Meditando me pregunto: ¿hasta qué punto los estudios actuales iluminan en nuestra mente el proceso creador de “El Gran Todo?” Es decir: ¿Qué aportes nos proporcionan las siguientes disciplinas? : la neurofisiología, la neuroquímica, la neurofarmacología, la neuropsicología, la neurocirugía, y las neurociencias cognitivas. Esta última emplea técnicas de prospección de gran punta como los modernos escáner a proyección de antimateria (positrones). Asimismo, ¿qué aportes nos dan? : los distintos radioisótopos emisores de fotones, o que es lo mismo, las poderosas ondas electromagnéticas en el interior del cerebro que, luego de “ anotar” fenómenos, se registran como formaciones anatómicas y o funcionales en máquinas especiales desde el exterior del cerebro para su estudio e interpretación; o la Resonancia Magnética Funcional, a la que se le puede adjuntar para hacerla más sensible y precisa, un marcador metálico: el gadolinio (tierra rara), que es un contraste ferromagnético muy útil en diversos estudios funcionales cerebrales.
Estas técnicas de avanzada nos ayudan a la comprensión y origen de las manifestaciones funcionales de la experiencia externa subjetiva, del sentimiento místico impreso en el círculo connatural de la religiosidad, de la Fe en Dios, de las manifestaciones del inconsciente colectivo, de la imaginación activa, de las revelaciones y de todo lo anímico incluido el amor verdadero y los valores fundamentales.
A cada estructura específica del cerebro le corresponde una función y esta función será tanto más acabada y perfecta cuanto más siga y respete la organización en que se apoya la acción que se estudia y a la vez se integre al funcionamiento total del encéfalo.
Toda experiencia sensorial consciente o inconsciente queda registrada en las diferentes neuronas y podrá ser conocida en otro momento si se dan las condiciones o necesidades propicias. Algo similar sucede con nuestro conocimiento hereditario genético el que constituye una base de potencial cognitivo muy superior y profundo. Se trata del inconsciente colectivo universal descrito por C. G. Jung del que me he referido en otras columnas de ÚLTIMAS NOTICIAS.
El inconsciente colectivo está registrado en toda la integridad del cerebro como un holograma y es la fuente de muchos descubrimientos y revelaciones en todos los tiempos.
Los hallazgos científicos, las creaciones artísticas, la poesía, la intuición religiosa , la matemática, etc. , se dan en personas sensibles después que la mente consciente ha trabajado con el problema en estudio de manera intensa y con ahínco, entonces, se presenta una visión intelectual o se manifiesta la imaginación activa. Entre otros muchos, son los casos de: Arquímedes, Newton, Darwin, Dante, Kekule, Poincairé, Gauss, etc.
La lógica en el proceso interior preconsciente, la interpreto como el esfuerzo permanente e inquebrantable de llagar a algo nuevo. No es el azar, pues el azar no es creativo ni productivo. Reitero, es un mirar hacia adentro, consultar las propias intuiciones, incentivar el inconsciente colectivo, distenderse, para que se manifieste la imaginación activa, y se expresen las revelaciones de Dios, de su madre la Virgen María, de Santa Pulqueria “Guardiana de la Fe” y demás “Almas” capaces de hacernos llegar del mundo espiritual lo ignorado o secreto, o sea, su acción intermediaria de Neumoteología (espíritu de Dios).
Cuanto más creemos en las actividades de nuestra mente, cuanto más la utilicemos y tengamos FE en ella, mejor trabaja y rinde y más satisfacciones nos proporciona. Para ello es fundamental que se pongan en comunicación e intercambio los distintos centros funcionales del sistema cognitivo afectivo, junto a la gran red de canales de circulación multidireccional del influjo nervioso central y sus mediadores farmacológicos. De ahí que la capacidad intelectual pueda ser modificada favorablemente mediante el uso de la voluntad creadora, de la autocrítica sincera, del autoanálisis unido a la autorreflexión en forma conjunta con la estimulación permanente de las funciones cerebrales superiores: lenguaje, memoria asociativa y aprendizaje asimilativo, completando con el aprovechamiento de la reverberación cerebral, es decir, la reflexión difusa de las diferentes funciones especiales que permite anticipar conscientemente determinados acontecimientos: , desarrollando la capacidad de integrar y desarrollar la información almacenada necesaria para interpretar el pasado, para vivir el presente o para la preparación del futuro.
Investigando todo esto, incluido el círculo de la religiosidad, Newberg y D´Aquilli, científicos de la Universidad de Pensilvania han estudiado el cerebro humano empleando cortes tomográficos con el escáner SPECT (Tomografía Computada por Emisión de Fotón único), y descubrieron los efectos que producen las prácticas espirituales en nuestro cerebro. Se prestaron voluntarios místicos que practican la meditación profunda o la oración con devoción hasta llegar a identificarse con lo absoluto.
Con el SPECT se comprueba que la actividad del encéfalo se modifica con las inquietudes espirituales. La actividad se intensifica, se iluminan algunas áreas frontales del cerebro al desarrollarse la concentración propia de la meditación o de la oración. A su vez un grupo de neuronas en el lóbulo parietal izquierdo se apagó ( quedó silente), el cerebro está percibiendo una realidad funcional que denomino Neumoteología ( espíritu de Dios) que,
permite al yo y al “sí mismo” distinguirse de los demás gracias a las impresiones dejadas por el Creador en la estructura –funcional cerebral.
Este descenso de la acción –función del lóbulo parietal izquierdo origina percepciones espaciales diferentes y la pérdida del sentido de uno mismo del que se puede tener en estado de vigilia. Es en ese momento cuando se posibilita la así llamada experiencia mística que, es la que permite a un sujeto trascender su identidad individual e identificarse con la Divinidad.
La desconexión celular regional cerebral les permite sentirse unido: con un todo unificado y trascendente. Interpreto que, psicológicamente se trata de manifestaciones del inconsciente colectivo universal, que es pregenético y proviene de Dios.
Los investigadores de Pensilvania han encontrado en el encéfalo el circuito de la religiosidad. Han demostrado que el cerebro tiene la capacidad de conectarse con una realidad oculta más allá del universo físico, que es la base de las realidades religiosas primarias.
Las que se originaron desde el tiempo cero del Big Bang por el soplo cosmogenètico del Creador y llegando a la Tierra a través de los Neumofotones hechos de espíritu y energía. (Se puede leer en otros artículos publicados en la página Web: www.aulo20m.con o en algunos Buscadores conocidos).
Por lo importante del descubrimiento, reitero lo expresado, que las investigaciones tomográficas (SPECT) practicadas en voluntarios de diferentes confesiones religiosas en sus momentos de meditación u oración, han apreciado cambios en el cerebro relacionados con estos estados de conciencia que posibilitan la disolución de la individualidad y la identificación con la totalidad. El cerebro se conecta con una realidad diferente que está oculta más allá del universo físico, realidad que es la base de las tradiciones y experiencias místicas.
Las creencias religiosas han surgido en el hombre porque el cerebro humano está biológicamente preparado para mantener algún tipo de relación con lo que pueda haber más allá del universo físico en el mundo de la Neumoteología.
Newberg y D´Aquilli han descubierto que el estado de meditación o de relajación mental (oración) desactivan regiones del cerebro que regulan la personalidad permitiendo que los místicos voluntarios pierdan durante un tiempo ( el de meditación – oración) la capacidad de distinguirse de los demás y se sientan identificados con la totalidad trascendente. Ello se debe a que Dios ha dejado huellas de su presencia en el cerebro para que los seres humanos puedan llegar a conocerle y sientan impulso y necesidad de llegar hasta ÉL. La indicación médica de: instantes diarios de meditación-oración, pueden en muchos casos, cambiar para bien nuestra salud y conducta.
Si bien las máquinas detectoras de radiación con selecta información anatómica y funcional “ aún no han podido ver a Dios”, en las imágenes obtenidas en cambio, registran distintas acciones del Creador las que en forma indirecta nos indican su presencia. El conocimiento que primeramente arrojó estas investigaciones con tubos emisores de rayos Gamma a fotón único (SPECT) es que la actividad del encéfalo se modifica con las diligencias espirituales y con la intensidad y calidad del pensamiento.
Los científicos investigadores de la universidad de Pensilvania, consideran que el circuito cerebral de la espiritualidad es un argumento avalado por la ciencia de la existencia de Dios.
Lo anterior es un resumen muy somero de una nueva disciplina: la Neuroteología, según la cual Dios ha dejado, desde la Creación, huellas de su presencia en el cerebro para que los seres humanos puedan llegar a conocerle y sientan impulsos de llegar a Él y sentirlo por sus acciones y revelaciones. aulo
January 31, 2007
NEUROTEOLOGÍA NEUMOTEOLOGÍA Y RAYOS GAMMA
January 30, 2007
January 25, 2007
Una Bestia llamada Aleister Crowley
Una Bestia llamada Aleister Crowley- Eduardo Berti
Hombre del subsuelo
Fue escritor, místico, pornógrafo. Ofició magia negra, fue médium, transcribió en trance la voz de los dioses. Fue amigo de Yeats, heroinómano y libertino. Mintió a granel, participó de sociedades secretas y fundó en Sicilia una comunidad cuyo lema —“Hacé lo que quieras”— desató la ira de Benito Mussolini. Eduardo Berti repasa vida y obra de Aleister Crowley, el inglés que metió la nariz en todos los rincones prohibidos del mundo.
A fines de los años ‘60, los Beatles editaron Sargeant Pepper’s Lonely Hearts Club Band, uno de los discos clave de la cultura rock y la psicodelia, e instauraron la tradición de los “álbumes conceptuales”, en los que una idea central atravesaba y unía las diferentes canciones. Además de un mero rejunte de temas, un disco pop podía ser también una obra cerrada y coherente. Para subrayar este “concepto organizador”, el arte de tapa era fundamental; de allí que los propios músicos intervinieran usualmente en su diseño y realización. En el caso de Sargeant Pepper, fue el propio Paul McCartney quien tuvo la idea de cubierta: los cuatro Beatles retratados entre grandes fotografías de sus ídolos y héroes de adolescencia.
McCartney estableció una primera lista con los nombres de William Burroughs, H. G. Wells, Karl Marx, Fred Astaire y Carl Jung, entre otros. Luego les pidió a sus compañeros de grupo que aportasen otros candidatos. La lista más controvertida fue la de John Lennon: Adolf Hitler (finalmente removido), Lenny Bruce, Dylan Thomas, Oscar Wilde, Friedrich Nietzsche, el Marqués de Sade... y un tal Aleister Crowley, un autodenominado poeta y mago negro que se ganó de este modo un apretado lugar al lado de uno de los tantos gurúes indios sugeridos por George Harrison.
A poco de editado el álbum, el diario Daily Express señaló con una mezcla de disgusto y desconcierto la presencia allí de Crowley, exponente distinguido de esa incesante tradición de extravagantes británicos que tan bien retratara Edith Sitwell en su libro The English Eccentrics.
Enseguida Sargeant Pepper se volvió no sólo uno de los discos más influyentes del siglo, sino todo un objeto de culto. Cualquier signo ligado al álbum, incluso a los personajes de la tapa, pasó a ser investigado con ardor por los inquietos seguidores de los Beatles. Uno sospecha que a muy pocos jóvenes de entonces debe haberles asombrado averiguar que ese pelado ubicado cerca de Mae West había sido el autor, en 1922, de Diary of a Drug Fiend, una de las primeras novelas con atmósfera de libertad sexual y experimentación con narcóticos; o saber que había fundado en Sicilia, durante la entreguerra, una especie de comunidad “alternativa” cuya divisa era Do what thou wilt shall be the whole of the law. Traducido mal y pronto: “Hacé lo que quieras”. Para esta suerte de hippie avant-la-lettre, un guiño de los Beatles parecía un destino lógico.
En 1969, el director de cine Kenneth Anger (Scorpio Rising) alquiló una casa a orillas del lago Ness, en la que había habitado Aleister Crowley. Un año más tarde, el guitarrista Jimmy Page, del grupo Led Zeppelin, oyó decir al mismo Anger que la casa estaba en venta y consiguió comprarla. En cuanto se supo que Page era un admirador de Crowley, la prensa sensacionalista de Inglaterra expuso la hipótesis de que el éxito mundial de Led Zeppelin obedecía a un pacto mefistofélico entre los músicos y el demonio.
