtiéndose poco después en un predicador; además vendió todos sus derechos de autor futuros por 10.000 dólares. Cumplió, pero no por mucho tiempo: en 1962 estaba de nuevo sobre los escenarios y en 1980 presentó una demanda para recuperar sus derechos de autor. Por eso, cada vez que vuela sufre el temor de enfrentarse a la ira divina.
Lou Reed. Berlin es uno de los discos más recordados de Lou Reed, a pesar de ser su álbum más desolador, en el que el neoyorquino se explayaba documentando la ansiedad, la frustración sexual y la desesperación. Uno de sus cortes, “The Kids”, que habla de la separación de una madre de sus críos, contiene unos inquietantes gritos de unos niños que se alargan durante varios minutos. Para lograr unos chillidos auténticos, el productor Bob Ezrin encerró a sus hijos en el estudio con la cinta grabadora corriendo y les dijo que su madre había muerto.
Lynyrd Skynyrd. La obsesión de los fans por sus ídolos los lleva en ocasiones más allá de lo concebible. El líder de Lynyrd Skynyrd, Ronnie Van Zandt, sufrió la profanación de su tumba por unos seguidores que querían comprobar si había sido enterrado con una camiseta de Neil Young. Conviene recordar que en su tema más celebrado, “Sweet Home Alabama”, se metían con Neil Young por haber grabado antes un par de canciones que nos les sentaron nada bien a los sureños: “Southern Man” y “Alabama”.
Lynyrd Skynyrd. La portada de su disco Street Survivors de 1977 ha pasado a la historia como pieza de coleccionista. En ella se podía ver a los siete componentes del grupo posando entre un fuego infernal. Pocos días después, varios de sus componentes fallecían en un accidente de aviación en el que algunos se desangraron mientras pedían ayuda en medio de las llamas. Su compañía MCA decidió retirar el disco y sustituir aquella fotografía por la de la contraportada.
Marilyn Manson. Según su versión, adoptó su encarnación de anti-Cristo porque habían abusado de él cuando era pequeño. “¡Me escogían a mí porque llevaba la comida al colegio en una caja del grupo Kiss!”, aseguró Marilyn Manson. “Es la clase de abuso que se queda muy dentro de ti para siempre”.
MC5. Se ha convertido en uno de los gritos más recordados del rock; una de sus palabras significó, también, el ostracismo para el grupo. ‘Ahora mismo, ahora mismo, es hora de… ¡echar a patadas los malos rollos, cabrones!’. Así se iniciaba la segunda canción de su debut Kick Out The Jams para el sello Elektra. Por culpa de aquella palabra, la mayor cadena de tiendas de Detroit, Hudson, rechazó poner a la venta el disco. El grupo contestó con un anuncio en un pequeño periódico local. ‘¡Qué se joda Hudson!’ Entonces, la cadena amenazó con retirar todos los discos de Elektra. Al final, la discográfica prefirió ceder al chantaje y deshacerse de la banda que había creado todo el lío. MC5 estaban despedidos y ahí comenzaba su leyenda.
Michael Jackson. El rey del pop le preguntó a su, por aquel entonces, buen amigo Paul McCartney cuál era la mejor manera de invertir sus ganancias. McCartney le aconsejó entrar en el mundo de las editoriales de canciones, así que Michael Jackson le hizo caso y compró los derechos editoriales de las canciones de The Beatles. “Pensé que era un chiste cuando me lo dijo. Ni por un momento se me pasó por la cabeza que fuera a comprar mis canciones”, reconoció McCartney. Hasta aquel momento, los de Liverpool habían impedido que cualquiera de sus temas sirviera como fondo musical de un anuncio televisivo. Lo primero que hizo Michael Jackson tras comprar aquellos derechos fue ceder una de las canciones a la compañía Nike a cambio de una suma más que respetable.
