Al frente de la labor evangelizadora de la Iglesia, España envió conquistadores y misioneros a todos los confines del mundo. China no fue una excepción, ni tampoco Asia.
En Taiwan, los primeros en llegar y establecerse fueron los dominicos, quienes estuvieron presentes en la isla de 1626 a 1642. Tras dos siglos de ausencia, ellos retornaron en 1859 para reestablecer su misión, siendo los únicos misioneros en Taiwan hasta 1949, cuando llegaron religiosos de otras órdenes que tuvieron que abandonar China continental.
Recientemente se inauguró una pequeña exposición de libros españoles raros y viejos que están depositados en la Sección de Investigaciones de la Biblioteca Central de la Universidad Nacional de Taiwan. La muestra fue inaugurada el 23 del mes pasado, en conmemoración al Día Mundial del Libro y los Derechos de Autor.
La exhibición, denominada Libros Viejos y Raros en Español, no fue extensiva en alcance, pero si extraordinaria para una institución académica de Taiwan. En especial, para la Universidad Nacional de Taiwan, que no posee un departamento o facultad de español como otras universidades en la isla.
La Universidad Nacional de Taiwan fue fundada en tiempos de la ocupación japonesa de la isla. Fue originalmente designada como la Universidad Imperial de Taihoku. Desde su fundación en los años veinte hasta 1945, fue el principal centro de actividades académicas en Taiwan. Durante esa época, su personal docente recolectó pacientemente una vasta cantidad de materiales en todos los campos del saber.
Cuando Taiwan fue devuelta a la soberanía china en 1945, todas las instalaciones y propiedades de la Universidad Imperial de Taihoku fueron también entregadas a las autoridades de la República de China. Así, el inmenso legado académico de los intelectuales japoneses que trabajaron en la isla fue puesto en custodia de los nuevos administradores.
Libros Viejos y Raros en Español, no fue extensiva en alcance, pero si extraordinaria para una institución universitaria de Taiwan.
La Sección de Investigaciones de la Biblioteca Central de la Universidad Nacional de Taiwan conserva algunos libros incunables que datan de antes del año 1500, así como una considerable cantidad de libros raros y antiguos en varias lenguas occidentales, incluyendo el español.
La mayoría de los libros en español provienen de tres fuentes. La primera es la colección de libros del profesor Chosaburo Tanaka, ex catedrático del Departamento de Horticultura de la Universidad Imperial de Taihoku.
En 1929, el profesor Tanaka adquirió en una subasta las colecciones del profesor Penzig de la Universidad de Génova y de E. F. Nolte. Estas dos colecciones constituyen la parte medular de la singular colección del profesor Tanaka, que fue aumentada con otras obras que fue comprando su dueño.
Finalmente, la colección del profesor Tanaka superó más de 20.000 volúmenes y quedó depositada en la biblioteca. Actualmente, la Universidad Nacional de Taiwan está a punto de publicar un moderno y extenso catálogo de la colección, que cuenta con 7 incunables, de los cuales 3 están relacionados con autores o traductores españoles.
A pesar que la mayoría de los libros en la colección del profesor Tanaka guardan relación con la horticultura, hay muchas obras sobre viajes, historia, religión, costumbres, etc. Algunos de los libros contienen mapas o grabados de gran valor artístico.
La segunda fuente de los libros españoles en la biblioteca es una colección de la familia Otori, de la nobleza japonesa. La colección está integrada por unos mil volúmenes que se refieren en su mayor parte a la influencia occidental en Asia. Se hace hincapié especial en las misiones católicas en el Extremo Oriente durante los siglos XVI y XVII.
Finalmente, se encuentran los libros de la Colección del Sudeste Asiático, que fueron pacientemente recolectados y adquiridos por la universidad durante los años de la ocupación japonesa de Taiwan.
Los libros seleccionados para la presente exposición son principalmente obras en español o traducidos a otros idiomas escritos por autores españoles. En su mayor parte, son crónicas de la actividad misionera de las órdenes religiosas católicas en las Filipinas, China, Japón y Vietnam. En ellas, hay muchos relatos y noticias sobre Taiwan.