Por aquellos mismos años, una editorial inglesa (Jonathan Cape) y otra norteamericana (Hill & Wang) decidieron publicar la versión íntegra de las memorias de Crowley. La respuesta del público fue buena, lo que puso en marcha una especie de renacimiento o exhumación de quien, en vida, había sido apodado “La Gran Bestia” o incluso “El Hombre más Malvado del Mundo”. Con el correr del tiempo llegarían las ediciones de bolsillo y más alusiones por parte de otros artistas de rock, como el caso del grupo Joy Division, que tomó del Book of Thot de Crowley el primer verso de su canción “Transmission” (1978).
A la reciente edición en CD de una antigua grabación en cilindro de cera que recoge poemas y textos de Crowley leídos por él mismo (The Great Beast Speaks) se agregaron en el último decenio numerosas biografías, algunas poco menos que hagiográficas, otras, por el contrario, demitificadoras, como la publicada en 1998 por Roger Hutchinson. Pero la gran absolución, como señala Hutchinson en su libro, probablemente haya sido la del Dictionary of National Biography en 1993. Es tradición, desde los tiempos victorianos, que el D.N.B. dé cuenta de las vidas de todos los ciudadanos británicos más o menos destacados. Llegado el momento de una nueva edición (el Dictionary se actualiza cada diez años), los responsables de turno descubrieron numerosas omisiones y se ocuparon de publicar un suplemento que rescató del olvido no únicamente a Aleister Crowley sino también a la poetisa Sylvia Plath y al actor Charles Laughton, entre otros.
Pero el artículo que el D.N.B. consagró a Crowley, de casi mil palabras, lo cataloga simplemente como “escritor”. Poco se informa acerca de sus experiencias con el sexo y las drogas; menos aún sobre sus prácticas ligadas a lo que los ingleses llaman magick, y ni hablar de sus tareas de propaganda a favor de Alemania durante la Gran Guerra. Decir que Edward Alexander (Aleister) Crowley (1875-1947) fue un escritor “colorido, excéntrico, exuberante y deliberadamente provocador” no falta a la verdad; sin embargo, resulta insuficiente como retrato del personaje.
Epater les bourgeois
Edward Alexander Crowley nació en Leamington, Warwickshire, el 12 de octubre de 1875. Su padre era un activo evangelista al que le gustaba mucho la bebida; diez años antes de que naciera su hijo, había mandado publicar un panfleto en el que explicaba las creencias religiosas de los Plymouth Brethren (Hermanos de Plymouth), a quienes adhería: sí a la “tutela de la Biblia”, no a “los catecismos y reglas”.
Alick, como se apodaba al niño Crowley, creció en un ambiente casi monástico. Los Brethren eran una secta, como los cuáqueros, y Alick, un niño bastante regordete, acompañaba a su padre cuando éste iba a predicar de pueblo en pueblo. Fue educado en escuelas religiosas y obtuvo destacadas calificaciones en religión. Pero en 1886, tras la muerte de su padre, Alick quedó al cuidado del hermano de su madre, su tío Tom, quien resolvió sacarlo del colegio y adjudicarle un tutor.
El tutor se llamaba Archibald Douglas, y estaba lejos de ser la persona autoritaria y religiosa que el tío Tom creía haber contratado. Douglas, un graduado de Oxford que tomó el trabajo porque necesitaba dinero, desplegó ante el joven Crowley un mundo de carreras de caballos, juegos de apuestas, billares y mujeres. Fue, en resumidas cuentas, una de las personas más decisivas en su vida. Con él, escribió Crowley, se acabó “el mundo de pesadilla de la cristiandad”.
Crowley tenía unos dieciséis años cuando su madre lo invitó a pasar una vacaciones en Escocia y descubrió el montañismo. No tardó en convertirse en un devoto, y en 1894 se trasladó a los Alpes austríacos con su querido tutor. De regreso se inscribió en Cambridge, con el objetivo de estudiar filosofía ética, y ante la nueva vida que avizoraba tomó la decisión de cambiarse el nombre por el de Aleister, una versión libre de “Alaisder”, es decir: Alexander en gaélico escocés.
Al montañismo enseguida sumó otras dos pasiones: el ajedrez y la poesía. Siendo un adolescente había devorado el Paradise Lost de Milton. Su primer biógrafo, John Symonds, enumera otras lecturas importantes: The Arabian Nights de Richard Burton, clásicos griegos y romanos, novelas rusas y francesas. Pero su ídolo en los tiempos de Cambridge fue, según Hutchinson, Oscar Wilde. “Aleister Crowley llegó pronto a la conclusión de que su vocación era la de épater le bourgeois, y hacia 1895 nadie en Inglaterra había impactado a la burguesía más que Wilde”, afirma el biógrafo. Entonces, a la manera de su modelo, aun cuando hasta entonces no había mantenido más que relaciones heterosexuales, Crowley decidió tener una primera experiencia homosexual con un hombre diez años mayor.
En 1898 publicó su primer libro de poesía: Aceldama, A Place to Bury Strangers In. Creía que estos versos, llenos de imágenes sangrientas, alarmarían a las autoridades de Cambridge de la misma manera que, en 1811, un texto del joven poeta Shelley, The Necessity of Atheism, había provocado su expulsión de Oxford. Pero nada ocurrió. De modo que Crowley mandó imprimir de prisa otro libro, una colección de poemas pornográficos titulada White Satin, y abandonó motu proprio la universidad, “como Byron, Shelley, Swinburne y Tennyson”. El libro puede entenderse como la crónica de un poeta que desciende a un universo de necrofilia, bestialidad y muerte. Si Crowley podía darse el lujo de autopublicar estas obras era porque, al cumplir los 21 años, había sido autorizado a recibir la herencia de su padre.
Perdurabo
Estamos ahora en 1899 o 1900. Cuenta la leyenda que Aleister Crowley, de vacaciones en Suecia, se despierta agitado en medio de una noche: ha descubierto que tiene poderes mágicos. Pronto les revela la noticia a sus dos grandes amigos de la época, el montañista Oscar Eckenstein y su ex compañero de estudios Gerald Kelly. Al primero no le interesa “semejante basura”; a Kelly sí, pero nada sucede cuando se pone a invocar espíritus. Así que Crowley sigue a solas con sus experimentos, bajo la tutela de libros como The Book of Black Magic and of Pacts de Edward Waite, The Kabbalah Unveiled de S. L. Mathers y The Cloud upon the Sanctuary de Von Eckhartshausen.
Su curiosidad y la amistad que traba con algunos químicos interesados en la alquimia (Julian Baker y George Cecil Jones) lo llevan a ingresar en la orden hermética The Golden Dawn, que encabeza S. L. Mathers, el mismo autor del libro sobre la cábala. Por la fraternidad —en cierto aspecto heredera de la Sociedad Teosófica fundada por Mme. Blavatsky— han pasado algunos miembros prestigiosos como el escritor galés Arthur Machen (su verdadero nombre era Arthur Llewelly Jones) y el poeta William Butler Yeats.
No bien es admitido en las filas de The Golden Dawn bajo el nombre de Frater Perdurabo, Crowley conoce a Yeats (cuyo alias allí es Demon Est Deus Inversus) y le hace entrega de una obra teatral que acaba de escribir: Jephthanah. Según testimonio del propio Crowley, después de una lectura apresurada, el poeta irlandés “apenas consiguió murmurar unos pocos elogios de compromiso”. El problema, siempre según Crowely, era que a Yeats “le había hecho daño advertir su inferioridad”.
Años más tarde, cuando la fraternidad se divida, Yeats será uno de los grandes enemigos de Crowley, que en medio del cisma permanecerá fiel a Mathers. En una carta dirigida a un amigo, Yeats comentará que “Crowley ha estado haciendo imágenes de cera de todos nosotros y clavando alfileres en ellas”. A partir de allí se referirá a él lisa y llanamente como “el loco” o “ese hombre loco”.
En la cima
“Aleister Crowley mintió y exageró sin cesar durante su vida”, escribe Hutchinson en el libro The Beast Demystified. Pero una cosa es cierta: en abril de 1902, Crowley formó parte, a instancias de Oscar Eckenstein, de una expedición pionera y valerosa al segundo pico más alto del mundo después de su vecino Everest: el monte K-2 de la India, con 8611 metros de altura. La expedición liderada por Eckenstein y Crowley fue el primer intento serio de hacer cumbre en un pico hasta allí considerado como virtualmente inalcanzable. Aún hoy se debate cuán alto llegaron Crowley y su equipo. En los anales del montañismo se les acreditaron 6600 metros. Ellos reclamaron 6705. Más allá de la polémica, la marca fue una absoluta hazaña: recién fue superada en 1938.
De las altas cumbres Crowley viajó a París, donde descubrió que Gerald Kelly había trabado amistad con un joven escritor inglés, todavía principiante, llamado William Somerset Maugham. En París también frecuentó a Marcel Schwob y al escultor Auguste Rodin, en cuyo estudio se cuenta que llegó a trabajar fugazmente.
“Maugham ambicionaba ser un hombre de letras, y su incapacidad era tan obvia que, me temo, todos éramos muy crueles con él”, escribió Crowley años después de que Maugham publicara en 1908 su segunda novela (The Magician) y lo colocase como uno de los personajes centrales, rebautizándolo Oliver Haddo. Aunque Crowley siempre declaró odiar esta novela, se sabe que poco después de su publicación le confesó a Maugham: “Casi deseo que fueras un escritor importante”.
En agosto de 1903 se casó con la hermana de su amigo Kelly, una joven viuda llamada Rose. Viajaron de luna de miel a Francia, Ceilán y Egipto. Cuentan los adeptos a Crowley que Rose (alguien que nunca había manifestado conocimientos de ocultismo, ni interés alguno por la magia negra) empezó a “sufrir estados de trance” en El Cairo y a “insistirle a su marido que el dios Horus estaba tratando de entablar contacto con él”. Para comprobar si su mujer hablaba en serio, Crowley la condujo a un importante museo egipcio y le pidió que le señalara a Horus. La leyenda afirma que Rose lo guió hasta un monumento funerario de madera, ilustrado con escenas mitológicas y varios jeroglíficos; que a Aleister le impresionó que el objeto, hoy conocido como “la estela de la revelación”, llevase el número 666 en el índice de piezas del museo, y que los días venideros una oscura presencia le dictó a Crowley un texto sagrado.
El episodio terminó con el anuncio del nacimiento de una nueva religión, regida por ese texto (el Liber Legis, o “Libro de las Leyes”) y liderada por un nuevo profeta: Aleister Crowley, quién otro. Escribe Hutchinson: “En comparación con otros textos del mundo de la religión, se trata de un libro corto y establece una ley simple, la ley de Thelema”.
Thelema quiere decir “voluntad” en griego, sobre todo en el griego del Nuevo Testamento, pero es más probable que Crowley prestara atención a esa palabra luego de haber leído la novela Gargantúa (1535), en cuyos últimos siete capítulos Rabelais narra lo ocurrido en torno a cierta Abadía de Thélème cuyo lema es “Fais ce que voudras” (“Hacé lo que quieras”). Una verdadera “anti-abadía”, como afirma Gérard Defaux en una edición crítica de la obra.
Tras la publicación del Liber Legis y de un diccionario cabalístico titulado Liber 777, Crowley tuvo una hija que falleció a los dos años y se separó de Rose para volcarse a una vida sexualmente muy activa. Acto seguido fundó una revista llamada The Equinox (dedicada a promocionarlo y a anunciar la alborada de la “Crowleyan Age”) y se colocó al mando de una nueva orden: A.’A.’.
A raíz de un artículo sobre The Golden Dawn publicado en el segundo número de The Equinox, Crowley tuvo que concurrir a tribunales, acusado por el mismísimo cabalista S. L. Mathers de haber divulgado la intimidad de una sociedad secreta y clandestina. La prensa se ocupó del caso con grandes titulares: “Secretos de una sociedad mística”, “Ritual rosacruz será revelado”. La revista John Bull (que con el tiempo emprendería una auténtica cruzada contra Crowley) lo felicitó en un texto irónico por el fallo favorable del juicio, y varios periodistas se encargaron de cubrir días más tarde “Los ritos de Eleusis”, un evento organizado por Crowley y su nueva pareja, la violinista australiana Leila Waddell. Los cronistas y policías presentes acaso esperaban asistir a actos de espiritismo o brujería en escena; en cambio debieron soportar un espectáculo de música y poesía que incluyó a Crowley recitando obras de Swinburne.
