(Andy Robinson. LA VANGUARDIA)
Te estrangulé hasta la muerte. Luego te rompí las putas piernas". Esta es una de las frases poco amables que canta el popular rapero Eminem en su disco "Slim Shady". Esta canción, y otras del rapero Doctor Dre, se usaron para las torturas aplicadas en una cárcel militar estadounidense en Afganistán. La información trascendió ayer, cuando el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, y el premier británico, Tony Blair, visitaron Irak en forma sorpresiva.
Un informe de la organización Human Rights Watch denunció que "los detenidos fueron encadenados a la pared durante semanas en la oscuridad" y a veces "colgados en el aire". Y todo ese tiempo "fueron sometidos a escuchar música rap y heavy metal a todo volumen".
Esta nueva "música tortura" se aplicó también en otras cárceles de EE.UU., como la de Guantánamo. Allí sonaron en forma estridente estrellas estadounidenses como Britney Spears, Rage Against the Machine, Metallica y hasta Bruce Springsteen, enumeró Moustafa Bayoumi, investigador del Brooklyn College, en un artículo en la revista The Nation.
"Con la música tortura nuestra cultura ya no es un medio de expresión individual sino un arma", aseguró Bayoumi.
La canción "Bodies" (cadáveres), de la banda de metal Drowning Pool, se usó en Afganistán y en Guantánamo. Haj Ali, uno de los iraquíes torturados en cárcel de Abu Ghraib en Irak —el que apareció en una foto encapuchado, de pie sobre una caja, con los brazos en cruz y atado a varios cables— tuvo que oír durante varios días, sin pausa, una canción rockera de David Gray a todo volumen en su celda.
"Esa gente jamás ha oído heavy metal. No lo soporta", declaró a la revista Newsweek un interrogador de Guantánamo.
"Es irónico porque muchas canciones de Eminem y Doctor Dre instan a las víctimas de injusticias sociales a rebelarse", explicó a La Vanguardia Marcyliena Morgan, especialista en hip hop de la Universidad de Stanford.
Ninguno de los artistas cuya música se usó para torturar protestó. James Hetfield, cantante de Metallica, hasta se mostró "orgulloso" de que sus canciones resultaran "culturalmente ofensivas" para los iraquíes.
No sólo los rockeros sostienen esta postura. Charles Krauthammer, columnista de The Washington Post, egresado de Harvard, premio Pulitzer y respetado psiquiatra, escribió en el semanario neoconservador Weekly Standard que "colgar a un hombre de los pulgares no sólo es permisible sino un deber moral" si se puede obtener información sobre un atentado terrorista.
Por supuesto, muchos intelectuales en EE.UU. protestaron contra estos castigos, entre ellos el escritor Salman Rushdie, quien declaró que "hace años luchamos contra la tortura de escritores en el extranjero, y nos preocupa mucho que Estados Unidos ya sea culpable también".
EE.UU., como otros países occidentales, han tolerado las torturas en varias ocasiones, desde El Salvador hasta Vietnam. La diferencia, explicó la ensayista canadiense Naomi Klein en The Nation, es que el gobierno de George Bush "exige el derecho a torturar en forma legítima, sin vergüenza, con nuevas definiciones y leyes".
En tanto, el Congreso de EE.UU. aprobó la extensión sólo por un mes de la controvertida "ley patriota", adoptada tras los atentados de setiembre de 2001, que amplía los poderes de las fuerzas de seguridad para combatir al terrorismo.
Al mismo tiempo, Rumsfeld llegó a Bagdad en una visita sorpresa y elogió los progresos "impresionantes" logrados en Irak. Blair arribó a su vez a la sureña ciudad de Basora y dijo que las tropas de su país sólo podrán abandonar Irak cuando las fuerzas iraquíes "estén lo suficientemente fortalecidas".