Es una práctica común en Japón. | |
Las jovencitas llegan a sacar entre 50 y 100 dólares por una sola prenda. | |
Las autoridades prohibieron el negocio en Tokio pero, lejos de pararlo, lo fomentó y ahora se crearon sitios webs donde las chicas se contactan directamente con los compradores. |
Increíble pero cierto. En Japón hace años muchas jóvenes están haciendo plata vendiendo su ropa interior usada. Lo más raro de todo, es que en el mercado prácticamente se pelean por ellas. Y mientras mejor cuidada, con detalles y usada esté, más dinero le darán a la vendedora y más dinero le saldrá al comprador.
El negocio se conoce como burusera, y se empezó a extender en el comienzo de los años 80. El término surgió de la palabra buru que es el nombre que se le da a los pantalones de educación física que usan las alumnas y sera, que hace referencia a los uniformes típicos de las japonesas.
El fetichismo del país oriental no tiene límites. Los hombres se vuelven locos por cualquier tipo de uniforme, tanto de enfermera, de policía y, sobre todo, el de las colegialas. Tal es así, que muchas jóvenes que ya terminaron la escuela siguen utilizando este estilo de ropa para poder cautivarlos.
El fenómeno de las bombachas usadas es tan grande que algunas adolescentes cobran entre 5 mil y 10 mil yenes ($130 y $260) por una prenda.
Muchos hombres están prácticamente obsesionados con comprar, robar e incluso vestir las prendas. Por eso, no es raro que a las chicas adolescentes que viven en los pisos bajos de los edificios se les aconseje que no dejen la ropa interior colgada al aire libre.
¿Cómo funciona el proceso de venta?
Las chicas, usualmente, compran la prenda más barata que encuentren y después la usan por 2 o 3 días seguidos sin cambiársela. Luego se presentan en cualquiera de las tiendan que se dediquen a la compra y venta de estos objetos, que suelen ser departamentos de mala accesibilidad y se la entregan a los dueños. Este acto recibe el nombre de namasera (nama significa fresco).
Lo normal (si existe algo normal dentro de la práctica) es que las chicas reciben 10 veces el precio que les salió la bombacha original. En este tipo de “mercados” se pueden ver también uniformes colegiales completos o pantalones cortos de educación física.
Para completar el paquete el dueño del local suele adjuntar una foto de la vendedora para poder excitar incluso más la imaginación del comprador.
Hay para todos
En el diario de lengua inglesa The Japan Times, el propietario de una de las tiendas explicó que tuvo que expandir su negocio y también comenzar a comprar ropa interior masculina, medias e incluso uniformes escolares. Ya que muchas mujeres comenzaron a buscar estos objetos.
¿Y las leyes dónde están?
Finalmente, las autoridades se dieron cuenta que algo no andaba bien y en Tokio se promulgó una ley que prohíbe a las menores de edad la venta de sus bombachas. Las multas por la práctica puede llegar a 500 mil yenes.
Pero la prohibición no frenó para nada el negocio, sino al contrario, lo fomentó. Ahora existen páginas web donde se les permite a las menores tener un contacto directo con el comprador sin intermediarios que les compliquen el negocio.
Todo el acto no está para nada mal vista en Japón, ya que al no haberse formado en base al cristianismo, tienen una concepción del sexo mucho natural y permisiva.
Muchas voces (autoridades y políticos) aseguran que el burusera es algo del pasado y que ya ha sido erradicado. Pero, hasta el momento, es un negocio vigente y en crecimiento.