Equinoccio
Enfermo de bronquitis, Crowley empezó a consumir opio en 1913, el mismo año en que dejó de editar The Equinox. Meses más tarde Gran Bretaña le declaró la guerra a Alemania, entrando en lo que posteriormente se llamaría Primera Guerra Mundial, y Crowley partió en barco a los Estados Unidos.
A diferencia del patriota Somerset Maugham, o de su cada vez menos amigo Gerald Kelly, Crowley hizo propaganda pro-alemana durante la guerra. Fue contratado por un alemán residente en Nueva York, George Sylvester Viereck, y acabó dirigiendo sucesivamente las revistas The Fatherland y The International. También encontró tiempo para organizar un falso acto, encabezado por falsos independentistas irlandeses, que llegó a ser recogido en julio de 1915 por el New York Times. Y para ponerse en contacto con un grupo gnóstico llamado O.T.O. (Ordo Templis Orientis), encabezado por cierto Theodor Reuss, que lo nombró a cargo de la filial británica y le encargó la escritura de un rito que Crowley bautizó La Misa Gnóstica.
“La dificultad que encontraron los contemporáneos que intentaron descifrar su comportamiento entre 1914 y 1917 —afirma Hutchinson— es que todos ellos lo tomaron en serio, mientras que Aleister no se tomaba nunca nada en serio, excepción hecha de su destino personal.” Crowley podía representar a un mismo tiempo sus múltiples papeles: el patriota irlandés, el pro-alemán, el doble agente británico, etcétera. Y para colmo los representaba con una convicción furibunda, como puede leerse en una columna que escribiera para The Fatherland: “Inglaterra debe ser dividida entre los poderes continentales. Debe ser una mera provincia, o peor aún, una colonia de sus naciones vecinas, Francia y Alemania”. Por mucho menos otros ingleses habían sido fusilados.
Pese a estas arengas, al terminar la guerra Crowley pudo regresar sano y salvo a su país. ¿Quién lo ayudó? ¿Quién salvó su pellejo? En su biografía, Hutchinson calcula que Gerald Kelly, involucrado todo ese tiempo en tareas de inteligencia naval, tiene que haber sido el salvador de Crowley. Un salvador clemente, no cómplice; un salvador convencido de que su viejo amigo era víctima de una aguda esquizofrenia.
Muchos afirman que Crowley, con los años, fue volviéndose más democrático. Prueba de esto sería que en 1937 la Left Review llevó a cabo una encuesta entre intelectuales británicos preguntándoles de qué lado estaban en la Guerra Civil Española, y el ex propagandista alemán votó en contra de Franco y por los republicanos. Otra prueba sería que, al estallar la Segunda Guerra Mundial, Crowley mandó a imprimir un panfleto titulado “Thumbs Up!” (“Pulgares arriba”) que empezaba diciendo: “Inglaterra, Inglaterra, ponte de pie”. Ilustraba la portada del panfleto el dibujo inconfundible de un pene y dos testículos.
La Abadía de Thelema
Alrededor de 1920, Crowley empezó a consumir heroína por prescripción médica. La experiencia, sumada a sus tanteos de décadas atrás con el opio y el hashish, ha quedado reflejada en su novela Diary of a Drug Fiend, publicada por Collins a finales de 1922.
Como la heroína era ilegal en Gran Bretaña y muy difícil de obtener por aquellos tiempos, Crowley decidió mudarse a otro país. La idea del viaje fue engrandeciéndose, hasta desembocar en el proyecto de fundación de una suerte de comunidad utópica, “arquetipo de una nueva sociedad”, tal como proclamaba en su Liber Legis. La Abadía de Thelema acabó siendo establecida en la costa norte de Sicilia, en un promontorio muy cercano al pueblo de Cefalu. “Sicilia era barata, confortable y bastante tolerante en comparación con otros sitios de Europa”, informa Hutchinson.
Puede que Crowley quisiera paz y tranquilidad en Italia, pero el final de la historia fue escandaloso. El edificio (una casa de cinco habitaciones) estaba lleno de dibujos cabalísticos y carecía de condiciones sanitarias: nadie limpiaba, nadie barría, no existía el agua corriente. El líder de la comunidad, Master Therion, otro de los tantos alias de Crowley, curaba sus trastornos bronquiales con una mezcla de heroína, opio, cocaína, éter, morfina, vino, brandy y hashish.
“Las orgías de Aleister Crowley en Sicilia”, tituló el diario Sunday Express cuando algunos invitados a la Abadía regresaron y narraron la estadía. A los tres meses, el mismo diario volvió a la carga con “Nuevas revelaciones siniestras”: un hombre llamado Raoul Loveday había muerto en Thelema. Aunque Aleister Crowley no fue responsable de la muerte de Loveday, según estima Hutchinson, la prensa británica no se mostró dispuesta a concederle el beneficio de la duda.
Si algo terminó con la Abadía no fue la implacable campaña de prensa sino la política de Benito Mussolini, recién llegado al poder en Italia. “Las actividades de Aleister preocuparon a las autoridades italianas”, dice Hutchinson en su biografía, para luego recordar el combate del joven Mussolini contra todo tipo de sociedades secretas. “La misma represión que, entre 1922 y 1923, llegó casi a destrozar la Mafia en Italia, también se ocupó del mundo del ocultismo. Los Grandes Maestros de varios grupos herméticos fueron prohibidos, expulsados o condenados a exilios internos.”
Crowley intentó volver a fundar la Abadía en Túnez, pero “su momento de gloria había pasado”. Lo que sobrevino fue un lento y anunciado eclipse. Expulsado de Francia en 1929 por tenencia y consumo de narcóticos (“mi caso es otro caso Dreyfus”, llegó a exclamar el imputado), concluyó una vastísima autobiografía, dio a publicar su segunda novela Moonchild, que llegó a ser tildada de “curiosa” por el Times Literary Supplement y mantuvo por los menos otras dos relaciones amorosas importantes: con una alemana de 19 años llamada Hanni Jaeger y con la nicaragüense María Teresa Ferrari de Miramar, con quien llegó a estar casado doce meses.
Cuando John Symonds fue a su encuentro, interesado en escribir la que sería la primera biografía de Crowley, se encontró con un hombre que “lucía bastante exhausto” y que no contaba con amigos. Prueba de esta soledad es el hecho de que el joven Symonds, a quien Crowley no llegó a tratar siquiera un año, fue nombrado albacea tras su muerte, el 1º de diciembre de 1947.
La enfermera que atendió a Aleister Crowley en sus horas finales divulgó que sus últimas frases fueron: “A veces me odio a mí mismo”. Tal vez ocurriese, como sugiere Hutchinson, que ya no quedaba nadie dispuesto a odiar a esa Bestia jubilada, con aspecto de abuelo inofensivo. En tiempos de Hitler, el título de “Hombre más Malvado del Mundo” le quedaba indiscutiblemente holgado.
January 23, 2007
Breve historia de los colores /radar pag12
El historiador y antropólogo francés Michel Pastoureau, entrevistado por la periodista Dominique Simonnet, alza los avatares de los colores como espejo de nuestros gustos, nuestros miedos,
nuestra herencia y del modo en que vemos el mundo.
Azul
Los griegos, la Virgen y el Partido Conservador
Empecemos por la estrella, el azul: es el color favorito de los europeos, y hasta de los occidentales.
–Toda la civilización occidental da preeminencia al azul. Sin embargo, no siempre ha sido así. Durante mucho tiempo el azul fue un color poco apreciado. No se encuentra ni en las grutas paleolíticas ni en el Neolítico, cuando aparecen las primeras técnicas de tinte. En la Antigüedad no se consideraba realmente un color, status que sólo tenían el blanco, el rojo y el negro. Con excepción del Egipto faraónico, el azul era incluso objeto de desdén.
Sin embargo, es omnipresente en la naturaleza, y especialmente en el Mediterráneo.
–Sí, pero el color azul es difícil de fabricar y de dominar, y ésa es sin duda la razón por la que no tuvo ningún papel en la vida social, religiosa o simbólica de la época. En Roma era el color de los bárbaros, del extranjero (a los pueblos del norte, como los germanos, les gustaba el azul). Tener los ojos azules era en una mujer señal de mala vida. Para los hombres, una marca de ridículo. Entre los griegos encontramos confusiones de vocabulario entre el azul, el gris y el verde. La ausencia del azul en los textos antiguos intrigó tanto a algunos filólogos del siglo XIX que... ¡llegaron a creer seriamente que los ojos de los griegos no eran capaces de percibirlo! Esta situación perdura hasta la Alta Edad Media: así, por ejemplo, los colores litúrgicos, que se forman en la época carolingia, lo ignoran (se constituyen en torno del blanco, el rojo, el negro y el verde). Todavía quedan huellas de ese pasado medieval, ya que el azul sigue ausente del culto católico... Y luego, de pronto, todo cambió.
¿Acaso aprendieron a fabricarlo mejor?
–No. Lo que se da es un cambio profundo en las ideas religiosas. El Dios de los cristianos se convierte precisamente en un dios de luz. Y la luz se vuelve... ¡azul! Por primera vez en Occidente se pintan los cielos de azul –antes eran negros, rojos, blancos o dorados–. Más aún, se estaba entonces en plena expansión del culto mariano. Ahora bien, la Virgen vive en el cielo... A partir del siglo XII, la Virgen aparece en las imágenes cubierta con un manto o vestido azul. La Virgen se convierte en la principal promotora del azul. De repente el azul se vio divinizado y se difundió no sólo en los vitrales y en las obras de arte sino también en toda la sociedad: puesto que la Virgen va vestida de azul, el rey de Francia también lo hará. Al cabo de tres generaciones, el azul se convirtió en una moda aristocrática. Animados y solicitados, los tintoreros rivalizaban por encontrar nuevos métodos, y así consiguieron fabricar unos azules magníficos.
Entonces el azul divino estimuló la economía...
–Las consecuencias económicas fueron enormes. De pronto, la demanda de glasto (o hierba pastel) se disparó. En Estrasburgo, los comerciantes de granza, la planta que da el color rojo, estaban furiosos. Incluso llegaron a sobornar a un maestro vidriero encargado de representar al diablo en los vitrales para que lo pintara de azul, para degradar así a su rival.
¡Empezó una guerra abierta entre el azul y el rojo!
–A finales de la Edad Media, la oleada moralista que provocaría la Reforma afectó también a los colores: empezó a decidirse qué colores eran dignos y cuáles no. La paleta protestante se articuló alrededor del blanco, el negro, el gris, el pardo... y el azul. Este discurso moral también promueve el negro, el gris y el azul en el vestuario masculino. Y sigue aplicándose en nuestros días. En ese aspecto, seguimos viviendo bajo el régimen de la Reforma.
Entonces el azul, que tuvo tan mal comienzo, triunfa.
–En el siglo XVIII se convierte en el color favorito de los europeos. Se pone de moda en todos los ámbitos. El romanticismo acentuará esa tendencia: al igual que su héroe, el Werther de Goethe, los jóvenes europeos se visten de azul y la poesía romántica alemana celebra el culto de este color tan melancólico; algún eco de esta melancolía ha quedado en el vocabulario, como la palabra blues... En 1850, una prenda de ropa le da otro empujoncito: los jeans, inventados en San Francisco por un sastre judío, Lévi-Strauss, son el pantalón ideal, y con su gruesa tela teñida al índigo introducen el azul en el mundo del trabajo.
También habría podido teñirlos de rojo...
–¡Ni pensarlo! Los valores protestantes dictan que la ropa debe ser sobria, digna y discreta.
El azul ha adquirido un significado político también.
–En Francia fue el color de los republicanos, que se oponía al blanco de los monárquicos y al negro del partido clerical. Pero poco a poco se desplazó hacia el centro, dejándose desbordar a su izquierda por el rojo socialista y luego comunista. Digamos que fue expulsado hacia la derecha. Después de la Primera Guerra Mundial pasó a ser un color conservador: tras la guerra, la Cámara de Diputados francesa recibió el nombre de Chambre Bleu Horizon, en razón del color del uniforme de ex combatientes que llevaba el elevado número de diputados conservadores.
¿Y hoy?
–Hoy, el azul es un color consensual para las personas tanto físicas como morales: los organismos internacionales, la ONU, la Unesco, el Consejo de Europa, la Unión Europea, todos han elegido un emblema azul. Se elige por exclusión, después de eliminar los demás. Es un color que no impacta, no disgusta y suscita unanimidad. Por eso mismo ha perdido su fuerza simbólica.