Michael Jackson. Su meteórico ascenso a la cumbre se debe, en parte, a un chantaje. Harto de lo que denominaba el ‘apartheid cultural’, el representante de CBS Walter Yetnikoff amenazó a la MTV con retirar a todos sus artistas, incluidos los de raza blanca, si el último vídeo de su protegido Michael Jackson era menospreciado de nuevo. “Billie Jean” era la canción y la MTV decidió que era preferible ceder a la coacción. La amenaza resultó más que rentable: en la era del vídeo-clip, el disco que contenía aquel tema, Thriller, se convirtió en el más vendido de la historia.
Mick Jagger (The Rolling Stones). En la película Performance de 1970, Mick Jagger interpreta a una estrella del rock bisexual retirada. Otra de las protagonistas era Anita Pallenberg, quien por aquel entonces estaba saliendo con Keith Richards. En una de las escenas románticas, Pallenberg introdujo su lengua en la boca de Jagger y trabajó hasta conseguir ponerlo en acción, como pudieron comprobar los que se encontraban en el estudio. La escena subió tanto de temperatura que fue retirada del montaje final, aunque una versión sin cortes llegó hasta un festival porno de Ámsterdam, en donde logró uno de sus galardones.
Neil Young. Durante los años 80, Neil Young se dedicó al interesante juego de despistar a todo el mundo y, por el camino, perder gran parte de sus seguidores. Había que tener agallas para creerse a un Neil Young techno en Trans (1982), -según él, intentaba comunicarse con su hijo autista a través de la música en un disco que debería ser calificado piadosamente como ‘curiosidad’-, pero es que el country de Hawks & Doves (1980), el heavy de Re-ac-tor (1981) o el rockabilly de Everybody’s Rockin’ (1983) también se las traían. Así que su propia compañía, Geffen Records, decidió demandarlo por no sonar a Neil Young en sus propios discos. Éste respondió plenamente convencido de su actitud: “Que te denuncien por no ser comercial después de llevar veinte años grabando discos... Me pareció mejor que ganar un Grammy”.
New Order. Un periodista fue invitado a entrevistar a los herederos del legado de Joy Division en Manchester. Una vez allí, el grupo hizo gala de su particular sentido del humor, invitándolo a acompañarles a visitar la tumba del que había sido su líder en Joy Division, Ian Curtis, quien se había suicidado. Al llegar, el periodista mostró su extrañeza porque en la lápida había otro nombre. La respuesta no se hizo esperar: “Es cierto, pero es que estábamos sin blanca entonces y no tuvimos más remedio que comprar una lápida de segunda mano”.
New Order. La mayoría creemos que si un disco se encuentra entre los de más éxito, sus responsables tendrán sus alforjas bien repletas. Normalmente es así, al menos que el grupo sea New Order. Siempre preocupados por el diseño, y pensando que era una canción larga de difícil salida comercial, decidieron editar su single “Blue Monday” con una carpeta especial, con lo que con cada copia que vendían perdían 10 peniques. El maxi-single se convirtió en el más vendido de la historia, y el grupo y su compañía Factory Records se arruinaron. Eso sí: pueden presumir de una de las portadas más artísticas de la historia.
Ozzy Osbourne. En marzo de 1981, aconsejado por su mujer Sharon, Ozzy Osbourne se presentó a una reunión que había concertado con su discográfica CBS para promocionar su carrera en solitario con unas palomas que pensaba soltar para impresionarlos. A última hora, borracho y aburrido, se sentó en las rodillas de una de las ejecutivas y, tras liberar a dos palomas, le arrancó la cabeza a una tercera delante de los asustados directivos de su compañía.
Peter Gabriel. En el momento de dejar a su grupo Genesis, Peter Gabriel quedó mejor que un abogado, avisando a sus compañeros con un año de antelación. Sin embargo, cuando la prensa le pidió una explicación, Gabriel escribió una curiosa carta para explicarse: “Como artista, necesito absorber una amplia variedad de experiencias. Es difícil responder intuitiva e impulsivamente a los planes a largo plazo que la banda necesita. Creo que debería mirar a / instruirme / desarrollar mis momentos creativos y aprender del trabajo que se hace fuera de la música. Incluso los placeres ocultos del cultivo de verduras y la vida en comunidad me están empezando a revelar sus secretos. No puedo esperar que el grupo comprometa su agenda por culpa de mis lazos con los repollos”.
