“Los límites entre géneros tienen que ver con la falta de imaginación”, dice David Harrington, primer violín y fundador del Kronos. “Esa es una de las razones por las que siempre buscamos romper ese límite, explorar las posibilidades. No habría nada mejor que imaginarse, por ejemplo, a Nine Inch Nails tocando música de Anton Webern.” El eclecticismo extremo del grupo, que integran además John Sherba en segundo violín, Hank Dutt en viola y Jennifer Culp en chelo (que reemplazó a la original Joan Jeanrenaud), tiene un límite: “Buscamos sólo obras que nos parezcan tremendamente expresivas. Música que nos lleve a examinar parte de nuestra vida y que haga que a la audiencia le suceda lo mismo. Buscamos compositores que sepan poner su vida entera en cada nota. John Zorn, Terry Riley, Witold Lutoslawski, Astor Piazzolla, Osvaldo Golijov o Franghiz Ali-Zadeh, con quien mantenemos una colaboración estrecha desde 1993, son autores que nos impresionaron profundamente. Cuando tocamos obras de ellos, tratamos de transmitir esa impresión especial, particular de cada una”.
El Kronos, que llegará a Buenos Aires para tocar el 8 y el 9 de diciembre en el Teatro Gran Rex, fue creado en 1973. En 1997 estuvieron por primera vez aquí para actuar en el marco del primer Festival de Teatro organizado por el gobierno de la ciudad. En esta nueva visita harán dos programas distintos. En el primero incluirán composiciones y arreglos de Osvaldo Golijov (de piezas de Café Tacuba, Aníbal Troilo y Carlos Paredes) y composiciones de Alexandra Du Bois y Steve Reich (la famosa “Different Trains”). En el segundo se escucharán obras de Xplodin Plastix, Sigur Rós, Rahul Dev Burman, Emboba, Derek Charke y Terry Riley. La trayectoria del grupo incluye la grabación de la integral de los cuartetos de Alfred Schnittke, el registro de Five Tango Sensations junto a Piazzolla en bandoneón, la grabación de Electric Counterpoint de Steve Reich, junto a Pat Metheny, y el estreno de The Dreams and Prayers of Isaac the Blind, de Golijov, además de discos con composiciones de Béla Bartók, Lutoslawski, Morton Feldman, George Crumb y Henrik Gorecki, entre otros. “No hay una manera de tocar bien y otra –u otras– de tocar mal”, dice Harrington. “Cada música tiene su clima, su propio lenguaje, y cada música hay que tocarla de manera diferente, con un sonido diferente, con distintas modalidades de articulación y fraseo. La diferencia no aparece sólo entre Bartók y Burman, por ejemplo, sino también entre Bartók y Lutoslawski. Tampoco en la llamada música clásica hay un lenguaje único. No hay una sola música, ni tampoco dos, popular y clásica. Hay una gran cantidad de músicas y cada una tiene sus leyes.”
Una de las virtudes innegables del Kronos es que sus cruces entre géneros jamás tienen el gesto del crossover tradicional ni, mucho menos, de la estetización o del “grupo clásico prestigiando la música popular”. Cuando tocan Hendrix, tocan Hendrix: ensucian el timbre, llevan sus instrumentos al límite, no endulzan nada. Y en un disco como el dedicado a Burman, sus maravillosos pastiches –en los que puede mezclarse una cita a las películas de James Bond con música tradicional india y un pasaje que remite a los gitanos de Europa central u otro en franco estilo pop– encuentran en el Kronos un aliado ideal. De hecho, si no se está advertido, el disco parece un auténtico disco popular, en el que brillan la extraordinaria cantante Asha Bhosle –colaboradora habitual de Burman hasta su muerte en 1994– y el percusionista Zakir Hussain –quien tocó con John McLaughlin, Jan Garbarek y otros músicos indios en el extraordinario disco Making Music–. Ali-Zadeh, de quien el Kronos ya había incluido una obra en el disco Night Prayers, compuso para el grupo, además de “Mugam Sayagi”, que da nombre al nuevo disco, la bellísima y enigmática “Oasis” y “Aspheron Quintet”, para cuarteto de cuerdas y piano, que aquí toca ella misma. El disco se completa con “Music for Piano”, también interpretada por la autora. El interés y la seducción del estilo tienen que ver con la fascinante tensión entre escalas e inflexiones del folklore de la región en que nació la compositora, y procedimientos tímbricos y sutilezas dinámicas provenientes del mundo académico. Una tensión que aquí tiene como cómplice la perfecta interpretación del Kronos.