Rojo
Papas, putas y caperucitas
La supremacía del rojo se da en todo Occidente. ¿Es simplemente porque atrae la mirada, puesto que en la naturaleza apenas está presente?
–Evidentemente se destacó porque rompía con el entorno. Pero existe otra razón: es que muy pronto se consiguieron dominar los pigmentos rojos y se utilizaron en pintura y tintes. Treinta y cinco mil años antes del nacimiento de Cristo, el arte paleolítico utilizaba el rojo, obtenido sobre todo a partir de la tierra ocre-rojo.
Tuvo, entonces, un pasado más glorioso que el azul.
–Sí, era un color admirado, y se le confiaban los atributos del poder, es decir, los de la religión y la guerra. El dios Marte, los centuriones romanos, algunos sacerdotes... todos vestían de rojo. Se impuso porque remitía a dos elementos omnipresentes en toda su historia: el fuego y la sangre. Podemos considerarlos tanto positiva como negativamente, lo cual nos da cuatro polos en torno de los cuales el cristianismo primitivo formalizó una simbología tan fuerte que todavía perdura en nuestros días. El rojo fuego es la vida, el Espíritu Santo de Pentecostés, las lenguas de fuego regeneradoras que descienden sobre los apóstoles; pero es también la muerte, el infierno, las llamas de Satanás que consumen y aniquilan. El rojo sangre es la sangre que Cristo derramó, la fuerza del Salvador que purifica y santifica; pero es también la carne mancillada, los crímenes, el pecado y las impurezas de los tabúes bíblicos.
El rojo se identificará con los signos del poder...
–A tal punto que a partir de los siglos XIII y XIV, el Papa, hasta entonces consagrado al blanco, se viste de rojo. Y los cardenales harán otro tanto. Eso significa que tan magníficos personajes están dispuestos a derramar su sangre por Cristo. En ese mismo momento, en los cuadros, el diablo aparece pintado de rojo, y esta ambivalencia se acepta muy bien.
¿Y Caperucita Roja, que se aventura en los bosques de la Edad Media? ¿Entra en este juego de símbolos?
–Desde luego. En todas las versiones del cuento –la más antigua se remonta al año 1000–, la niña va de rojo. ¿Es porque se vestía a los niños de rojo para no perderlos de vista, como aseguran algunos historiadores? ¿O porque, como afirman algunos textos antiguos, la historia transcurre el día de Pentecostés y en la fiesta del Espíritu Santo, cuyo color litúrgico es el rojo? ¿O porque la niña iba a encontrarse en la cama con el lobo e iba a correr la sangre, tesis que plantean los psicoanalistas? Prefiero la explicación semiológica: una niña de rojo lleva un tarrito de manteca blanca a una abuela vestida de negro... Ahí tenemos los tres colores básicos del sistema antiguo. Los encontramos en otros cuentos: Blancanieves recibe una manzana roja de una bruja negra. Es el mismo código simbólico.
Apuesto que el rojo, insolente, no gustó a los encopetados líderes de la Reforma.
–¡Y aún menos porque es el color de los “papistas”! A los protestantes, el rojo les parecía inmoral. Se refieren a un pasaje del Apocalipsis en el que San Juan cuenta cómo la gran prostituta de Babilonia cabalgaba, vestida de rojo, encima de una bestia llegada del mar. Para Lutero, Babilonia es Roma. Por lo tanto, hay que expulsar el rojo del templo, y de las ropas de todo buen cristiano. A partir del siglo XVI, los hombres ya no se vestían de rojo (salvo los cardenales y los miembros de determinadas órdenes de caballería). En los medios católicos, las mujeres sí podían hacerlo. Hay un curioso cambio de posiciones: en la Edad Media, el azul era más bien femenino (por la Virgen) y el rojo, masculino (signo de poder y de la guerra). Ahora, en cambio, el azul se convierte en masculino, por ser más discreto, y el rojo, en femenino. Conservamos algún rastro de ellos: azul si el bebé es niño, y rosa para las niñas. El rojo seguirá siendo el color de la novia hasta el siglo XIX.
¡La novia vestía de rojo!
–¡Claro! Sobre todo entre los campesinos, la gran mayoría de la población de entonces; porque el día de la boda uno se pone sus mejores ropas, y una prenda bonita y rica es necesariamente roja, porque éste es el color que mejor les sale a los tintoreros. En este punto encontramos nuestra ambivalencia: durante mucho tiempo las prostitutas tenían la obligación de llevar una prenda de ropa roja para que en la calle las cosas estuviesen muy claras; por la misma razón, se colgaba una lámpara roja a la puerta de los burdeles. El rojo describe las dos vertientes del amor: lo divino y el pecado de la carne. Al cabo de los siglos, el rojo de la prohibición también se impuso. A partir del siglo XVIII, un trapo rojo significará peligro.
¿Tiene alguna relación con la bandera roja de los comunistas?
–En octubre de 1789, la Asamblea Constituyente decretó que se colocaría una bandera roja en los cruces para señalar la prohibición de formar grupos y advertir que la fuerza pública podía intervenir. El 17 de julio de 1791, muchos parisinos se reunieron en el Campo de Marte para exigir la destitución de Luis XVI, que acababa de ser detenido en Varennes. Como existía amenaza de motín, Bailly, el alcalde de París, ordenó izar una gran bandera roja. Pero los guardias nacionales dispararon sin aviso: hubo unos cincuenta muertos, que se convirtieron en “mártires de la revolución”. Por una sorprendente inversión, esa bandera roja, “teñida con la sangre de esos mártires”, se convierte en emblema del pueblo oprimido y de la revolución en marcha. La Rusia soviética la adoptó en 1918 y la China comunista en 1949.
¿Y actualmente?
–Entre nosotros, además, el rojo es siempre señal de fiesta, Navidad, lujo, espectáculo: los teatros y las óperas suelen decorarse con rojo. Y el rojo suele asociarse al erotismo y a la pasión. Pero el viejo simbolismo ha perdurado y así las señales de prohibición, los semáforos rojos, el teléfono rojo, el alerta roja, la tarjeta roja, la Cruz roja, todo esto deriva de la misma historia, la del fuego y la sangre.
Blanco
El gran malentendido
¿Le parece sacrílego preguntarse si el blanco es realmente un color?
–Es una pregunta muy moderna, no habría tenido ningún sentido hace tiempo. Para nuestros antepasados no había ninguna duda: el blanco era un verdadero color. En las sociedades antiguas, se definía lo incoloro como todo lo que no contenía pigmentos: se trataba a menudo del tinte de base antes de utilizarlo, el gris de la piedra, el marrón de la madera en bruto, el crudo del tejido al natural. Al convertir el papel en el principal soporte de textos e imágenes, la imprenta introdujo una equivalencia entre lo incoloro y el blanco, que pasó a ser considerado como el grado cero del color, o como su ausencia.
En nuestro vocabulario, el blanco está asociado a la ausencia, a la falta: una página en blanco (sin texto), una noche blanca (sin sueño), una bala blanca (sin pólvora), un cheque en blanco (sin importe)... O: “Me he quedado en blanco”.
–Son ciertas esas huellas en el lenguaje, pero en nuestro imaginario asociamos espontáneamente el blanco a la pureza y la inocencia. Sin duda porque resulta relativamente más fácil hacer algo uniforme, homogéneo y puro con lo blanco que con los demás colores. En algunas regiones, la nieve ha fortalecido este símbolo. Desde la Guerra de los Cien Años, en los siglos XIV y XV, se enarbola una bandera blanca para pedir el cese de hostilidades: el blanco se oponía entonces al rojo de la guerra. Esta dimensión simbólica es casi universal.
Virginidad... Sin embargo, contabas que las novias vestían de rojo...
–Sí, antaño, en la época de los romanos, la virginidad de una mujer no tenía la importancia que luego se le dio. Con la institución definitiva del matrimonio cristiano, en el siglo XIII, se hizo esencial, por razones de herencia y genealogía, que los críos que nacieran fuesen realmente hijos de su padre. Desde finales del siglo XVIII, cuando los valores burgueses se imponen sobre los valores aristocráticos, se intima a las muchachas a que hagan alarde de su virginidad. Y tuvieron que llevar vestidos blancos.
Cultivamos una obsesión por el blanco: ¡ahora hasta la ropa lavada tiene que quedar más blanca que el blanco!
–Es cierto: buscamos el ultrablanco, un punto en que lo simbólico coincide con lo material. Siempre se ha buscado ir más allá del blanco. En la Edad Media, el dorado desempeñaba esa función: la luz muy intensa adquiría reflejos dorados, se decía. Hoy, a veces se utiliza el azul para sugerir el más allá del blanco: el freezer en la heladera (más frío que el frío), los caramelos de menta superfuertes, o los glaciares en azul en los mapas, sobre el fondo blanco de la nieve...
El blanco es pureza, pero también la vejez...
–El blanco de la vejez, el de los cabellos canos, indica serenidad, paz interior, sabiduría. El blanco de la muerte y del sudario se reúne entonces con el blanco de la inocencia y de la cuna. Como si el ciclo de la vida empezase en el blanco, pasara por diferentes colores y terminara en el blanco. Además, en Asia y en una parte del Africa, es el color del duelo.
La vida como recorrido dentro de los colores... Es linda metáfora.. Hay otro símbolo: somos europeos, se supone que tenemos la tez blanca.
–¡Eso es un código social! La blancura de la piel siempre ha funcionado como una señal de reconocimiento. En el pasado, los campesinos que trabajaban al aire libre tenían la tez tostada y los aristócratas consideraban obligado tener la piel lo menos atezada posible para distinguirse bien de ellos. En las sociedades de corte de los siglos XVII y XVIII se embadurnaban con cremas para obtener una máscara blanca, que algunas zonas resaltaban con rojo. La expresión “sangre azul” se refiere justamente a esta costumbre: tenían la cara tan pálida y translúcida que se veían las venas, y algunos llegaban a redibujárselas para que no los confundieran con los labradores. En la segunda mitad del siglo XIX convenía distinguirse de los obreros, que tenían la piel blanca porque trabajaban en interiores. Para la elite, llega la época de los baños de mar y la piel bronceada.
Y ante la mirada de otras sociedades, el llamarnos a nosotros mismos “blancos”, ¿significa que tenemos la ambición de creernos “inocentes”?
–Los “blancos” nos consideramos inocentes, puros, limpios, a veces incluso divinos o sagrados. El hombre blanco no es blanco, desde luego, como tampoco lo es el vino blanco. Pero estamos apegados a este símbolo que halaga nuestro narcisismo. Los asiáticos, en cambio, ven en nuestra blancura una evocación de la muerte: les parece que el hombre blanco europeo tiene una tez tan mórbida que aseguran que realmente huele a cadáver.
Negro
Entre el lujo y la austeridad
El negro, el otro enfant terrible de los colores, forma, igual que el blanco, banda aparte. ¿Es un color de verdad? ¿A qué se debe su reputación sombría?
–Espontáneamente, pensamos en los aspectos negativos del negro: los temores infantiles, las tinieblas y, por lo tanto, la muerte, el duelo. Esta dimensión está presente en la Biblia, donde el negro está ligado a las adversidades, los difuntos y el pecado, y también está asociado a la tierra, es decir, al infierno, al mundo subterráneo. Pero existe un negro más respetable, el de la templanza, el de la humildad, el de la austeridad, el que llevaron los monjes e impuso la Reforma. Se transformó en el negro de la autoridad, el de los jueces, los árbitros, los automóviles de los jefes de Estado. Y conocemos aún otro negro: el del chic y la elegancia.
A veces se afirma que el negro contiene todos los demás colores.
–Si mezclamos todos los colores, se llega en realidad a una especie de pardo o de gris. Químicamente es muy difícil conseguir el verdadero negro. Por eso en la Edad Media el negro está poco presente en las pinturas. Fue la moral el acicate de la técnica: la Reforma declaró la guerra a los tonos vivos y profesaba una ética de la austeridad y lo oscuro, y a los tintoreros italianos les pedían colores “prudentes”. Los grandes reformistas se hicieron retratar de negro. Es un color de moda en el siglo XVI no sólo entre los eclesiásticos sino también entre los príncipes. Lutero se vestía de negro; y Carlos V, también. El negro elegante de los trajes de gala es una herencia directa del negro principesco del Renacimiento.
