Era el 8 de septiembre de 1900, cuando un huracán categoría cuatro devastó la ciudad, cobrando la vida de alrededor de 8.000 personas. Galveston quedó prácticamente borrado del mapa.
En 1900 Galveston era una de las ciudades más ricas del país.
En aquella época Galveston era el centro neurálgico de la naciente industria exportadora de algodón. Tan rica, que muchos la consideraban como la "joya de Texas" o la "Wall Street del sureste".
Días antes de la llegada del huracán, algunos marinos habían advertido sobre la posibilidad de un desastre, pero la mayoría de la gente no prestó atención, según cuentan algunos historiadores.
Incluso el famoso meteorólogo Isaac Cline, desestimó las advertencias y calificó de "absurda" la idea de que la ciudad pudiera ser devastada. Más tarde, perdería a su esposa.
Pero el día previo al huracán, gigantescas olas golpeaban la costa y muchos de los incrédulos comenzaron a empacar sus maletas. De hecho, menos de la mitad de los habitantes decidió evacuar la isla. El resto sufrió las consecuencias.
Muchos historiadores piensan que hubo cerca de 10.000 víctimas fatales.
Horas antes del desastre, el propio Cline llegó hasta la playa en un coche tirado por un caballo advirtiendo a la gente que corriera por sus vidas.
Fuertes vientos comenzaron a destruir todo lo que encontraron a su paso y el nivel del agua subió, hasta que casi toda la isla quedó sumergida bajo el agua.
"Los techos de las casas y árboles volaban por las calles como hojas de papel", escribió Cline en un informe.