Pink Floyd. Durante los 80, Roger Waters y David Gilmour se enzarzaron en una agria batalla por retener el control del nombre Pink Floyd y operar con él. Gilmour llamó a Waters “perro sarnoso”. Waters, a continuación, pagó a un artista para que imprimiera un rollo de papel higiénico con la cara de Gilmour en cada una de sus hojas. No es de extrañar que uno de sus allegados definiera la disputa como “la megalomanía de Waters contra las frustraciones de un reprimido Gilmour, llevadas al extremo en su furia por la venganza sin más”.
Queen. La fiesta por antonomasia de los excesos la celebró Queen para el lanzamiento de su disco Jazz el 31 de octubre de 1978, en el Hotel Fairmont de Nueva Orleáns, tras el tercer concierto de su gira estadounidense de aquel año. 400 invitados, entre los que se encontraban 80 periodistas traídos de todas partes del mundo, fueron conducidos a la orgía de sus vidas, que no reparó en ningún tipo de gastos y que se dio en llamar Sábado Noche en Sodoma. Un grupo de enanos recibía a los asistentes con bandejas de cocaína en sus cabezas importada directamente de Bolivia. Camareros y camareras desnudos servían todo tipo de alcohol, langostas, ostras, el mejor caviar… Entre las distracciones, modelos que peleaban en baños de hígado crudo, enormes mujeres de color que fumaban por los orificios más impensables, artistas desnudos de ambos sexos colgados de grandes jaulas, guerreros zulúes, contorsionistas, bailarines transexuales, brujos, come-fuegos, encantadores de serpientes, una mujer que se ofrecía para decapitarse a sí misma con una motosierra a cambio de una suma elevada, un hombre que desnucaba gallinas vivas a mordiscos… Y en los servicios, profesionales de ambos sexos prestando ‘servicios orales’ a todo aquel que se lo pidiera. Como dijo Freddie Mercury -y la fiesta se encargó de certificar-, “no voy a ser una estrella, voy a ser una leyenda”.
Ramones. Muchos aseguran que conocen bien de lo que hablan y reclaman una credibilidad callejera que pocos pueden sostener con hechos. Dee Dee Ramone no. Una de sus canciones del disco de debut del grupo en 1976, concretamente “53rd And 3rd”, habla de la intersección de las dos calles en Nueva York en la que Dee Dee había ejercido la prostitución para conseguir dinero con el que mantener su adicción a las drogas.
Rod Stewart. Sus relaciones con las mujeres han sido siempre fuente inagotable de episodios curiosos. “Maggie May”, uno de sus grandes éxitos, fue inspirada por “la primera mujer que amé”, aunque, curiosamente, reconocía haberse olvidado de su nombre. En los últimos días de su matrimonio con su primera mujer, Alana, ésta colocó una nota en el armario de su casa de Malibú: ‘¡Atención a todas las fulanas! ¡Prohibido tocar mi ropa!’. La advertencia llevaba una curiosa firma, como previniéndoles de lo que les esperaba: ‘La que pronto dejará de ser la señora de la casa’.
Sam Cooke. Al llegar al número dos de las listas, tras el éxito de un anuncio televisivo en 1985 con la canción “Wonderful World”, un ejecutivo londinense de su discográfica RCA telefoneó a Nueva York pidiendo que organizaran una serie de entrevistas con Sam Cooke, así como una gira británica, con la idea de lanzar un Grandes éxitos con el que rentabilizar el inesperado éxito. El ejecutivo palideció cuando le dijeron que Sam Cooke había sido asesinado 21 años atrás y que no estaría disponible para ninguna gira en un futuro próximo.
Sonny Boy Williamson. Al bluesman de Tennessee no le gustaba nada la comida británica, así que intentaba seguir con su dieta habitual procurándose él mismo sus alimentos. En una de sus giras británicas de finales de los 60, se llevó un conejo a su habitación e intentó cocinarlo en su tetera, quemando una buena parte del hotel en el que se encontraba alojado con el fuego que provocó.
