September 4, 2007

Jorge Pirozzi tras las huellas del cazador de elefantes


Para explicar la relación entre el arte y la realidad me tendría que poner a ver las cosas que tengo en la cabeza desde hace mucho tiempo, no hay forma de explicarlo.
El arte no refleja la realidad, tampoco es una herramienta para contarla.
Es más fácil explicar qué es un pintor.
Pensar así es más posible: el mero análisis de la herramienta devela una relación con la realidad sin conocerla.
Si hago un estudio arqueológico y encuentro herramientas, me puedo dar cuenta de cosas que no puedo ver en una realidad del pasado que ya no existe. A través de esas herramientas voy a poder discernir algo acerca de cómo era la relación del hombre con la realidad en ese momento.
El arte es otra cosa. No tiene ningún tipo de obligación de reflejar la realidad.
Que se produzca de una realidad aparente es posible, pero cuando uno lo recibe ya es otra cosa, recibe otra realidad, no es un vehículo de ésta, no se usa para eso. No se usa para nada.
A veces pensé que lo que yo hacía (es muy pretencioso lo que voy a decir) era igual a lo que hace un pigmeo: en cada una de sus tribus hay un especialista que caza elefantes, arriesgando su vida al perseguir a estos grandes animales. Los mata con unos dardos muy chiquitos, envenenados. Los ensarta y después los sigue tres días hasta que el elefante se muere.
Cuando lo ve morir, (si no lo mata antes a él, por que no es joda ya que le tiene que tirar desde muy cerca, después de tres días de caminata por la selva) le corta una oreja o una parte del cuerpo y vuelve a su tribu para demostrar que cumplió su labor.
El grupo va hasta ese lugar, se radica donde murió el elefante y vive un año o dos años de su carne, por que lo ahuman y lo consumen durante mucho tiempo.
El cazador tiene una pulsión hacia el elefante, tiene una función precisa que es perseguir su presa, algo que siempre se le escapa. Persigue algo.
Suele haber una ansiedad muy grande en el momento EN que está por hacerlo, y debe ser bárbaro cuando el tipo lo cazó y muy jodido cuando se le escapa.
Eso es lo que para mí pasa con la pintura, pero peor todavía porque con la pintura nunca se ve al elefante, nunca sabés lo que estás persiguiendo, siempre estás aproximándote a algo muy extraño, que no sabés qué es.
Hay quienes hablan del elefante mucho mejor que yo: Humboldt, Darwin. Ellos sabían de elefantes una barbaridad, pero no sabían cazarlo y yo, que ni siquiera lo conozco, pretendo cazarlo.

La sensación de haber estado cerca

Hay pintores que creen haber conseguido algo, yo sé que conseguí la sensación de haber estado cerca de algo, que no sé qué es, y eso es lo que me hace reincidir. Es una sensación más o menos cierta.
Si vos trabajás con una receta de cocina, obviamente vas a llegar a algo, porque es seguro el destino. Es difícil configurar una cosa que no sabés qué es. Por eso me es difícil hablar de una realidad, yo no sé si alguna vez partí de una realidad. A lo mejor fue de la realidad de un momento determinado, una realidad temporal, nunca una realidad concreta.
Yo creo que la realidad y el tiempo no existen, que todo es una ilusión, pero no una ilusión desde el punto de vista literario como decía Calderón de la Barca. Yo creo que todo consiste en tensiones de energía y materia definidas casi al nivel de física cuántica, es como que todo se limita a eso, y lo demás son todas formas.
Desde acá hasta allá aparentemente hay cierto espacio, pero es una mentira, en realidad no hay un espacio, hay un espacio porque nosotros nos diferenciamos y ocupamos los distintos lugares, pero esto está todo junto, hay tensiones que en definitiva son lo que se percibe y lo que se ve.
Yo cuando pinto no intento nada, pinto. No existen para mí las ideas en la pintura, lo único que existe es el cuadro. Yo creo que el cuadro está en la pincelada, no existen los colores, es mentira, el color es tan arbitrario como un tono musical, hablar de rojos es como hablar de un sol sostenido, que no me la música. Uno puede decir que está trabajando con determinado tipo de cosa, pero lo que se ve en realidad es lo último que pasó, lo que sostiene la imagen es la pincelada.

