March 30, 2006

El papel del autor en su propia obra, o el derecho al pataleo
Yo dividiría a los críticos a los que disfrutan leyendo los libros y los que disfrutan en quemarlos. Pablo Capanna es un critico literario, y pertenece, afortunadamente a los primeros. No es conocido, sobretodo porque se dedica a un ámbito literario poco “intelectual” como es la ciencia ficción. Lo primero que leí de él fue una recapitulación de la compleja mitología del mainstream de los cuentos de Cordwainer Smith (tanto una defensa del genero de la ciencia ficción como una recapitulación de Cordy quedan pendientes para una nueva entrada). En un parrafo del excelente libro titulado Idios Kosmos: Claves para Phillip K. Dick, Pablo trata el espinoso tema de la critica literaria, y citó:
“El crítico se jacta de ser imparcial, distanciado, objetivo, hasta un poco desinteresado por la obra; sólo le interesa disecar su esqueleto estructural, de-construirla o destruirla, sólo para añadir un paper a su carrera. Para él, el autor es un accidente (salvo cuando escribe su biografía pues, en ese caso, el accidente es la obra); en cuanto al lector, es parte de una categorización sociocultural o ideológica. La empatía es, para el crítico androide, un pecado contra el profesionalismo. Sus construcciones teóricas aspiran a ser ajenas a los valores, tan wertfrei como las del físico o del químico.”
No es mi intención, en este momento, atacar a la critica literaria; quedará para otro momento. Si, el meditar sobre el problema de la presencia del autor en la obra. Como dice Pablo, la vida de Dostoiesky es inseparable de su obra, mientras que la vida de Emilio Salgari o Stephen King si lo son (yo discutiría el segundo, en especial si se tiene en cuenta la saga de la torre oscura; y agregaría los nombres de Tom Clancy, y en general, todos los escritos de best sellers).
En otras palabras, para Cappana, los “buenos” autores son indisociables, a cierto nivel, de sus obras; en cambio, los “malos” autores crean obras de manera automática, de manera que no tienen realmente una conexión con sus obras. Esta bien, es una generalización demasiado “androide”, pero es el punto extremo de una postura.
Otro punto de vista lo aporta Umberto Eco. En toda su obra (de la que apenas me da el cuero semántico para leer sus conferencias aptas para todo publica), Eco postula que cada texto tiene su “autor modelo”, una entidad ideal, independiente del autor real. Además, debe existir, para cada lector de un mismo texto, un autor ideal del mismo texto. Yo me imagino este autor modelo como la convergencia de todos los autores ideales; es la sumatoria de todas las posibilidades de interpretación de la “personalidad” de la del emisor de un mensaje, que es el texto. Ahora bien, este autor modelo tiene el defecto de no existir. Esto es realmente un contratiempo, porque si existiera, quizás uno podría mandarle un email con todas las preguntas acerca del texto. Eso seria sensacional, aunque dejaría sin trabajo a inventores de continuaciones, analistas literarios, y sobre todo a los críticos.
El problema es que, a falta de autor ideal, la gente tiende hacer responsable de los textos a su autor real. Recordemos los problemas que pasó Sir Arthur Conan Doyle cuando se le ocurrió la peregrina idea de matar a Sherlock Holmes arrojándolo por las cascadas de Reichbach. O el pobre Johann Valentin Andreae, jurando y perjurando que él no tenia nada que ver con los rosacruces. Me imagino que con las artes visuales debe pasar lo mismo, aunque no creo que ningún director de cine tenga problemas semejantes...
Esta asociación “autor-creador” es mejor que la asociación “autor-personaje”, porque alli las cosas se salen del catre. Se dice que muchas novelas son “autobiograficas”, no en el sentido que sean una narración novelada de la vida del propio autor, sino que algunos personajes experimentan situaciones análogas a las que el propio autor ha vivido. Mi pregunta es ¿cuándo una novela es autobiografica? Existe algún criterio para decir que algo es autobiografico? En general, se podría decir que todas las novelas son autobiograficas, porque los autores tienden a escribir sobre cosas que saben, y suelen saber cosas que han vivido. Además, en las novelas todos los personajes experimentan una gran serie de situaciones, las cuales pueden haber sido experimentadas por el autor (y cualquier otra persona). Por otro lado, como sabemos que el personaje ha experimentado realmente las mismas situaciones que el autor? Como sabemos que, digamos, Jack London no vivía con alegría sus viajes por el Yukon, mientras que sus cuentos son un muestrario de sufrimientos helados? No me vengan con el remanido recurso de que el autor dijo tal cosa en tal reportaje: si los reportajes fueran siempre verdaderos, el sistema judicial seria parte de las editoriales de las revistas. Es una actitud paranoica negar las declaraciones del autor, pero el sano esceptismo es la base del descubrimiento de la verdad.
