De la gloria absoluta al calvario ha sido un paso. Mientras el mundo científico se ruboriza por los desafueros del médico, sus seguidores manifiestan para pedir otra oportunidad para su ídolo
(Tokio). El dictamen de la Comisión de Investigación de la Universidad de Seúl pone fin a una carrera meteórica que comenzó en una pequeña aldea ganadera de Buyeo, a 70 kilómetros de la capital, donde Hwang Woo-suk nació el 15 de diciembre de 1952, en medio de la guerra civil que dividió la península coreana.
Fue entonces, durante sus primeros años de vida, cuando el contacto con los animales de granja marcó la trayectoria vital del joven y le encaminó hacia los estudios de veterinaria.
El interés por unos conocimientos tan prácticos venía impulsado por las duras circunstancias vitales que le tocó padecer: su padre murió cuando tenía cinco años y fue su madre la que se encargó de sacar adelante al pequeño Woosuk y sus cinco hermanos.
Gracias a una beca y a su esfuerzo, Hwang Woo-suk se licenció en veterinaria en la Universidad Nacional de Seúl a fines de los setenta e inmediatamente se sumergió en un doctorado sobre reproducción animal, que culminaría con la lectura de su tesis en 1982.
Entonces descubrió que el grial de la mejora de las especies y la cura de las enfermedades del ganado estaba en las partes más oscuras de su mecanismo genético, que explicaba por qué unas vacas podían resistir mejor los duros inviernos coreanos y por qué la carne de unas y otras era tan diferente en proteínas y grasa.
Fue en esos años ochenta posteriores a su doctorado cuando Hwang centró sus estudios en las posibilidades de clonación, aspirando a ser el pionero en ese campo.
Tras realizar cursos de posdoctorado en Hokkaido, norte de Japón, regresó a la Universidad Nacional de Seúl para especializarse en reproducción asistida.
El equipo que gracias a su determinación pronto pasó a dirigir tuvo éxitos inmediatos en el campo de la reproducción y ya en 1993 Hwang y sus compañeros pudieron asistir al nacimiento de la primera vaca por fertilización in vitro de Corea del Sur.
En 1999, fue bautizado por sus amigos como el "Doctor Clon", precisamente después de conseguir clonar una vaca, a la que bautizó "Yongryong".
A este éxito le siguió en 2002 la clonación de cerdos y en 2003 logró obtener reses-clones resistentes al mal de las "vacas locas". El siguiente paso era la clonación humana, siempre, según dejó claro, con objetivos terapéuticos.
El triunfo que se ha revelado tan efímero le llegó en 2004, con su pretendida clonación de embriones humanos y el supuesto desarrollo a partir de ellos de una línea de células madre "pluripotenciales" capaces de originar tejidos para curar enfermedades.
En 2005 dijo que había obtenido cultivos de células madre a partir de embriones producidos por transferencia nuclear de células de piel de pacientes enfermos a óvulos de mujeres.
En agosto de ese mismo año logró la primera clonación de un perro, el galgo afgano "Snuppy"... Sólo que pronto el "Doctor Clon" iba a conocer el calvario.