También se han incluido algunas obras que guardan alguna relación con la cultura española, como La historia universal de China, escrita por el portugués Alvaro de Semedo.
Alvaro de Semedo residió en China durante 22 años. En 1629, tradujo la primera estela de los cristianos nestorianos en Sian (Xian). En 1642, escribió la obra arriba mencionada, que posteriormente fue traducida al italiano, francés, inglés y holandés.
En las páginas 37 y 38 de La historia universal de China se hace mención de aspectos generales de Taiwan. Cabe notar que las descripciones que hace el autor sobre la isla contienen muchos errores y situaciones deducidas de la pura fantasía.
Los volúmenes del Correo Sino-Annamita, que contiene relatos de los dominicanos en China, Japón, Vietnam y Taiwan durante la segunda mitad del siglo XIX e inicios del siglo XX, constituyen una excelente fuente con referencias de primera mano sobre Taiwan. Los volúmenes están ilustrados con interesantes fotos de la época.
Los testimonios recogidos en los volúmenes del Correo Sino-Annamita son importantes ya que entonces había pocos occidentales residiendo en Taiwan. Por ejemplo, en ellos se hace mención de las relaciones de los jesuitas con Liu Min-chuan (gobernador enviado por la corte Ching que inició las primeras obras de modernización en Taiwan) y otras autoridades locales.
Otra obra en la muestra es el Tomo primero de la historia de la Provincia del Santo Rosario de la Orden de Predicadores en Filipinas, Japón y China, de Diego de Aduarte. La primera edición de esta obra fue publicada en las Filipinas en 1640. Una segunda edición salió a luz en Zaragoza, de donde era natural Aduarte, en 1693.
Plano de Formosa, que presenta un aspecto muy diferente a lo que es Taiwan en la actualidad (izquierda). Página del libro de los jesuitas donde se describe el naufragio del padre Pedro Gómez en las cercanías de Taiwan, en diciembre de 1582.
Como misionero, Aduarte estuvo en las Filipinas de 1595 a 1639. En 1632, viajó a Taiwan. En su primer tomo, narra sobre la presencia española en la isla y cita Taiwan varias veces. Con su muerte, el libro fue continuado por el padre Domingo González, quien a su vez realizó un viaje de inspección a Taiwan en 1634.
Casi todos los libros mostrados en esta ocasión son historias de la actividad misionera de los dominicos y jesuitas, dos de las órdenes religiosas católicas más importantes. Las obras están repletas de noticias sobre China, especialmente en aquéllas escritas por los jesuitas. Los libros fueron ampliamente divulgados en las cortes europeas y muchas de las informaciones sobre China en aquella época fueron sacadas de los mismos.
Cartas y relaciones de sucesos de los jesuitas en Japón y China destaca entre las obras exhibidas. Esta obra es una especie de testimonio de la labor misionera de los jesuitas en Asia y daba a conocer el mundo oriental entre los europeos.
Otra obra publicada en el siglo XVII narra, entre otras cosas, el caso de Pedro Gómez, que sobrevivió el naufragio de una nave española cerca de la costa de Taiwan en 1582. La embarcación navegaba de China hacia Japón cuando ocurrió el infortunado accidente.
Entre los documentos más valiosos exhibidos se encuentra un mapa de Taiwan que data del siglo XVII. Obviamente, aparte de la silueta de la isla, el mapa tiene un aspecto completamente diferente a la descripción de la cartografía moderna.
Naturalmente, había pocos poblados en Taiwan en aquella época y la mayor parte de su geografía aún no había sido explorada. Cabe anotar el intento del cartógrafo de incluir los caracteres chinos para los principales poblados del plano. Esto ha resultado en una curiosa y muy peculiar grafía del chino.
El esfuerzo apostólico que inició España en Taiwan en el siglo XVII continúa hasta el día de hoy. Dominicos, jesuitas, franciscanos, claretianos y miembros de otras órdenes católicas provenientes del país ibérico se encuentran dispersos por todos los rincones de la isla. La mayoría de ellos habla uno o varios dialectos chinos y se dedica a perpetuar el esfuerzo misionero que iniciaron los primeros españoles que pusieron pie en Taiwan. link
Texto de Luis M. Chong L.