Comienza el experimento que investiga origen del universo y advierten que puede ser el Apocalipsis
Mañana comenzará a funcionar el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) o "máquina de Dios", el experimento científico más ambicioso de la historia, destinado a desentrañar los enigmas del origen del Universo, es decir, cómo fue que se creó la materia y qué pasó con la antimateria en el momento del Big Bang.
La cita será cerca de Ginebra, bajo la frontera franco-suiza, en el Laboratorio para la Física de Partículas, del Centro Europeo para la Investigación Nuclear (CERN).
Los argentinos que trabajan en la "máquina de Dios" son Ricardo Piegaia, Gastón Romeo, María Laura González Silva y Francisco González Pinto, de la UBA, y María Teresa Dova, Martín Tripiana, Fernando Monticelli y Javier Anduaga, de la UNLP.
El proyecto, que costó 4.000 millones de euros, comenzó a gestarse hace 12 años cuando el CERN empezó a construir, a 100 metros bajo tierra, un anillo metálico de 27 kilómetros de circunferencia, en el que se instalaron cuatro detectores.
En el núcleo, que fue enfriado a 271 grados bajo cero, se producirán grandes colisiones de protones -partículas de la familia de los hadrones- a unos 299.000 kilómetros por segundo, es decir, casi la velocidad de la luz.
Las 600 millones de colisiones por segundo que se producirán generarán partículas, algunas nunca observadas, y los datos recogidos serán enviados a 500 instituciones del mundo.
Dos de los detectores, el Atlas y el CMS, fueron diseñados para estudiar el bosón de Higgs, o "partícula elemental de Dios", supuestamente encargada de dotar de masa a otras partículas.
La idea es inyectar un primer haz de protones, para comprobar si recorre sin problemas el anillo, y luego, si todo va bien, hacerlo en dirección contraria, sin producir colisiones.
Los recaudos tienen sus razones: en junio pasado, un grupo de científicos trató de impedir su arranque y denunció ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo, Francia, que la "máquina de Dios" podía generar agujeros negros, capaces de aspirar la Tierra y hacerla desaparecer.
La denuncia fue firmada, entre otros, por el profesor alemán y teórico del caos Otto Rüssler, y el vienés Markus Goritschnig, pero el CERN mantuvo su postura de que no hay motivos de preocupación, pues "el LCH no hace nada que no se produzca de forma natural en el Universo"; y la denuncia fue desestimada.
Con todo, para aplacar los ánimos, el viernes pasado el director general del CERN, Robert Aymar, se vio obligado a firmar un comunicado de prensa: "El LHC es seguro y cualquier sugerencia de que sea peligroso es pura ficción".