Una fresca mañana de 1935 entre mate y mate, la madre de Emile Cioran le confesó a su hijo que si hubiera sabido que él iba a ser tan infeliz, hubiera abortado. Cioran sintió un alivio inmenso:
"Soy sólo un accidente. ¿por qué debo tomarme en serio?"
Afortunadamente nuestras madres son bien educadas y concientes. nunca serían tan sinceras, eeeh... quiero decir groseras con sus polluelos...