January 6, 2006

Schlasslichter

Durante la investigación de los asesinatos de Jack el Destripador, en concreto desde que se informó que a Annie Chapman le habían extirpado órganos, algunos médicos sugirieron que se investigara la posibilidad de que éstos fueran a parar al mercado negro. Hubo testimonios como el de un doctor londinense que incluso apuntaban a posibles sospechosos. Según este doctor:
Unos meses antes le había visitado un americano, rogándole le procurase cierta cantidad de órganos como los que le faltaban al cadaver de la difunta Chapman, ofreciéndose a pagar 20 libras por pieza. El americano alegó que estaba estudiando un tratamiento para los transtornos femeninos y que proyectaba enviar un órgano con cada ejemplar de la publicación.
La historia parecía absurda pero fueron bastantes, entre ellos periodistas y obispos, los que creían que los asesinatos se producían con el único fin de vender los órganos. Estas opiniones eran reforzados con artículos sensacionalistas procedentes del exterior:

De Viena llegó un reportaje afirmando que el útero y otros órganos femeninos eran empleados como diebslichter o schlasslichter, respectivamente cirios de ladrones y cirios soporíferos. Según una antigua superstición alemana, la luz de tales velas obligaba a dormir a las personas sobre quienes recae [¿Por qué no se duerme quien los lleva?]. De aquí se deduce, que tales órganos debían ser muy codiciados por algunos ladrones, e incluso en los códigos criminales de Alemania de los siglos XVII y XVIII se prescribían severas penas por la mutilación de los cadáveres femeninos, con el propósito de fabricar tales velas.
Historias antiguas que enlazan con leyendas urbanas modernas como la del riñón robado.

Cullen, Tom : Otoño de terror /Jardin de Flores Curiosas