El negro es, además, el color del duelo. ¿Es así en todas partes?
–No. En Asia, aunque el negro también se asocia a la muerte, el duelo se lleva vestido de blanco, porque el difunto se transforma en un cuerpo de luz, se eleva hacia la inocencia y lo inmaculado. En Occidente, el difunto regresa a la tierra. Ya entre los romanos, las ropas del duelo eran grises, el color de la ceniza. Hasta el siglo XVI, sólo los aristócratas podían pagarse un traje de duelo, porque el negro era muy caro.
En política tampoco era un buen augurio.
–En tiempos pasados, la bandera negra era la de los piratas y significaba la muerte. Fue recuperada por los anarquistas en el siglo XIX y llegó a pisarle el terreno a la bandera roja de la ultraizquierda. Y luego el negro de la ultraizquierda alcanzó al negro de la ultraderecha que representaba, según los países, al partido conservador, al partido monárquico o al de la Iglesia.
Igual que el blanco, al negro se le ha discutido su status de color...
–En primer lugar, por la teoría del color luz de la Edad Media. Mientras se creía que el color era materia, no había problemas: había materias negras y el negro era un color como los demás. Pero si el color era luz... ¿no era acaso el negro la ausencia de luz, y por lo tanto de color? El segundo cambio: la aparición de la imagen grabada y de la imprenta impuso poco a poco la pareja negro-blanco. El tercer cambio: la ciencia mete cuchara en el asunto. Desde Aristóteles se clasificaban los colores según ejes, círculos o espirales. Siempre había lugar para el negro y el blanco, a menudo en uno de los extremos. Al descubrir la composición del espectro del arco iris, Isaac Newton estableció un continuo de colores que por primera vez excluye el negro y el blanco. A partir del siglo XVII, estos dos colores fueron relegados a un mundo aparte. A partir del siglo XIX, el blanco y negro es el mundo sin colores. La democratización de la fotografía y luego el desarrollo del cine y la televisión, que en principio fueron bicromos, acabó por familiarizarnos con la oposición: colores por un lado, blanco y negro por otro. Pero el contraste entre el negro y el blanco no es más fuerte ni más pertinente que los demás. Es una simple convención.
Verde
Entre Mahoma y el dólar
El verde parece un color apagado, sin brillo ni historia...
–Era un color químicamente inestable. No es muy complicado obtenerlo, porque muchos productos vegetales pueden servir como colorantes verdes. Lo difícil es estabilizarlo. En tinte, esos colorantes aguantan poco en las fibras y los tejidos enseguida adquieren un aspecto descolorido. Lo mismo ocurre con la pintura: las materias vegetales se consumen con la luz. Y las artificiales, aunque dan bonitos tonos intensos y luminosos, son corrosivos. Hasta hace poco, las fotografías en color estaban afectadas por este carácter volátil del verde. En las de la década del ‘60, cuando los colores se pasan, el verde siempre es el primero que desaparece. Sea cual sea la técnica utilizada, el verde es inestable y a veces peligroso. Su simbolismo se ha organizado por entero en torno de esta idea: representa todo lo que se mueve, cambia. Es el color del azar, del juego, del destino, de la suerte, de la fortuna. En los casinos de Venecia, a partir del siglo XVI se echaron las cartas sobre un tapete verde. En todos lados se coloca el dinero, las cartas o las fichas encima del color verde.
Que el dólar sea verde, ¿es casual?
–Nunca es casualidad la elección de un color. Tiempo atrás, el símbolo del dinero era el dorado y el plateado, que la imaginación popular relacionaba con el metal precioso de las monedas. Cuando se fabricaron los primeros billetes de dólar, entre 1792 y 1863, el verde ya estaba asociado a los juegos con dinero y, por extensión, a la banca y a las finanzas. Los impresores no hicieron otra cosa que prolongar el antiguo simbolismo.
¿Y ha cobrado nuevos simbolismos?
–Hoy, nuestra sociedad urbana ávida de clorofila lo ha convertido en símbolo de libertad, de juventud, de salud, algo que habría resultado incomprensible para un europeo de la Antigüedad, de la Edad Media e incluso del Renacimiento. Para ellos, el verde no tenía nada que ver con la naturaleza, que hasta el siglo XVIII se definía sobre todo por cuatro elementos: fuego, aire, agua y tierra. Probablemente fuera el Islam primitivo el primero en asociar verde y naturaleza: en la época de Mahoma, cualquier lugar donde hubiera algo de verdor era sinónimo de oasis, de paraíso. Se dice que al Profeta le gustaba llevar un turbante y un estandarte verdes. Este color se convirtió en emblemático en el mundo musulmán, lo que quizá contribuyó a desvalorizarlo a ojos cristianos en períodos de hostilidad. Hoy, el verde de la vegetación se ha convertido en el de la ecología y la limpieza, en el símbolo de la lucha contra la inmundicia, el más higiénico de los colores contemporáneos junto con el blanco.
Amarillo
No nos une el amor sino el espanto
El amarillo parece el color menos apreciado, el que nadie se atreve a lucir demasiado. ¿Ha hecho algo espantoso para merecer tan mala fama?
–En las culturas no europeas, el amarillo siempre ha tenido una connotación positiva: en China, durante mucho tiempo, estuvo reservado al emperador y sigue ocupando un lugar importante en la vida cotidiana, asociado al poder, la riqueza y la sabiduría. Pero, en Occidente, el amarillo no se aprecia tanto: en el orden de preferencias, suele citarse en último lugar.
¿Se sabe de dónde proviene este escaso aprecio?
–La principal razón de este desamor se debe a la competencia desleal del dorado: con el tiempo, el color dorado absorbió los símbolos positivos del amarillo, todo lo que evoca el sol, el calor, la luz y, por extensión, la vida, la energía, la alegría, la potencia. El amarillo, al quedar sin su parte positiva, se ha convertido en un color apagado, mate, triste, que recuerda al otoño, la decadencia, la enfermedad. Pero, peor aún, se transformó en símbolo de la traición, el engaño, la mentira. Judas se representa con prendas amarillas, y en el siglo XIX a los maridos engañados se los caricaturizaba representándolos con corbata o trajes amarillos. No sabemos por qué, no tenemos explicación ni en los elementos que evoca de modo espontáneo (el sol), ni en la fabricación del color mismo. Es posible que la mala reputación que tiene el azufre, que a veces provoca desórdenes mentales y al que se considera diabólico, haya tenido algo que ver, aunque como explicación es insuficiente.
La estrella amarilla se inventó ya a fines de la Edad Media, ¿no?
–Sí. Hacia mediados del período medieval, se convierte también en el color del ostracismo, que se impone a las personas que se quiere condenar o excluir, como ocurrió con los judíos. Es Judas quien transmite su color simbólico al conjunto de las comunidades judías, primero en las imágenes y luego en la sociedad real. A partir del siglo XIII, los concilios se pronuncian contra el matrimonio entre cristianos y judíos, y piden que estos últimos luzcan una señal distintiva. Al principio es una rueda, o bien una figura como las Tablas de la Ley, o incluso una estrella que evoca a Oriente. Todos esos signos se inscriben en la gama de los amarillos y rojos. Más tarde, al instituir que los judíos lleven la estrella amarilla, los nazis no hicieron sino acudir al abanico de símbolos medievales.
¿Y en algún momento en particular se da un cambio de status?
–La depreciación del amarillo perdurará hasta los impresionistas. Y en los cuadros fauvistas, y luego en los amarillos excesivos del arte abstracto. En las décadas de 1860-80, la paleta de los pintores cambia: pasan de la pintura en estudio a la pintura en el exterior, y hay otro cambio cuando se pasa del arte figurativo al semifigurativo, luego a la pintura abstracta, que utiliza menos matices. Este cambio de status del amarillo se produce a finales del siglo XIX, cuando se producen los grandes cambios en la vida privada y las costumbres. Pero el amarillo hoy no abunda en nuestra vida cotidiana. Lo admitimos en las cocinas y el cuarto de baño, donde está permitido cierto exceso cromático. Pero los coches amarillos, por ejemplo, siguen siendo una rareza.
¿Qué particularidad tiene el amarillo hoy?
–A veces tiene la función de un semirrojo: es la tarjeta amarilla del fútbol. Quizá sea una herencia del odio de los moralistas protestantes hacia los fastos y las joyas. Desde el siglo XX, el color dorado se ha vuelto vulgar. El verdadero rival del amarillo es hoy el anaranjado, que simboliza la alegría, la vitalidad, la vitamina C. Sólo los niños lo apoyan: en sus dibujos suelen representar un sol muy amarillo y las ventanas iluminadas las pintan de amarillo. Pero se apartan de este simbolismo al crecer.
Los semicolores
“Los seis colores de base son los únicos que no tienen referentes, se definen de modo abstracto sin necesitar una referencia en la naturaleza. Los semicolores, en cambio, sí la necesitan. Son el violeta, el rosa, el naranja y el marrón. Deben su nombre a un fruto o una flor: el marrón existía antes que existiese la palabra marrón, la naranja antes que el color naranja, la rosa antes de que se hablase del rosa.”
El gris
“Posee todos los rasgos de un verdadero color: no tiene referentes, la palabra es antigua (viene del germánico grau) y posee un doble simbolismo. Para nosotros evoca la tristeza, la melancolía, el aburrimiento, la vejez; pero en una época en que la vejez no estaba tan desvalorizada, remitía a la sabiduría, la plenitud, el conocimiento. Incluso actualmente ha conservado la idea de inteligencia: la materia gris.”
Los matices
“No son portadores de simbolismos. No tienen más que significado estético: mientras el violeta posee una simbología, el matiz lila ya no la tiene. Según los tests de óptica, el ojo humano puede diferenciar hasta ciento ochenta o doscientos matices, pero no más. Lo cual vuelve estúpidos los anuncios para computadoras donde se habla de miles de millones de colores.”
Mito Nº 1: los colores primarios y secundarios
“Los químicos del siglo XVIII presentaron una teoría pseudo científica que definía unos colores ‘primarios’ (amarillo, azul, rojo) y unos colores ‘complementarios’ (verde, violeta, naranja). Esta tesis llegó a influir en los artistas de los siglos XIX y XX, hasta el punto que muchas escuelas pictóricas decidieron trabajar exclusivamente con los colores ‘primarios’ y, eventualmente, con el blanco y el negro. Esta teoría no corresponde a ninguna realidad social, niega todos los sistemas de valores y de símbolos que están vinculados con el color desde hace siglos y se niega a admitir que el color es en primer lugar un fenómeno esencialmente cultural.”
January 21, 2007
El amor es una reacción fisiologica (y está bieeen!!)
Link a Sexo, drogas y biología(y también un poco de rock & roll)
January 18, 2007
7 de enero: San Canuto
Según la iglesia : SAN CANUTO , Rey de Dinamarca(+ 1086)
Fue San Canuto hijo y sucesor de Suenón, rey de Dinamarca. Luego que entró en la posesión de su reino, se dio del todo a promover y adelantar los intereses de la Religión, acrecentando las rentas de las iglesias, adornándolas y enriqueciéndolas con ricos dones, y con celo de propagar la Religión católica hizo justa guerra a muchas bárbaras e idólatras naciones que venció y conquistó para Cristo, sujetándolas al yugo del Evangelio. Afligía su cuerpo y domaba su carne con ayunos y otras ásperas penitencias.
Olavo, su hermano se conjuró contra él con los grandes del reino, ofendidos del Santo, así por haber reprimido sus insolencias y honrado tanto a loe eclesiásticos, como por volver en el gobierno de Clavo a la libertad que antes gozaban. Finalmente, por defender ¡ajusticia, estando el Santo rey en la iglesia de San Albano, hincado de rodillas delante del altar, extendidos los brazos al Cielo, rogando a Dios por sus enemigos, le atravesaron con una lanza, y en este martirio dio su alma a su Criador el 7 de Enero año de Cristo de 1077.
Link
January 17, 2007
Biólogos y matemáticos estudian los comportamientos deshonestos en el mundo animal
Mariposas, ranas y otros mentirosos
CARL ZIMMER - Nueva York - 17/01/2007
Si se topan con un estanque lleno de ranas verdes que croan, escuchen atentamente. Puede que algunas estén mintiendo. El croar es la manera que tienen las ranas verdes macho de indicar a otras ranas lo grandes que son. Cuanto mayor es el macho, más grave es el croar. El sonido que emite un gran macho es suficiente para espantar a otros machos y que no le desafíen por su territorio.