Sting. El bueno de Sting aparece aquí por lo que tantos otros músicos: confiar en su contable y/o mánager. Keith Moore se llamaba su hombre y le robó seis millones de libras. Nada nuevo. Si no, que le pregunten a Peter Frampton, a quien su mánager Dee Anthony casi lleva a la quiebra justo al tiempo que publicaba uno de los mayores éxitos de ventas de todos los tiempos, el doble disco en directo Frampton Comes Alive! O a Billy Joel, a quien su propio cuñado y mánager le sustrajo 30 millones de dólares, de los que sólo recuperó 8 previa demanda judicial.
Stiv Bators (Dead Boys). El líder de Dead Boys fue uno de tantos amantes de Bebe Buell, groupie que intimó también con, entre otros, Todd Rundgren, Mick Jagger, Iggy Pop, David Bowie, Jimmy Page (Led Zeppelin), Steven Tyler (Aerosmith), Rod Stewart, Elvis Costello o John Taylor (Duran Duran, The Power Station). En su caso, Stiv Bators pareció quedar más enganchado a su amada que los demás, ya que le dejó una nota en la que le pedía que, tras morir, esnifara sus cenizas. Bebe Buell no lo cumplió, aunque conserva sus restos en una caja con forma de corazón.
Super Furry Animals. La idea de presentarse en un tanque en el Festival de Reading en 1997 tenía su gracia, aunque no fue tan agradable para quienes estuvieron cerca del vehículo. Más que nada porque, tan pronto como llegaron al lugar, aparcaron el tanque, pusieron un casete de hardcore techno en función de repetición con el volumen al máximo y cerraron la escotilla con llave. Seguramente nadie en sus cabales puede aguantar tres días con el mismo ritmo obsesivo sin descanso. Amenazaron con repetir la jugada en otros festivales pero, por suerte, cuando se pasearon en el tanque por el centro de su ciudad, Cardiff, la policía los paró y les obligó a entregar su ‘arma de destrucción auditiva’.
Syd Barrett (Pink Floyd). Cuando un periodista trató de preguntarle a Syd Barrett por sus creencias religiosas, el fundador de Pink Floyd le respondió: “De acuerdo, vale. Ahora, mira ahí arriba. ¿Puedes ver la gente en el techo?” Era el Syd Barrett que uno de sus compañeros de vivienda definió como ‘uno de los misionarios del ácido para cambiar la cara del mundo, una de las auténticas reservas de ácido’. Los visitantes que pasaban por su casa tenían tanto miedo de que les endosara una dosis de LSD que se negaban a beber nada de lo que les ofrecía y temían incluso al agua del grifo.
Terry Kath (Chicago). Mientras jugaba con una pistola, Terry Kath, uno de los miembros fundadores de Chicago, se pegó un tiro en la cabeza. Pensaba que estaba descargada. Johnny Ace, uno de los pioneros del rock, también se pegó un tiro en 1954, aunque él sí era consciente del peligro que corría: estaba jugando a la ruleta rusa.
The Allman Brothers Band. Al grupo no le gustaba nada posar para los fotógrafos. Para la portada del disco de 1971 The Allman Brothers Band At Fillmore East, el fotógrafo no conseguía tomarles una instantánea. Duane Allman se marchó a ver a un amigo y regresó con una bolsita de cocaína. En ese momento, todos se echaron a reír y el fotógrafo disparó su cámara. Aquellos que lo sabían se dedicaron a revelar a los demás qué era lo que realmente escondía Duane Allman en sus manos en el centro de la fotografía y la causa de tanto jolgorio.
The Beautiful South. A alguien en el seno del grupo no le gustaba el título que iba a tener su siguiente disco, Elton John Is Number One (Elton John es número uno), por lo que, tras varias propuestas, al final optaron por titularlo Choke (Obturador). El destino les mostraría que no iban descaminados: cuando se editó, Choke entró al número dos de las listas de ventas y en el número uno se instaló cómodamente el Greatest Hits de Elton John.
