NUEVA YORK.– El enamoramiento sume al que lo siente en algo que parece una enfermedad mental –mezcla de manía, demencia y obsesión– que aparta a la gente de sus amigos y de su familia, y produce un comportamiento extraño (llamadas telefónicas compulsivas, serenatas desde el tejado), que podría ser confundido con una psicosis.
Ahora los científicos han producido imágenes cerebrales de esta actividad antes de que se asiente en la etapa del romance de vino y rosas o en la rutina del compromiso de larga data. En un análisis de las imágenes publicado en la revista The Journal of Neurophysiology, investigadores de Nueva York y Nueva Jersey argumentan que el amor romántico es un impulso biológico distinto de la excitación sexual.
Es más: según afirman los investigadores, está más próximo a impulsos como el hambre, la sed o la adicción a las drogas que a estados emocionales como la excitación o el afecto. La investigación ayuda a explicar por qué el amor produce esas emociones disparatadas que van de la euforia a la rabia y la ansiedad y por qué parece hacerse incluso más intenso cuando se termina.
“Cuando alguien está en las garras de este amor romántico es irracional, va al gimnasio a las seis de la mañana... ¿Por qué? Porque él o ella está ahí”, dijo la doctora Fisher, antropóloga de la Universidad Rutgers y coautora del análisis. "Y cuando uno es rechazado, puede contemplar la posibilidad de acosar a su amada, tanto como el homicidio o aun el suicidio. Esta compulsión hacia el amor romántico puede ser más fuerte todavía que las propias ansias de vivir."
La tecnología de imágenes cerebrales no puede leer la mente, advierten los especialistas, y un fenómeno tan complejo y socialmente determinado como el amor trasciende gráficos de computadora como los producidos por la técnica utilizada en el estudio, llamada resonancia magnética funcional. Sin embargo, según el doctor Hans Breiter, director de la Colaboración en Neurociencias de Motivación y Emoción del Massachusetts General Hospital, "este estudio realmente mueve el tablero en términos de entender la emoción romántica".
Recompensa y aversión
"Los hallazgos concuerdan con un cuerpo creciente de literatura científica que describe un sistema de recompensa y aversión, y ponen esta construcción intelectual del amor sobre el mismo eje de recompensas como el alimento, el calor o la adicción a las drogas", afirmó.
En el estudio, las doctoras Fisher y Lucy Brown, del Albert Einstein College of Medicine, del Bronx, y el doctor Arthur Aron, psicólogo de la Universidad Estatal de Nueva York, en Stony Brook, condujeron a un equipo que analizó alrededor de 2500 imágenes pertenecientes a 17 estudiantes universitarios que se habían enamorado hacía semanas o unos meses.
Los estudiantes observaron una foto de su amada/o mientras una máquina de resonancia magnética escaneaba su cerebro. Los investigadores luego compararon las imágenes con otras tomadas mientras los estudiantes miraban la foto de un conocido. La tecnología de resonancia magnética funcional detecta incrementos o descensos del flujo de sangre en el cerebro que reflejan cambios en la actividad neurológica.
En el estudio, un mapa generado por computadora de las áreas particularmente activas mostró puntos calientes en el cerebro profundo, por debajo de la consciencia, en áreas como el núcleo caudado y el área tegmental ventral, que se comunican entre sí como parte de un circuito.
Estas regiones tienen un denso contenido de células que producen o reciben un químico llamado dopamina, que circula activamente cuando las personas desean algo o anticipan una recompensa. En estudios en jugadores, consumidores de cocaína e incluso gente que apuesta a juegos de computadora por pequeñas cantidades de dinero, estos sitios dopaminérgicos se activan extremadamente cuando ganan.
Sin embargo, enamorarse está entre los comportamientos humanos más irracionales, no sólo es cuestión de una pequeña satisfacción o de ganar una recompensa. Los investigadores encontraron que un punto en particular, en el núcleo caudado, estaba especialmente activo en personas que obtenían altos puntajes en un cuestionario que mide el amor apasionado.
Esta región vinculada con la pasión está en el lado opuesto del área que registra la atracción física, descubrieron los científicos, y pareció estar vinculada con el deseo y la inexplicable pulsión que la gente siente hacia una persona en particular entre otros que la atraen.
Esta distinción entre encontrar atractivo a alguien y desearlo, entre gustar y querer, "ocurre en una zona del cerebro de los mamíferos que se ocupa de funciones básicas, como comer, tomar, mover los ojos, todos en un nivel inconsciente, y no creo que nadie esperara que estuviera tan especializada", dijo Brown.
La intoxicación de un nuevo amor se amortigua con el tiempo, por supuesto, y las imágenes reflejan evidencias del cambio, dijo Fisher.
En un estudio anterior, publicado en 2000, investigadores de la Universidad de Londres monitorearon la actividad cerebral de hombres y mujeres jóvenes que habían tenido una relación durante dos años. Las imágenes mostraban activación en muchas de las mismas zonas, pero significativamente menos en la región relacionada con el amor apasionado, explicó.
En el nuevo estudio, los investigadores también vieron diferencias individuales en su grupo basadas en el tiempo transcurrido desde el comienzo de la relación romántica. Comparados con los que se encontraban en las primeras semanas de su amor, aquellos que ya habían pasado más de un año mostraban significativamente mayor actividad en una zona del cerebro ligada con el compromiso de largo plazo.
El amor reciente es tan rotundo por el temor siempre presente de que no sea enteramente correspondido, por la posibilidad de que el sueño termine súbitamente.
Fenómeno frustración-atracción
En otro experimento, los científicos descubrieron que cuando una persona es rechazada, se activa la zona del cerebro vinculada con el amor apasionado. "Se trata de un fenómeno que llamo frustración-atracción", dijo Fisher.
Una de las voluntarias del estudio fue la neoyorquina Susanna Katz, de 22 años, que desde hacía tres años había finalizado una relación con su novio. Katz dijo que se había vuelto hiperactiva para distraer su atención luego de la separación, pero que también sufría en ciertos momentos de un estado físico similar al de la abstinencia.
En otros estudios, investigadores hallaron que, entre otros procesos, un nuevo amor involucra la internalización psicológica de la figura del enamorado, absorbiendo elementos de las opiniones de la otra persona, sus hobbies, sus expresiones, su carácter como así también compartir los propios.
"La expansión del yo ocurre rápidamente -dijo el doctor Aron, co autor del estudio-. Es una de las experiencias más excitantes, y lejos de amenazar nuestra supervivencia, es una de las experiencias que más nos motivan."
Para vivir todo ésto de una sola vez, mientras uno está enamorado, se enrieda con las emociones o áreas más profundas del cerebro. Inevitablemente, la actividad en esas áreas, se calma y los circuitos del cerebro relacionados con la pasión quedan intactos hasta que un nuevo amor se cruce por el camino, concluyen los investigadores.
Por Benedict Carey
De The New York Times