La selección natural puede favorecer una mezcla de verdad y mentira
La sinceridad vence a la larga porque la mentira conlleva un coste relativamente alto
Aunque la mayoría de los cantos son sinceros, en ciertos casos no es así. Algunos machos pequeños dan un tono más grave a su voz para parecer más grandes. Sus corpulentos cantos intimidan a ranas que les vencerían en un combate limpio.
Las ranas verdes son sólo una de las numerosas especies engañosas. La deshonestidad se ha documentado en criaturas que van desde los pájaros a los crustáceos y los primates, incluyendo, por supuesto, al Homo sapiens. "Cuando piensas en la comunicación humana, está plagada de engaños", señala Stephen Nowicki, un biólogo de la Duke University y coautor del libro The evolution of animal communication, publicado en 2005. "Sólo hace falta leer una o dos obras de Shakespeare para darse cuenta".
Como describía Nowicki en su libro, hace mucho tiempo que los biólogos se sienten desconcertados por el engaño. La insinceridad debería minar la confianza entre los animales. Por ejemplo, ¿por qué las ranas verdes siguen creyendo que un gran croar equivale a un macho grande? Una nueva investigación ofrece algunas respuestas: la selección natural puede favorecer una mezcla de verdad y mentiras, sobre todo cuando un animal tiene un público amplio. Puede que la sinceridad no sea la mejor política, dependiendo del oyente. "Creo que eso podría explicar muchos misterios en la evolución de la comunicación en animales, incluidos los humanos", afirma Stephen P. Ellner, biólogo matemático de la Universidad de Cornell (EE UU).
Las historias sobre engaños por parte de animales se remontan como mínimo a las fábulas de Esopo. A finales del siglo XIX, el naturalista George Romanes realizó un estudio semicientífico sobre animales engañosos. En su libro de 1883, La evolución mental en los animales, Romanes escribía sobre cómo uno de sus corresponsales le había enviado "varios ejemplos de las muestras de hipocresía de un perro de aguas del rey Carlos".
A mediados del siglo XIX, los científicos documentaron el engaño en casos en los que una especie tomaba el pelo a otra. Por ejemplo, algunas mariposas no venenosas desarrollaban los mismos dibujos en las alas que utilizaban las especies venenosas para ahuyentar a los pájaros. Sin embargo, dentro de una misma especie normalmente prevalecía la honestidad. Los animales emitían llamadas de alarma para advertir a los demás sobre los depredadores, los machos indicaban su destreza en el combate, y las crías comunicaban a sus padres que estaban hambrientas. La honestidad beneficiaba tanto al emisor como al receptor. "El objetivo de las señales era transmitir información", comenta Nowicki. "El engaño prácticamente no era un problema".
Esta componenda sólo tenía una pega: que ofrecía una gran oportunidad a los mentirosos. Por ejemplo, los alcaudones habitualmente utilizan las llamadas de alarma para avisar a otro de la presencia de depredadores. Pero en ocasiones los pájaros utilizan la falsa alarma para asustar a otros alcaudones y alejarlos de la comida.
Imaginen que un alcaudón engaña a otros con una falsa alarma. Éste come más y, por tanto, puede empollar a más crías. Por su parte, los alcaudones crédulos y menos nutridos incuban a menos crías. Si las falsas alarmas se vuelven habituales, la selección natural debería favorecer a los alcaudones que no se dejan engatusar por ellas.
Cuando los científicos crearon modelos matemáticos de esta teoría, descubrieron que la deshonestidad podía socavar muchos tipos de comunicación vital. Por tanto, el desafío era descubrir cómo contrarrestaba la sinceridad la ventaja del engaño. "Los mentirosos deberían ser capaces de aprovecharse del sistema, de modo que serían seleccionados los oyentes que ignoraran las señales", dice Jonathan Rowell, investigador de la Universidad de Tennessee (EE UU).
Amotz Zahavi, biólogo de la Universidad de Tel Aviv (Israel), propuso un sistema para que prevaleciera la sinceridad. Su idea era que la sinceridad vencía porque la mentira conllevaba un coste relativamente alto. Su teoría finalmente llevó a elaborados modelos y experimentos matemáticos que la confirmaron.
Los gallos, por ejemplo, atraen a las gallinas con sus grandes crestas rojas. Las gallinas se benefician de la elección de machos en buenas condiciones, porque sus crías también tenderán a estar en buenas condiciones. En teoría, un gallo débil podría embaucar a las gallinas desarrollando una cresta engañosamente grande, pero le cuesta más desarrollar una gran cresta. Esta compensación lleva a señales honestas tanto de gallos débiles como fuertes. Pero si habían explicado por qué el engaño no acababa triunfando, ¿por qué seguía prosperando? "No pudimos explicar por completo la insinceridad", responde Ellner.
H. Kern Reeve, un biólogo evolutivo de Cornell, comenta que "el engaño aparece con una frecuencia sorprendente". Hasta los crustáceos pueden mentir. Los estomatópodos macho cavan guaridas, a las que intentan atraer hembras. Algunos machos optan por intentar desahuciar a otros estomatópodos de sus guaridas. Estos conflictos son peligrosos, porque los estomatópodos pueden propinar golpes apabullantes con unos apéndices similares a una garra. Pero rara vez llegan a las manos. Por el contrario, los machos se yerguen y extienden los apéndices, como cuando un boxeador levanta los guantes.
Sin embargo, incluso el estomatópodo más grande y mezquino tiene sus momentos de debilidad. Como todos los crustáceos, deben mudar de caparazón. Un estomatópodo que acaba de cambiar de caparazón presenta un exoesqueleto suave y blando. Sin embargo, aun en este estado vulnerable, los machos levantan las garras en un atrevido farol crustáceo.
Recientemente, Rowell creó un modelo más complejo de señales animales que podría explicar por qué el engaño es tan habitual. Los modelos anteriores sólo estudiaban cómo un único animal enviaba una señal a un único receptor. Pero las verdaderas señales casi nunca son tan privadas.
Un emisor de señales puede tener relaciones distintas con diferentes usuarios. En algunos casos, las señales sinceras son las mejores, pero los indiscretos podrían sacar provecho de ellas. Para reproducir este estrato adicional de complejidad, Rowell creó un modelo matemático con dos receptores en lugar de uno. El animal que emitía la señal podía optar por ser sincero o deshonesto. Los receptores podían responder como si se tratase de una señal sincera o insincera.
Rowell descubrió que la sinceridad y el engaño pueden alcanzar una coexistencia estable en el modelo, publicado en The American Naturalist. Los emisores a veces pueden ser deshonestos, y sin embargo los receptores siguen creyendo las señales a pesar del engaño. Rowell afirma que los casos reales de engaño, como los faroles, secundan el modelo. Cuando una rana verde macho o un estomatópodo se marca un farol, otros machos deben decidir si hacen caso de la señal o la ignoran y atacan. El ataque es arriesgado, porque es posible que el emisor no esté mintiendo. "El contrincante no quiere correr ese riesgo", señala Rowell.
© The New York Times.
Gobiernos y terroristas
Un modelo realizado con varios oyentes, en vez de uno solo, demostró cómo se utiliza el engaño contra los curiosos. Muchas ranas atraen a las hembras con una llamada característica al apareamiento.
En la mayoría de los casos, las ranas macho cortejan a las hembras después de atraerlas. Pero a veces, en lugar de eso atacan. Esta reacción engañosa puede ser la forma que tienen los machos de lidiar con otros ejemplares que les escuchan a escondidas. En lugar de limitarse a su territorio, esos curiosos van a hurtadillas y tratan de interceptar a hembras atraídas por la llamada al apareamiento de otros machos.
Si los machos siempre son sinceros en sus llamadas pueden salir perdiendo ante los machos furtivos. Pero si atacan, pueden tender una emboscada a los machos furtivos y echarlos. Por tanto, la selección natural favorece el engaño, a pesar de que las ranas a veces atacan a su posible pareja. Por su parte, a las hembras les va mejor cuando confían en las llamadas al apareamiento que cuando las ignoran.
Puede que distintas especies sean proclives a diferentes niveles de engaño. Quizá los animales solitarios evolucionen y se conviertan en especies más sinceras que los animales que pasan una larga vida en grandes sociedades. Si eso es cierto, los humanos tal vez estén exquisitamente preparados para la mentira. "Nos encontramos en una red de individuos que nos observan", señala H. Kern Reeve, un biólogo evolutivo. "Si envías una señal a un individuo, la está escuchando mucha gente a escondidas".
El investigador Jonathan Rowell está estudiando casos de engaño humano con este modelo. En uno de ellos, examina cómo se comunican las organizaciones terroristas con sus células durmientes. "Tus dos oyentes son el Gobierno y las células terroristas durmientes", explica. "Las células durmientes no mantienen comunicación directa con su emisor terrorista. Puede que anuncien algo por la Red, y el Gobierno lo capta. Descubres que es muy fácil que se dé cierto grado de deshonestidad por parte del emisor terrorista para conseguir que el Gobierno gaste recursos en atentados fantasma. Es posible ver esta evolución".
January 16, 2007
INSEPULTO
Tres semanas después de muerto, el cantante de soul James Brown permanece insepulto por la furia desatada entre sus herederos. Los seis primeros hijos no aceptan a la última compañera de Brown, Tomi Rae Hynie, como su esposa –o viuda– legítima, ni reconocen los derechos del hijo de ambos, James Jr. Ahora, una guerra de abogados, denuncias y contradenuncias impide tomar decisiones. Y así, el cadáver embalsamado de James Brown permanece encerrado en su ataúd, en el cuarto de su casa, en Carolina del Norte, a la que tampoco se puede entrar hasta que se arreglen los conflictos legales. Desde el exterior, un grupo de admiradores pasa con fuerte volumen la canción que hizo famoso al cantante: “I feel good” (me siento bien
January 14, 2007
Amon Tobin is a musician, DJ, and producer known for his massive sound walls of sampled jazz fused with drum and bass, intelligent dance music and samba.
Amon Adonai Santos de Araujo Tobin was born in Rio de Janeiro, Brazil. He relocated to England at an early age, where hip hop, blues and jazz caught his interest. He released four EPs and an album, Adventures in Foam, under the name Cujo, before he signed with Ninja Tune in late 1996. He has since released four critically acclaimed albums under his own name. After a three-year hiatus from releasing any major original work, he was contracted by video game company Ubisoft to compose the soundtrack for Tom Clancy's Splinter Cell: Chaos Theory, released in 2005.
Tobin is renowned for his creative use of sampling, from old recordings to motorcycles (Supermodified) and even the acoustics of buildings (Out From Out Where) which are stretched and skewed often beyond recognition. Resonances, delays, reverbs and a wide variety of sound effects also contribute to transform what was once familiar into something grotesque, unnatural but nonetheless compelling.
His intense and complex compositions often evoke mystery, suspense and excitement in the listener. Psychedelic ambiences are frequently blended with retro-jazz beats, creating a unique barrier of apparently incoherent sound layers. Tobin manages, however, to extract order from this acoustic chaos. This uniqueness and complexity make the task of categorizing his music a difficult one. Each of his albums unchart a new realm of polyrhythms and soundscapes.
Aside from his albums and collaborations, Amon Tobin has also produced the composition to the Hungarian film, Taxidermia.
Amon Tobin's music has also been used in many movies as well as adverts.
According to his official myspace blog, new album "Foley Room" will be released in March 2007. A 3-track single "Bloodstone" will be released in January 2007.
January 13, 2007
Profunda crisis en China por la falta de mujeres
La comisión de planificación familiar estima que dentro de sólo 13 años millones de chinos estarán solos. Es la consecuencia de un sistema que privilegia el nacimiento de niños y en el que son cada vez más frecuentes los abortos de niñas. Andreas Landwehr
El año pasado por cada cien niñas nacidas, los varones sumaban ya 118,58.
Faltan mujeres en China: millones de chinos ya están buscando en vano una compañera y se calcula que en el año 2020 habrá unos 30 millones de hombres de entre 20 y 45 años que estarán solos, según teme la comisión de planificación familiar.
Las causas deben buscarse en el hecho de que en China se privilegia tradicionalmente a los varones y son cada vez más los abortos de niñas. Por eso, el año pasado por cada cien niñas recién nacidas los varones sumaban ya 118,58.
