December 27, 2005

Primero hay que saber sufrir

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El escritor David Nadelberg piensa en su show Mortified (“Mortificado”) como un exorcismo, o un funeral, para la angustia adolescente. Todo empezó tres años atrás, cuando encontró las cartas de amor que le había enviado a una chica a los trece años: sus ruegos mezclados con canchereadas pobremente ejecutadas eran el patetismo encarnado. Y se dijo: “Tengo que convertir esto en una obra de teatro”.
La mayoría de las participantes son mujeres, porque las chicas son mucho más proclives a escribir diarios. Los hombres suelen traer cartas, y la mayoría de las veces letras de canciones o poemas, sobre todo de la fase que Nadelberg denomina “adolescente que quiere ser Jim Morrison”. El proceso de elección es duro: “Si alguien es rechazado, lo cierto es que tiene que sentirse bien, porque quiere decir que no fue un adolescente tan patético. Y además intento que sea pura catarsis. Es una liberación leer un diario ante extraños que están ahí para reírse de uno. Es como deshacerse de algo y al mismo tiempo abrazarlo, porque esos sentimientos fueron muy reales, y todavía duelen en alguna parte. Por eso lo llamo exorcismo”.
Nadelberg trata de equilibrar, también. Sabe que las historias sobre drogas y sexo salvaje pueden resultar todavía dolorosas, entonces las estudia seriamente antes de dejar que se las lea. También trata de evitar demasiados romances no correspondidos, porque sería repetitivo. “Lo que busco, por ejemplo, es alguien que haya escrito con verdadero dramatismo sobre cómo lloraron cuando murió su personaje favorito de Viaje a las Estrellas. Pero tiene que ser sentido. Si no, no funciona.”
A pesar del filtro, las mejores lecturas fueron aquellas que bordean lo serio. Algunos participantes leen con regularidad, y se van de gira: los más famosos son Mark Phinney, que llevó un diario durante sus días en un instituto psiquiátrico; Nic Arnzen, que revisita las fantasías que tenía antes de salir del closet; y Sascha Rothschild, que en su diario da detalles sobre sus experiencias con sexo y drogas a los doce años. Cuando leyó por primera vez, quedó impresionada ante la reacción del público: “Uno se da cuenta de que mucha gente pasó por lo mismo. Todos nos drogamos, todos odiábamos a nuestros padres, y todos queríamos que el chico que nos gustaba se muriera si no nos correspondía.” Rothschild, además, pasó de un trabajo normal como periodista a tener un agente literario, y hasta le llegó una oferta para publicar sus diarios. “Hay cierta ironía en todo esto: escribo desde hace años, y a nadie le importó hasta que desenterré mis dramas de los doce años.”

En el sitio www.getmortified.com, además, se pueden postear viejos poemas de amor, fragmentos de diarios y demás, cuanto más patéticos mejor. Ahora además está abierto a terribles fotos con esos raros peinados nuevos. De a poco, las celebridades y la industria empiezan a tomar nota de las posibilidades de la mortificación pública; Nadelberg está a punto de firmar un contrato con Comedy Central, y su sueño es que Alanis Morissette, Fiona Apple y Chelsea Clinton se suban al escenario. En este momento está tratando de convencerlas. “Ellas deben tener material impecable”, se regodea. Todavía no se subió al escenario ningún famoso. Pero con el éxito de crítica y público del show, es cuestión de tiempo. A ver quién es el primer valiente