Los seres humanos sufrimos un avanzado caso de autoengaño, afirma Alex Pentland. Nos agrada vernos como seres libres y conscientes, autosuficientes y alejados de otros animales por nuestra capacidad de razonar. Pero si observamos a la gente de cerca, propone Pentland, veremos que somos mucho más instintivos y mucho más parecidos a otras criaturas de lo que creemos.
Pentland lo ha hecho en el laboratorio de medios del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, según sus siglas en inglés). Por medio de un dispositivo electrónico monitoreó las actividades diarias de estudiantes, investigadores y ejecutivos que visitan ese centro.
Lo que halló es que el 90% de lo que la mayoría de la gente hace durante el día es tan rutinario que su conducta podría ser prevista con sólo unas pocas ecuaciones matemáticas. Estos descubrimientos son parte de una silenciosa explosión de trabajo psicológico que pone a la conducta humana bajo una misteriosa luz.
"Es difícil aceptarlo -dice el psicólogo John Bargh de la Universidad de Yale-, pero la mayor parte de la vida cotidiana de una persona está determinada no por sus intenciones conscientes y sus elecciones deliberadas, sino por procesos mentales puestos en movimiento por el entorno."
En otras palabras, la mayor parte del tiempo reaccionamos instintivamente ante el mundo que nos rodea. Si ése es el caso, entonces sería mejor que los científicos aprendieran a traer el mundo escondido de las influencias no conscientes a la luz, que es lo que Pentland espera hacer con sus sensores electrónicos.
"Deberíamos reunir datos y examinarlos como un biólogo", asegura, antes de decidir cómo explicar mejor las acciones humanas. Los investigadores que estudian a los animales comienzan a partir de la idea de que las acciones de los animales provienen mecánica y automáticamente sólo de sus instintos. Por el contrario, los psicólogos tienden a ver a la gente como a individuos que actúan sobre la base de pensamientos conscientes.
La idea de Pentland es que podemos explicar y aun predecir mucho de lo que la gente hace sin siquiera referirnos a sus palabras o pensamientos conscientes.
Predicciones acertadas
Pentland y sus colegas crearon sensores portátiles del tamaño de un atado de cigarrillos a partir de teléfonos celulares, usando las señales de las bases de los celulares o de satélites internacionales para rastrear la localización de la persona en un radio de 2 metros.
También tienen un medidor de aceleración que monitorea hasta los mínimos movimientos de la parte superior del cuerpo y un micrófono para registrar los variados aspectos de la conversación. La información es bajada a las computadoras en intervalos regulares para permitirles analizar cualquier patrón significativo.
En numerosos experimentos siguieron a cientos de personas que llevaban los sensores durante semanas o meses. En un estudio, el equipo de Pentland monitoreó a personas que asistían a una conferencia de negocios y trató de predecir quién intercambiaría tarjetas personales.
Uno podría esperar que esto requiriera algún conocimiento de la información que los presentes intercambiaban, para ver si se descubría algún interés en común. Sin embargo, los investigadores encontraron que podían predecir el intercambio de tarjetas con un 80% de certeza sólo buscando una "señal social" particular.
La señal clave en este caso fue lo que apodaron "excitación", que implica la aparición de ciertos pequeños movimientos corporales junto a una pronunciada modulación tanto en volumen como en tono del habla. "Actúan como niños excitados y en movimiento", dice Pentland.
Al ignorar las palabras y pensamientos y centrarse en las señales sociales solamente, las predicciones del grupo llegaron a un nivel desconcertante de perfección en algunos casos. En un estudio en las oficinas de Vetex, una de las más grandes empresas de centros de llamadas del Reino Unido, Pentland pudo predecir con un 87% de exactitud si la llamada de un operador telefónico terminaría en una venta sólo con escuchar su voz grabada durante unos pocos segundos.
Si estos resultados se hubieran dado en monos u otros animales, sostiene Pentland, apenas hubieran sorprendido. Después de todo, todos sabemos que los animales no piensan demasiado y generalmente actúan por instinto. Entonces, puede ser que lo mismo sea cierto también con nosotros.
Conducta automática
"Los datos sugieren que gran parte de la conducta humana es automática y determinada sólo por los instintos", asegura Pentland. Robert Provine, psicólogo de la Universidad de Maryland, va aún más lejos. Sospecha que sólo pensamos que actuamos conscientemente porque una voz interior es tan hábil como para dar razones y explicaciones de nuestra conducta generada inconscientemente.
Otros piensan que tales interpretaciones van demasiado lejos. Sostienen que claramente somos capaces de un pensamiento consciente y que nuestras capacidades mentales sin duda exceden las de otros animales: ningún mono podrá reproducir jamás el razonamiento que llevó a Einstein a la teoría de la relatividad, ni a los cálculos cotidianos que realizamos todos los días, tales como comparar productos o planear nuestras finanzas.
Pero si la toma de decisiones y la conducta inconscientes son más importantes de lo que los psicólogos y científicos sociales han sospechado tradicionalmente, eso despierta la cuestión más profunda respecto de qué es lo que esta forma instintiva de pensar hace por nosotros y cómo puede complementar al pensamiento consciente.
Por Mark Buchanan
De New Scientist