Así se desprende de un informe sobre el desarrollo de la población publicado hoy. Ante la frustración de millones de hombres solteros, los expertos advierten ya hoy de una posible "inestabilidad social". Y eso que la tendencia no es nueva.
Ya en 1980 el porcentaje de varones en China con 108,5 por cada cien niñas estaba por encima del promedio mundial de 104 contra 107. Con la evolución de los aparatos de ultrasonido y el creciente bienestar, fueron en aumento los abortos de fetos femeninos. En algunas regiones, como en las sureñas provincias de Guangdong y Hainan incluso hay cien niñas por cada 130 niños. Sobre todo en el campo, los campesinos prefieren hijos varones, porque éstos se quedan con sus padres también después de casarse y se ocupan de ellos cuando son mayores, mientras que las mujeres tras la boda pasan a la casa de sus maridos y de sus suegros. Esa es la tradición en China desde hace milenios.
La política de un solo niño y una nueva y asequible técnica de ultrasonido agudizaron el problema.
Las peores cartas las tienen ya desde ahora los campesinos jóvenes en las regiones pobres. La falta de mujeres en el campo es un negocio para los traficantes de personas, que compran a niñas pequeñas que sus padres no quieren o que incluso las secuestran y las venden en los pueblos. Los diarios informan desde hace años de mujeres que son atraídas con promesas falsas o que son secuestradas, para vivir luego como esposas de un campesino pobre en un pueblo apartado.
"La discriminación de las mujeres sigue siendo el motivo principal del creciente desequilibrio entre los sexos en China", comentó Liu Bohong, investigadora de la asociación estatal de mujeres sobre estas nuevas cifras.
La nada popular y estricta política de planificación familiar en China, que en principio sólo permite un niño por pareja, fue defendida por la funcionaria, aun cuando otros expertos ven en ella una causa importante de la situación actual. Pero también está claro que el descontrolado crecimiento de la población de los hoy 1.300 millones de personas, traerá grandes problemas para los recursos en China y en el mundo.
Lo que no se debate es que el desequilibrio entre los sexos es "el resultado de una idea muy arraigada en la cultura china según la cual los hombres son superiores a las mujeres", dijo Liu Bohong a la agencia de noticias Xinhua. Pero la idea de que las niñas no valen nada es impulsada indirectamente por la planificación familiar dado que los campesinos sólo pueden tener un segundo hijo si el primero es "sólo" una niña.
Para no aumentar más la brecha, las familias con una sola niña reciben ventajas financieras, para formar a sus hijas. El hecho de que en 2004 entre los menores de 20 años haya habido 20 millones más de chinos varones que mujeres hace necesario tomar medidas drásticas.
En China no está permitido averiguar el sexo de un feto por razones que no sean médicas. Pero las violaciones de esta regla no se castigan debidamente.
Desde el 1 de enero, en la provincia de Henan, gravemente afectada, existen disposiciones más estrictas que controlan más los aparatos de ultrasonido y a los médicos y que dificultan claramente los abortos. Quien de todas maneras aborte una niña porque prefiere un niño, debe pagar entre 10.000 y 30.000 yuan (entre mil y tres mil euros) si es descubierto, cinco veces el ingreso anual de una familia.
January 10, 2007
Vicente Fatone:"Definición de la mística"
Hombre soy y nada divino considero ajeno a mí. Con esta fórmula podríamos indicar el término del proceso místico, que se inicia con la exigencia expresada así por Novalis: "Dios quiere dioses". En cuanto al proceso en sí, valen estas palabras: "un ejemplo de lo que los biólogos llaman tropismo, es decir, una tendencia inherente de los seres vivos a volverse hacia la fuente de su alimentación". Es el enderezamiento hacia la fuente que mana y corre, hacia la fons vitae de Ibn Gebirol. Y mejor aún valen las últimas palabras de Plotino: "vuelo del Único hacia el Único".
La mística es, ante todo, experiencia. Las explicaciones místicas –decía Nietzsche– pasan por profundas, pero no son siquiera superficiales. Y Nietzsche tenía razón, aunque no había advertido que no son siquiera superficiales porque no son explicaciones. Le hubiera bastado, para saberlo, abrir el libro de los "Nombres Divinos" donde se dice que ese largo discurso no tiene por objeto explicar nada, ya que se refiere a lo inefable. Pero, aunque no son explicaciones, no pretenden comenzar, como Hegel les reprochaba, con el pistoletazo de la intuición intelectual o de la verdad revelada. En el mismo tratado de Dionisio de Aeropagita se advierte que lo inefable escapa también a la mirada intuitiva de los bienaventurados.
La experiencia mística es, como toda experiencia, incomunicable, pero no imparticipable. Eso está igualmente en Dionisio. Como experiencia, la mística prescinde de explicaciones, aunque pueda tolerarlas; pero éstas no son ya explicaciones místicas sino explicaciones de la mística. Conviene señalarlo, para prevenir la confusión entre hecho y doctrina, entre mística y misticismo.
Ante todo, ¿de qué es experiencia, esta experiencia? La experiencia mística puede ser definida como sentimiento de independencia absoluta. La mística queda contrapuesta así a la religión, que, de acuerdo con la famosa definición de Schleiermacher, es sentimiento de absoluta dependencia. En ambos casos, la palabra "sentimiento" puede ser remplazada, como sucede en el pensamiento de Schleiermacher, por la otra: "experiencia". Se evitan así las implicaciones románticas y las restricciones de ese sentimiento que induce a no ver en la religión y en la mística sino un énfasis de lo afectivo, aunque ésta no había sido la intención de Schleiermacher. A pesar de esta contraposición, o gracias a ella, la mística es el término y el fundamento de la experiencia religiosa, y ésta, sólo un momento de un proceso que cobra sentido en aquella.
Esa independencia es absoluta. No se trata de una independencia lograda en este o aquel aspecto de la vida del espíritu sino por el espíritu mismo de su integridad. Sin embargo, siempre han merecido atención preferente, cuando no exclusiva, los aspectos devocionales y ascéticos de la mística, sus modos estético y ético. La frecuencia de expresiones y símbolos como los de "unión amorosa" y "aniquilamiento", referidos especialmente al sentimiento y a la voluntad, contribuyó al olvido y hasta al desprecio del aspecto lógico de la mística, presentando a ésta como solución irracional del problema del conocimiento. Por ello, los historiadores occidentales de la filosofía se han considerado con derecho a excluir de sus cuadros a Dionisio el Aeropagita y hasta a Meister Eckart, como si la mística no hubiese adelantado ninguna doctrina. De ahí que convenga, para fundar la definición que de la mística hemos dado, comenzar por el menos atrayente, aunque no el menos importante, de sus aspectos. Intentemos mostrar cómo esa independencia absoluta en que la mística consiste supone una liberación del pensamiento, y cómo la lógica de la mística se articula con las otras lógicas y las supera.
El desenvolvimiento lógico consta de cuatro momentos, que son: el momento prelógico, el momento formal, el momento dialéctico y el momento místico. El momento prelógico corresponde al de la llamada mentalidad primitiva, objeto de estudio especialmente en la escuela francesa de sociología. Como la existencia de esta mentalidad primitiva puede ser discutida, y lo ha sido, podemos referirnos al momento prelógico que se da en el sueño y que en definitiva corresponde al de aquella mentalidad. En vez de utilizar, para reconstruir esa lógica, el vago anecdotario de los viajeros, podemos utilizar nuestra propia experiencia de la ensoñación. Desde el punto de vista lógico, el sueño sólo conoce la afirmación: tal imagen es esto y es también, al mismo tiempo, esto otro; X, que es nuestro enemigo, se nos presenta como siendo simultáneamente nuestro enemigo Y. Esta lógica carece de principios, es indiferente a ellos y debe, por eso mismo, resolverse en la simplicidad de la afirmación ingenua. Todo en el sueño es y es presente, no se da en el sueño siquiera la oposición entre los distintos momentos del tiempo: no hay en el sueño ni recuerdo ni esperanza. El sueño es la afirmación indiscriminada e indiscriminante. En el sueño todo es, y no existe la sospecha ni de lo que ya ha sido ni de lo que aún no ha sido; no existe la sospecha del no ser en el tiempo. Y tampoco en el espacio; en el sueño, así como se da sólo el ahora, se da sólo el aquí, pues la afirmación no admite las restricciones del allá: su espacio es éste, como es éste su tiempo.
En el momento formal se descubre la negación, sin rechazar la afirmación. En el momento prelógico se afirmaba, simplemente; ahora, se afirma o se niega. Este momento significa un progreso con respecto al anterior, y ese progreso no consiste sino en el descubrimiento de la contradicción. El ser es, el no ser no es; afirmar y negar simultáneamente es imposible; los dos primeros juicios constituyen la réplica al momento anterior en que todo era; el segundo juicio postula la validez absoluta de este segundo momento, que declara ser el último. Lo contradictorio es imposible y lo imposible es contradictorio. Pero esta lógica no advierte que por ser puramente formal, despojada de contenido, la certeza que ofrece puede no ser la verdad. Los fantasmas del momento prelógico no han desaparecido. Este es un momento en que los fantasmas se han hecho puros: formas vacías.
Y llegamos al tercer momento lógico; que es el de la dialéctica. En el primero se afirmaba; en el segundo se afirmaba o se negaba, sin admitir, entre la afirmación y la negación, término medio; en este tercer momento se va a afirmar y negar. El segundo momento era el de la lógica de la identidad en que el ser es y el no ser no es; el tercer momento es la lógica de la contradicción. Si sólo el ser es y sólo la nada (o el no ser) no es, el ser y la nada, presentados como diferentes, se identifican. "No hay ni en el cielo ni en la tierra cosa alguna que no contenga tanto el ser como la nada." El puro ser, sin determinación alguna, es la pura nada, también sin determinación; ambas son abstracciones sin contenido. Por ello Hegel pudo lanzar su desafío: Quienes afirmen la diferencia entre el ser y la nada intenten, sin caer en el ser o en la nada determinados, demostrar en qué consiste esa diferencia. La lógica debe comenzar con ese puro ser, absolutamente vacío, indeterminado e inmediato que no es sino la pura nada, también absolutamente vacía, indeterminada e inmediata. Pero la pura nada y el puro ser son, a la vez, diferentes. Si no lo fuesen, la identidad del ser y de la nada impediría todo proceso. Los dos términos eran ya distintos como lo son lo real y lo irreal. Si cada uno de esos términos es ahora equivalente al otro –se considera obligado a aclararnos otro idealista– ha surgido una contradicción; dos términos definidos como incompatibles han resultado equivalentes. En el devenir, el ser se afirma como diferente de la nada, y ésta se afirma, a su vez, como diferente del ser; pero en ese devenir que los unifica se niega también el ser y se niega la nada. La dialéctica nos obliga, en el devenir, a afirmar y a negar tanto el ser como la nada. Lo que era imposible en el segundo momento, es aquí no lo posible, sino lo real y su fundamento: la contradicción misma. El ser y la nada subsisten en el devenir, que sólo es en cuanto el ser y la nada son distintos: el devenir los une, pues no consiste sino en el paso del uno al otro y por lo tanto suprime su diferencia. Hemos superado así, en este momento, el momento formal, que en busca de certezas ha prescindido de la verdad, y que se ha detenido en los fantasmas puros del ser y de la nada al afirmar que el ser es y la nada no es. Afirmando la contradicción y no la mera identidad, en este momento dialéctico se ha llegado a lo que nuevamente parece ser el último extremo: afirmar la nada y negarla.
La proposición "el ser y la nada son lo mismo" no quiere, como podría parecer, negar simplemente la diferencia –aclara Hegel–, pues contiene esa diferencia aunque la enuncie como identidad. La proposición es contradictoria, y en ella se da precisamente lo que debe darse: el ser y la nada, distintos en la unidad del devenir. La única dificultad, continúa Hegel, reside en que ese resultado no está expresado en la proposición, y sólo se lo descubre o reconoce mediante una reflexión exterior a la proposición misma. De nada vale agregar una segunda proposición en que se diga que "el ser y la nada no son lo mismo", pues esta proposición queda desconectada de la primera. De donde debe concluirse –y así concluye Hegel, aunque deteniéndose en su descubrimiento– que la proposición en forma de juicio no es apta para expresar las verdades especulativas.