En suma, la condición de autobiográfico es una condición que depende tanto de la obra como del autor; por lo tanto, es peligrosamente ambigua, porque puede generalizarse rápidamente y extenderse rápidamente a obras que su autor no deseaba que se consideren como una representación fiel de su obra. PKD tuvo graves problemas con respecto a eso: lo más parecido a una autobiografía de su vida, su novela VALIS (o SIVAINVI, para los hispanoparlantes) presenta un personaje esquizofrénico, Philip K. Dick. Algunas de las peripecias del Philip novelado son idénticas a cosas que le sucedieron realmente a Philip K. Dick; otras evidentemente no (bueno, salvo que realmente exista la Hagia Sophia). Una tercera clase son una serie de eventos que le suceden al Philip novelado, pero que no sabemos si le sucedieron al Philip real (ni podremos saber, porque PKD murió en marzo de 1982). Supongamos que VALIS es considerada autobiografica; eso nos permite concluir que Philip K. Dick es un esquizofrénico drogadicto, misógino y evasivo. Aun cuando realmente lo haya sido (lo más probable), esto le despertó un montón de incomodas criticas. Ahora bien, hay otra novela, Radio Libre Aldemuth, también de PKD, también protagonizada por él mismo (narrada, en realidad), que niega todo esto, y habla de un malentendido causado por el deseo de publicidad de sus editores (y Harlan Elison). Ahora, si tanto VALIS como Aldemuth son autobiograficas, a priori PKD fue y no fue drogadicto, esquizofrenico y todo eso. Alguien podría resolver esta contradicción analizando que el termino autobiografico solo funciona en un sentido muy limitado; verbigracia; existen Acciones (autor) que pertenecen al conjunto de Acciones (personajes), pero no todas las Acciones (personajes) pertenecen al conjunto Acciones (Autor). Ahora, me temo que la mayoría de las personas se les pasa ese pequeño detalle por alto.
Además, que percha importa que una novela sea autobiografica? ¿Es mejor, más real, más interesante por ello? El autor pudo haberse inspirado en sus propias vivencias para escribir su obra, pero también pudo haberse inspirado en las vivencias de otra persona. Quizas las vivencias de una tercera persona, desconocida para el autor, encajan perfectamente en las aventuras de los personajes. Si esto no tiene importancia, tampoco debería hacer muy importante la condición de autobiográfico, salvo tal vez para un escritor interesado en escribir su propia vida. Existen toneladas de toneladas de novelas autobiografías que son una verdadera porquería, y muchas excelentes novelas que no son autobiografiítas. A quien le importa? (yo mismo me contesto: la señora que lee Selecciones de Reader’s Digest, ve las películas basadas en historias de la vida real y lee revistas de cosmografía barata).
Paremos un cacho; entonces, que pinta el autor en su propia obra? ¿Puede uno preguntarle “¿Qué quiso decir cuando escribió tal cosa?”. ¿Puede el autor salir a refutar las propias interpretaciones de su obra? ¿Es correcto identifica bilateralmente a un personaje de la obra con el autor? ¿Es correcto tomar todas las obras de un autor como un conjunto?
Yo personalmente creo que la respuesta correcta de todas estas preguntas es “Si, pero con mucho cuidado”. A mi parecer, el autor real es el creador material de su propia obra. Su opinión de ella puede ser muy valiosa, pero a priori es apenas más “verdadera” que la opinión de un critico o aun de la de un autor hedónico. El autor es una persona; identificarlo con un personaje es casi un insulto, es reducirlo al estatus de un montón de palabras. Inclusive, tomar todas las obras del autor como un conjunto no es más que una conveniencia taxonómica, basada en la supuesta existencia de un “estilo”. Las obras son bastante independientes entre si; juzgar los meritos de una en función de las otras (o peor, juzgar a un libro por su autor). Las obras son independientes; es una mala costumbre, una indecencia literaria, prejuzgarlas por el nombre del autor. Es una suerte de discriminación, de xenofobia. En fin, desgraciadamente, a veces es un mal necesario.


(choreated de Mandramas)