The Byrds. El disco de 1970 de The Byrds acabó siendo publicado como Untitled (Sin título), después de que el grupo comentara a su discográfica que todavía no habían encontrado título para el álbum y sus responsables lo tomaran como algo definitivo. Algo parecido le ocurrió a la Electric Light Orchestra. En el Reino Unido, su primer disco tenía un título homónimo. Sin embargo, en los Estados Unidos apareció como No Answer (Sin respuesta), después de que un empleado de United Artists en América telefoneara al otro lado del Atlántico a la compañía Harvest Records para conocer el título; al no recibir contestación, escribió ‘sin respuesta’ en una portada que fue la que al final se tomó como la definitiva para su publicación.
The Rolling Stones. Dos groupies se acostaron con Brian Jones, guitarrista de los Stones. “Ha estado bien, pero no es lo mismo que con Mick Jagger”, fue su observación. Después, hicieron lo propio con Keith Richards. “Ha estado bien, pero no es lo mismo que con Mick Jagger”. Finalmente, pasaron la noche con Mick Jagger. ¿Su comentario? “Ha estado bien, pero no es lo mismo que con Mick Jagger”.
The Runaways. Un grupo de rock integrado únicamente por mujeres despierta inmediatamente la libido de todos los hombres que se acercan. Nadie más próximo que el propio mánager e ideólogo del grupo, Kim Fowley, quien dejó embarazada a la cantante del grupo, Cherie Curie, de 16 años. Ya, era una menor, pero es que, además, el mánager mantenía relaciones al mismo tiempo con las dos guitarristas del grupo, Lita Ford y Joan Jett.
The Who. Desde entonces, nos han llovido las óperas rock y, ahora, la moda de los musicales basados en figuras del pop y del rock. Todo se debe a que a The Who le faltaban cuatro canciones más para completar su segundo disco y Pete Townshend, su compositor, escribió apresuradamente para ocupar ese lugar una mini-ópera de nueve minutos titulada “A Quick One” (“Una rápida”). Sí, después llegarían Tommy, Quadrophenia o The Kids Are Alright del grupo y tantas otras de otras bandas.
U2. A la hora de firmar un contrato, no hay nada más ordinario que hacerlo en las oficinas de la compañía discográfica. U2 prefirieron hacerlo en uno de los cubículos de los servicios de señoras de la sala londinense Lyceum. The Sex Pistols optaron por las puertas del Palacio de Buckingham -ya se sabe que una de sus canciones era “God Save The Queen” (“Dios salve a la Reina”)-. Aunque, para lugares curiosos, el elegido por The Cramps: la tumba del actor de películas de terror Bela Lugosi.
Vanilla Ice. El violento mundo del rap tiene también sus capos. El jefe del sello Death Row, Suge Knight, impuso sobre sus pupilos y, sobre todo, sus rivales, métodos más propios de la familia Corleone que de la industria musical. Algunos no vivieron para contar su enfrentamiento con él. Otros, como Vanilla Ice, sufrieron sus amenazas muy directamente: en este caso, el rapero blanco fue agarrado por los tobillos y suspendido durante un buen rato de una ventana de un séptimo piso hasta que el ‘padrino’ consiguió que aceptara una de las cláusulas de su contrato.
Van Morrison. Entre otras cosas, Bob Dylan y Van Morrison compartieron en un momento dado el contable. Conociendo este último que ambos coincidirían un día determinado en Londres, los invitó a cenar. El día llegó, ambos se presentaron, los platos iban pasando por la mesa… y ninguno de los dos decía una palabra, ni entre ellos ni a su contable. Ambos permanecieron tan impasibles como las estatuas de la Isla de Pascua. Al acabar la comida, Bob Dylan se retiró. Van Morrison miró fijamente a su anfitrión y le dijo: “Me parece que se encontraba en muy buena forma esta noche, ¿no crees?”