(...)—La muestra se divide en nueve galerías. En cada una de ellas se resalta un sistema determinado del cuerpo humano. Y la que más atrae a la mayoría de nuestros visitantes, y a mí también, es la del sistema circulatorio. Creo que porque allí los especímenes están preparados de una forma diferente. Los vasos sanguíneos están rellenos de silicona y el tejido a su alrededor fue quitado, de manera que uno puede entender mejor cómo reciben la sangre los órganos y qué pueden hacer gracias a eso. Por eso creo que hasta los médicos se quedan tan impactados. Ellos, que estudian los cuerpos durante toda la vida, ven en la muestra las bases del sistema circulatorio. Y los visitantes “comunes” quedan abstraídos por la belleza del cuerpo y su complejidad.
—¿Nunca se sintió mal luego de trabajar con los cuerpos? ¿No tuvo pesadillas con ellos?
—Nunca. Siento total respeto por los cuerpos. Cada vez que tengo alguno cerca, tengo esa sensación de que se trata del organismo de una persona, que debe ser tratado con propiedad. Y como soy anatomista y trabajé con cuerpos durante toda mi vida, ahora mi tarea es controlar que nuestra exhibición esté lo mejor hecha posible. Que sea un lugar confortable para que la gente venga a aprender, que los ejemplares sean utilizados de manera apropiada. Puedo garantizarle al público que todo esto es tenido en cuenta y que nadie debe tener miedo de venir...
—Ocurre que las imágenes son muy impresionantes...
—Le cuento una breve historia: en Inglaterra vino una pareja de unos 70 años. La mujer quería entrar y el marido, no. Tras una breve discusión, el hombre aceptó pero “sólo por media hora”. Cuatro horas después, la mujer lo estaba esperando para que saliera. Uno no se puede dar cuenta de lo que le va a pasar con la exhibición hasta que la visita. Y le puedo decir a la gente que sus impresiones probablemente sean erróneas. La gente de todas las edades se entusiasma. Al ver un hueso, una articulación, un nervio, se suele perder de vista que se está frente a un cuerpo real. Eso nos pasó en todos lados y no creo que ocurra algo distinto en la Argentina.