La pintura indefine

Es cierto lo que dice Carlyle: lo único que no se degrada del arte es la ejecución.
La pintura indefine la realidad, no la define. No existe el arte conceptual. El concepto no tiene nada que ver con el arte. Las pinceladas y el cuadro resultante serían apenas las huellas del cazador de elefantes.
Yo soy un pintor, entonces no sé si puedo hablar de arte. El arte es una cosa que tiene que ver con la historia. Los críticos de arte no se meten con la pintura porque no la conocen. Hablan de otra cosa. Llevan al plano del lenguaje lo hablable de todo esto.
Creo que con la pintura te acercás a esas cosas que están fuera de uno.
La pintura tiene que ver con la inminencia de una revelación que no se produce, con algo que tiene que aparecer y no aparece. El gran error del cine argentino es, justamente, que explica todo, todo el tiempo. Incluso las manos sobreactúan. Y además de explicarte, te dejan una moraleja al final por si no lo entendiste. Hay que parar antes de que el hecho se produzca. En el momento en que se explica pasa a ser una fórmula. Lo que tiene de bueno la sonrisa de la Gioconda es que todavía nunca sonrió. Lo interesante es siempre el momento previo.

La lluvia seca

Si la pintura explica la realidad, es pintura realista. Pero es contradictorio decir pintura realista, como también es contradictorio decir arte conceptual. Hace tiempo que se habla mucho de arte conceptual. Para mí el arte conceptual no es una obra, sino un deseo, un deseo de cómo debería ser la obra. Un deseo que no termina de concretarse. Y antes de que se concrete aparece otro deseo que es otra obra de arte conceptual, y así sucesivamente. El arte conceptual es un hijo predilecto de la crítica. Decir arte conceptual es lo mismo que decir lluvia seca. Son opuestos, antónimos. Son dos términos que se están negando mutuamente. El arte es aquello que no conceptualiza absolutamente nada. Lo que tiene de bueno el arte es que señala algo aparentemente estable, lo inestabiliza y lo muestra de diferentes formas. El concepto, en cambio, hace lo contrario. Encuentra una misma palabra para una diversidad de cosas. Elimina todas las diferencias. Hace que un árbol se vea como nunca fue. El arte recupera todo lo que el concepto unifica y elimina. Por eso el arte es una cosa y el concepto, otra.
El arte recupera la diversidad y el concepto hace desaparecer la diversidad, eso lo dice Nieztche y si lo dice Nietzsche es palabra sagrada. Yo creo que fue el único tipo irrefutable en la historia del mundo, por eso no se enseña Nietzsche, porque enseñan aquello posible de ser entendido o de ser aceptado, y si aceptás a Nietzsche te tenés que matar y la sociedad tendría que desaparecer.

Van Gogh, un mamarracho

¿Por qué Van Gogh fue considerado un mamarracho en su momento?, porque la sensación de la gente es que un mamarracho es aquello que cualquiera puede hacer y aquello que la gente no puede hacer está bien pintado.
La gente dice: esto no lo puedo hacer yo, esto es bárbaro. Se valoriza a partir de su propia ineptitud.
Aunque sea un payaso llorando, una porquería, lo evalúan por su nivel técnico, si ellos no lo pueden hacer, es una maravilla.
Es lo mismo que pasa con el bricolage. A la gente le enseñan a resolver técnicas para que crean que están pintando. Aprender bricolage es lo mismo que hacer un curso de eyaculación precoz, es una cosa ridícula, cómo vas a aprender una técnica para incrementar tu ineficacia sexual. Y un mamarracho puede llegar a ser un payaso llorando bien pintado ¿por qué? Porque está lleno de lugares comunes.
Van Gogh es tan bueno porque es la ausencia total de lugares comunes, no hay nada que se le aproxime. Eso pasa con Pollock, es un conceptual, porque el hecho de no haber caligrafía y el hecho de hacer que la impronta personal quede librada a la ley de gravedad, es conceptual, la gota va a ser siempre la gota, pero lo que produzca la gota no, es conceptual el armado de la imagen. Pero si repetís el proceso y aunque consigas lo mismo, el Pollock no te sale. Es lo mismo que Mozart, hoy sería fácil imitarlo, podrías hacer un Mozart perfecto, yo puedo ser un estudiante de música y componer bien una obra a lo Mozart, pero en el momento que cae la gota, o que la nota es escrita, queda la impronta del tiempo y sin ella no tenés ni Pollock ni Mozart. La energía del momento es lo que define esa situación de límite. Lo que tiene Pollock es que no deja abierto el camino de la expresión, lo cierra porque si te ponés a tirar pintura no podés no parecértele, entonces entramos en los lugares comunes también. Lo que persigo es entrar en los intersticios caligráficos, crear un espacio que no estaba.
Es como dice Borges: el arte no es platónico es concreto. Cuando es platónico es crítica de arte, es un punto de apoyo en la conciencia del modelo. El crítico compara, no puede ver. Lo que hace es transformar el arte en algo que no tiene que ser. No hay nada fuera de lo comparable para el crítico, cuando está fuera de lo comparable no puede verlo.
Gabriel Levinas
El Porteño