La voraz ingestión de toda suerte de sustancias prohibidas -y muy en concreto de LSD- que Robert Crumb se pegó en los años 60 reaparece en muchas de las ilustraciones de Kafka para principiantes, terrible biografía ilustrada del autor de La metamorfosis.
Lo hace de manera salvaje, recomponiendo con nerviosos trazos la atribulada existencia del escritor, desde su infancia hasta que la tuberculosis le catapultó al lado de allá en junio de 1924. Hace exactamente 75 años.
Este pequeño volumen, editado originalmente hace tres años por la firma argentina Errepar, ha llegado, por fin, a las librerías españolas de cómics para satisfacción de las legiones de seguidores de Crumb, el padre del cómic underground y uno de los autores que mayor influencia ha ejercido en las generaciones posteriores de ilustradores.
El libro forma parte de la colección Para principiantes, cuyo pueril subtítulo es: Libros fáciles para ideas importantes. Sigmund Freud, Albert Einstein, Isaac Newton, Carlos Marx y Nicolás Maquiavelo son algunos de los protagonistas de esta galería, cuya principal característica es el entrelazado de ilustraciones y textos (en este caso, escritos por el británico David Zane) como vehículo de narración biográfica.
Pesadillas
Desde luego, éste es un libro sobre ideas importantes (no en vano Franz Kafka se disputa con Edgar Allan Poe, Lovecraft y con pocos más el título de inventor de la pesadilla moderna, y es uno de los autores que con más eficacia ha retratado el zarpazo brutal del estado público sobre el individuo privado) pero, evidentemente, no es un libro fácil.
El editor argentino debió de caer en algún exceso de candidez, o bien acudió a la ironía, a la hora de acuñar ese subtítulo. Lejos de la facilidad, Kafka para principiantes es una obra dura, nerviosa hasta la locura, implacable como un perro de presa.
En principio, suena raro que Crumb incluyera a alguien como Kafka en su nómina de personajes de historieta, junto con gente hilarante como Míster Natural, el Gato Fritz o Shuman the Human. Pero las páginas del libro establecen con toda claridad la inesperada sintonía entre los mundos del escritor de Praga y el del ilustrador de Filadelfia.
Volviendo a la mencionada época, LSDiana de Robert Crumb -y aún teniendo en cuenta que hoy el maestro vive retirado del mundanal ruido a caballo entre EEUU y el sur de Francia- está claro que aquellos años de psicodelia y desenfreno dejaron su huella, y ésa está presente en este Kafka.
Algunos episodios, como el que recrea la escritura del relato La condena, podrían calificarse de lisérgicos, sobre todo si se mira con detenimiento el alucinado personaje del padre del protagonista, Georg Bendemann. O la alucinógena visión del propio Kafka en su mesa, escribiendo Cartas a Milena en 1922.
Pero nada comparado con las páginas que recrean La metamorfosis, pobladas por el enorme y horroroso insecto en que se ha convertido el pobre Gregorio Samsa mientras dormía.
Vida y obra
Zane y Crumb avanzan por la biografía del escritor a través de su atormentada vida y de sus celebradas obras: además de las tres mencionadas, otros capítulos evocan libros como El castillo, El proceso o La madriguera.
Pero, sobre todo, el lector se zambulle en un urgente (170 páginas), aunque eficaz y profundo retrato del escritor checo. Las claustrofóbicas relaciones con su padre (luego recogidas en Carta al padre), sus tormentosas vivencias con el sexo, el telón de fondo del judaísmo en la Praga antisemita de principios de siglo, el fantasma de la guerra y el ostracismo de su obra a manos de los primeros regímenes comunistas desfilan a velocidad de vértigo por las páginas del libro, todo ello en un dibujo en blanco y negro propio de algún tenebrista profesional.
Como no podía ser de otra forma, este itinerario artístico-literario por la figura de Franz Kafka se cierra con una denuncia: la de la explosión de esa kafkamanía puesta en marcha en Praga por los profesionales de la explotación del llamado turismo cultural: «Almuerce usted con Kafka», dice un folleto turístico. Camisetas con la cara del escritor. Rutas de inmersión en el Barrio Judío bajo el lema: «Respire el aire que respiró Kafka». Y cerca, McDonald's en la calle Celetna. Si K. levantara la cabeza...
Afición al Pato Donald
Como bien reseñan Eric Frattini y Oscar palmer en su estupenda Guía básica de los cómics (ediciones Nuer), desde su más tierna infancia y espoleado por su hermano mayor, Robert Crumb se aficionó como un poseso a los tebeos de la Pequeña Lulú, el Pato Donald y Super Ratón. Desde luego, no puede decirse que ninguno de esos tres personajes clásicos dejara su impronta en el enfant terrible del cómic undeground a la hora de ilustrar este Kafka para principiantes. Pero quién sabe, los caminos del subconsciente son inescrutables.
Robert Crumb cumplirá 56 años este mes de agosto, y lo hará justo xx años después de firmar la que muchos consideran partida de nacimiento oficial del undeground: el primer número de la revista de historietas Zap Comix.
choreated de hotelkafka.com