Hegel alude varias veces al budismo y a la filosofía china como sistemas en que se ha intentado la más absurda de las aventuras: derivar la realidad concreta de la nada. Por esas tentativas de comenzar con la nada, "no vale la pena mover siquiera un dedo": esa nada de la que quisiera partirse, de la que se pretende extraer lo real, contiene ya el ser; y es siempre de éste –pero no entendido a la manera eleática, como ser que simplemente es– de donde ha de partirse. Pero si la absoluta indeterminación del ser se identifica con la nada, ¿no estaremos ante una cuestión de palabras?
Ya mucho antes de que se insinuasen los sistemas budista y taoísta que concluirían en misticismo, se planteó, toscamente, en el mundo oriental, la disputa: "En el principio era el ser"; "en el principio era el no ser"; y la disputa terminó, ante la imposibilidad de derivar la realidad del mero no ser que sólo fuese no ser, o del mero ser que sólo fuese ser, con el rechazo de ambos: "en el principio no era el ser ni el no ser". Uno y otro ofrecían, como punto de partida, las mismas dificultades que la dialéctica entrevé. La dialéctica opta por afirmarlos a ambos; pero como la simple afirmación de ambos no es sino duplicar la imposibilidad, también los niega. La negación de ambos duplica, a su vez, la imposibilidad. Afirmarlos y negarlos, cuando se los afirma y niega independientemente, no es sino insistir en los puntos de partida que se quiere superar. Es necesario –y así lo hace la dialéctica– afirmarlos y negarlos, pero en una relación intrínseca, y no como dos términos enfrentados, rígidos, que de ninguna manera podrían luego entrar en relación. Ni de la nada ni del ser era posible partir. Pero ¿por qué, entonces, insistir en que ha de partirse del ser y no de la nada, si ambos son idénticos en su absoluta indeterminación? ¿Por qué han de afirmarse y negarse ambos términos en la unidad del devenir, y no ha de negarse esa afirmación y negar también esa negación? Ésa es la actitud de la lógica budista, en la línea que conduce al misticismo de Nagârjuna. Ni la afirmación ni la negación aisladas, ni la afirmación y la negación unidas.
Heráclito afirmaba que el Uno, el único sabio, no quiere y sin embargo quiere ser llamado con el nombre de Zeus. La dialéctica se ha considerado, con razón, forma explícita y clara de ese principio. El momento místico tiene que consistir en la negación del momento dialéctico, y consiste en ello, como cada uno de los otros era negación del momento lógico anterior. Así se instaura la teología negativa, la lógica apofántica propia de la mística: negando aquel no quiere y quiere para convertirlo en esto otro: ni quiere ni no quiere. Ésta es la indiferenciación absoluta que puede servir de punto de partida. Indiferenciación donde hay, sin embargo, diferenciación (quiere y no quiere) pero negada.
El principio no es el ser del sistema eleático ni el ser del sistema dialéctico. El principio no es posible de afirmación ni de negación: ambas deben ser negadas, y en este sentido el principio es la negación de toda afirmación y de toda negación. El principio es lo que Otto ha llamado lo "enteramente otra cosa". En los úpanishads, como el mismo Otto advierte en los ensayos destinados a precisar su primer análisis de lo sagrado, se da ya esa fórmula, anyad eva, que vuelve a hallarse en el aliud valde y, con menos fuerza, en el dissimile, de San Agustín. Todas esas expresiones se resumen en la respuesta "neti, neti" (no es así, no es así), ante cualquiera afirmación o negación. Ya hemos indicado que lo mismo sucede en el budismo inicial. Ese sentido de lo que es "enteramente otra cosa" se afianza en los libros llamados del "Ápice de la sabiduría", donde el pensamiento parece complacerse en la paradoja, exactamente como en la paradoja parecía complacerse la dialéctica al esforzarse por superar el momento lógico que le era previo. Es la paradoja obligada para discriminar la naturaleza del principio, que no quiere, ahora, mostrar la contradicción sino negarla en su propio seno. Esto es lo que constituye la llamada irracionalidad de la mística: una irracionalidad que no es la negación de la lógica formal, de la lógica común, sino una negación de la lógica dialéctica, y su superación.
Primero fue el momento prelógico de la mentalidad primitiva que subsiste en el sueño: el momento de la afirmación sin conflictos. Luego, es el momento formal, abstracto, de la afirmación o la negación: el conflicto aparece cuando la afirmación y la negación, queriendo ser simultáneas, provocan la abstención del asentimiento. Se ha descubierto la contradicción, para negarla. El ser es; el no ser no es. Y no hay una tercera posibilidad. Luego es el momento dialéctico en el que se descubre una nueva contradicción: si el ser sólo es y la nada sólo no es, el ser y la nada, presentados como diferentes, se identifican. Afirmar meramente el uno y negar meramente el otro es una contradicción: se ha descubierto la contradicción del momento lógico y se niega ese momento negando que la contradicción sea imposible. Hay una tercera posibilidad: el devenir.
Ahora podrá entenderse el lenguaje y el pensamiento místicos. La lógica mística no afirma el ser ni la nada abstractos. Hegel reconocía que especialmente en la metafísica cristiana se había dado, con el rechazo de la proposición ex nihilo nihil fit, la afirmación de un tránsito de la nada al ser. Esta metafísica no era, pues, un sistema de la identidad, ya que no estaba fundada en el principio según el cual el ser solamente es y la nada solamente no es. Hegel admite, pues, que la metafísica cristiana supera la presunta posición budista que fundamentaría la realidad en una nada que sola es nada. Y admite también, expresamente, que del mismo modo supera la posición eleática y su esfuerzo por fundar la realidad en el ser que solamente es ser. En otras palabras, la metafísica cristiana había superado lo que la dialéctica quiere superar. No se le puede, entonces, hacer ya el reproche de haber querido comenzar con el "pistoletazo" de la revelación interna o de la intuición intelectual. Para negar la diferencia del puro ser y la pura nada, Hegel recurre, además, en su lógica, a las imágenes de la pura luz y la pura tiniebla: en la pura luz se ve tan poco como en la pura tiniebla, pues el puro ver es un puro no ver. Sólo la tiniebla hace visible la luz. A la misma imagen se recurre en el momento místico. Dionisio el Aeropagita ensaya, en su itinerario de ascenso y descenso en busca de expresiones para el principio, todas las afirmaciones y todas las negaciones. En el primer caso es el ascenso hacia la luz, y en segundo el descenso a las tinieblas. Pero ni en la luz ni en las tinieblas puede hallar el alma el refugio suficiente: debe buscarlo en la oscuridad transluminosa, en el rayo de tiniebla. En el ascenso, aparece la afirmación del ser por la vía eminencial; en el descenso, su negación; y en seguida se descubre la insuficiencia de la afirmación y de la negación. Llega, así al momento dialéctico, que es el de la oscuridad transluminosa y el rayo de tiniebla. Es entonces cuando se descubre que el no ser no es mero no ser, sino que está trabajado por la aspiración al ser; y por ello puede decirse que en el no ser se dan hasta el bien y la belleza, y que en el bien y en la belleza se da, de cierta manera, el no ser. Invocación de la nada al ser y vocación del ser hacia la nada.
Pero ése es sólo el proceso, y no su término. En el término, el proceso ha de ser negado, dejando de ser proceso, y para ello ha de mostrar en grado máximo su fuerza apofántica. El devenir –había dicho Hegel con otra intención– concluye en un resultado quieto. Esa quietud es, ahora, la última negación. Por ello la Teología Mística de Dionisio el Aeropagita termina negando todos los momentos lógicos posibles: el principio ni es ni no es; ni quiere ni no quiere ser llamado Dios, ni Unidad, ni divinidad; no está inmóvil, ni en movimiento, ni en reposo; no es tiniebla ni es luz, ni es error ni es verdad. El principio, absolutamente independiente, excede todas las afirmaciones y todas las negaciones, no admite afirmación ni negación alguna. No admite siquiera estas mismas negaciones, que también deben ser negadas y que por ello no pueden encontrar, como para su verdad declaraba no poder encontrarlo la dialéctica, un juicio en que expresarse.
Ahora sí la mística puede ser condenada a silencio. Ya ha descubierto, mediante la redención del pensamiento –que es uno de sus caminos, y no el único–, la independencia absoluta que nos había servido para definirla.
[Publicado originalmente en Insula (Bs.As.) 3 (1943): 192-199. Edición de Ricardo Laudato]
January 8, 2007
Padre del lsd cumplirá 101 añitos
Albert Hoffmann descubrió el ácido lisérgico por casualidad
* Dice que brindaba “angustia, vértigo y visiones sobrenaturales, al mismo tiempo que un profundo sentimiento de felicidad y paz”
* “Fue la sustancia de culto de los hippies y los movimientos antiguerra de Vietnam. Por esos motivos políticos fue ilegalizada”, agrega
RODRIGO CARRIZO
Ginebra / EL PAÍS
En las afueras de Basilea se encuentra la localidad de Leimental. Probablemente, su inquilino más famoso sea un científico nacido en Baden el 11 de enero de 1906. El doctor Albert Hoffmann comenzó su trabajo de investigador en la farmacéutica Sandoz (la actual Novartis) en 1929, donde permaneció hasta su retiro en 1971. Es conocido mundialmente como el padre del LSD, descubierto por azar en el curso de sus investigaciones el 16 de abril de 1943.
El profesor Hoffmann disfruta de buena salud y una envidiable lucidez. Su única queja es ante “el constante acoso de periodistas de todo el mundo” aunque, agrega bromeando, le gustaría “vivir 100 años más”. Interrogado sobre las posibles aplicaciones de su descubrimiento, Hoffmann comentó a EL PAÍS que no ve “nuevos usos potenciales del LSD”.
“En su época lo hemos utilizado en casos clínicos que no podríamos repetir hoy. Puede ser útil en caso de dolores agudos o pacientes terminales. Lo esencial”, recalca, “es que el LSD actúa sobre la conciencia, que es lo que nos distingue de los animales”.
El profesor Hoffmann trabajaba en 1938 en la búsqueda de estimulantes circulatorios cuando encontró un derivado del hongo del cornezuelo del centeno y logró sintetizar su principio activo. Nacía así la dietilamida del ácido lisérgico, o LSD.
Angustia, vértigo y visiones sobrenaturales
Los laboratorios no le encontraron utilidad práctica y fue dejado de lado hasta un día de 1943, cuando, por accidente, una gota entró en contacto con su brazo produciéndole “angustia, vértigo y visiones sobrenaturales al mismo tiempo que un profundo sentimiento de felicidad y paz”.
Tras varios años de coexistencia pacífica con la nueva droga, llegó la prohibición y la persecución. ¿Por qué? Hoffmann comenta: “El LSD se ilegalizó en 1968 dado que se convirtió en la droga de moda en los Estados Unidos. Fue la sustancia de culto de los hippies y los movimientos antiguerra de Vietnam. Por esos motivos políticos fue ilegalizada”. El investigador agrega: “En el pasado fue sagrada, sólo podía ser administrada por sacerdotes o chamanes, pero si se convierte en droga de moda se descontextualiza”.
Hoy, la ciudad de Basilea rendirá un homenaje al científico en presencia de numerosos invitados y personalidades. Entre ellos se cuentan H. R. Giger, el ganador del Oscar en 1978 por los diseños de Alien, y el psiquiatra Stanislav Grof, quien comentó a este periódico que tuvo su primera experiencia con LSD hace 50 años, y que eso transformó su vida, “a nivel humano y científico”. Grof considera “una tragedia para la psiquiatría la pérdida del LSD como instrumento de trabajo, ya que es una herramienta que no tiene ningún elemento intrínseco negativo”.
Hoffmann lucha hoy por la legalización del uso del LSD en manos de “los nuevos chamanes”. En su opinión, “los sacerdotes de nuestro tiempo son los psiquiatras, y a ellos se les debería permitir el uso del LSD con fines terapéuticos”. Concluyó diciendo: “Mi mayor deseo es que la ciencia pueda volver a experimentar e investigar con LSD”.
Del 11 al 15 de este mes, científicos de todo el mundo se reunirán en Basilea en el congreso 100 Años de LSD, para intentar obtener la legalización de las investigaciones y su uso terapéutico. Albert Hoffmann es definido en su país como “uno de los pocos suizos que han cambiado el mundo”. El interesado prefiere ser recordado como “un abuelo que ama jugar con sus cuatro bisnietos en los jardines y los bosques”.
Entrevista de Stanislav Grof al Dr. Albert Hofmann, creador del lsd link