La Regla de la Inutilidad del Regalo de Cumpleaños: Regalar algo que una persona necesita es redundante: esa persona, aunque esté en la MISERIA TOTAL, se las arreglará para conseguir esa cosa, o le pedirá a alguien que se lo regale para darle una mano. Por eso, regalárselo para su cumpleaños es MEARLE la posibilidad de recibir algo inútil pero anhelado, ocupando ese “nicho” con algo que procurará de alguna forma. El regalo de cumpleaños debe ser COMPLETAMENTE INÚTIL, incluso aunque sea una porquería.
La Regla de las Disculpas Alternadas: En una relación cualquiera (de pareja, de amistad, laboral), el que pidió disculpas una vez no debe pedirlas la siguiente vez, incluso aunque se haya mandado cagadas dos veces seguidas; eso mantiene el “equilibrio de fuerzas”. La otra persona debe hacer de tripas corazón y pedirte disculpas por la cagada que te mandaste, o se corre el riesgo de minar la relación. Estra regla no funciona, lamentablemente, en la relación con nustros jefes.
La Prohibición del Conteo de Dinero Devuelto (con su excepción): Cuando alguien te devuelve dinero, es de mal gusto y de miserable contarlo. Lo correcto es guardarlo directamente en el bolsillo delatero de la camisa (en todo caso se puede contar –medio rapidito - cuando nuestro querido amigo se distraiga por unos segundos mirando por la ventana, ocultándolo debajo de la mesa). La excepción ocurre cuando le prestaste dinero a alguien que ODIÁS; en ese caso, es correcto contarlo, como forma de demostrar DESPRECIO.
La Prohibición del Reclamo de Dinero Prestado (con su excepción): El dinero prestado a un amigo debe considerarse PERDIDO desde el principio, y no reclamarse jamás; sin embargo, está permitido, en caso de apuro económico (por ejemplo, si te están por cortar la luz), llamar a esa persona y, luego de toda clase de salvedades, preguntarle si él te “presta” unos mangos por unos días.
La Ley del “Sandwich de Felicidad”: Los momentos de serenidad y autosatisfacción deben considerarse efímeros y limitados en el tiempo, desde el momento en que te mandaste tu último moco y lo semi-arreglaste, hasta el momento en que te mandás el próximo moco (que, por otra parte, es inevitable e inexorable). Estos momentos “sándwich” son lo que habitualmente llamamos “tranquilidad”. A veces pueden durar hasta un mes. Otras, unos quince minutos.
La Ley de los Quince Minutos: Siempre, pero siempre, hay que llegar quince minutos tarde, ponele diez. Llegar puntualmente es un acto de desconsideración infinita. Llegar cinco minutos antes directamente puede ser considerado una agresión encubierta. Por fin, no funciona darle a alguien puntual el horario atrasado quince minutos: llegará quince minutos antes, es decir, desconsideradamente a horario.
La Ley de la Miseria Autorizada de Menor Graduación: Si alguien nos cuenta que un conocido, amigo o pariente, comete una miseria, eso nos autoriza AUTOMÁTICAMENTE a cometer otra bajeza, pero de menor intensidad (para que nadie diga que somos “tan miserables como ese”). No es necesario que la bajeza sea dirigida al miserable original; puede ser a un tercero COMPLETAMENTE EXTERNO, siempre que la punica persona que se entere sea la que nos ha contado la miseria antedicha.
La Ley de la Ineficiencia Autorizada: Cuyando alguien te felicita por un trabajo bien hecho, esto te autoriza a ser COMPLETAMENTE INEFICIENTE en la ejecución del próximo trabajo, e incluso a cometer errores que provoquen pérdidas millonarias. Es de importancia vital, sin embargo, que esta ley permanezca en SECRETO ABSOLUTO, o de lo contrario no volveremos a ser felicitados, impidéndote cometer próximas ineficiencias (objetivo principal de nuestra asistencia al empleo o, por qué no, de nuestra vida).
La Amortización del Esfuerzo: Vale más la pena “amortizar” un esfuerzo que una inversión de dinero. Antes de realizar un trabajo físico (por ejemplo, mover el televisor a otra habitación) hay que calcular si la cantidad de tiempo que se disfrutará del fruto del esfuerzo compensa el trabajo (por ejemplo, ver un programa de media hora no “amortiza” empujar una mesita de televisor a la que se lenredan los cables y se le sale el coaxil y es todo un problema. Ver la edición de TRES HORAS de “Gran hermano”, sí).
La Regla de la Firma: Nunca, pero nunca, hay que firmar nada, a menos que el contrincante realmente se ponga muy muy pesado y te lo pida tres veces seguidas. En ese caso hay que firmar y luego salir corriendo a hablar con un abogado.